A 23 años de tu partida, desde este, tu amado pueblo, te escribo.
Recordando a Eladio Cabañero.
Me hablas de soledad,
de niños dulces de trigo
que ríen y cantan
entre soles y amapolas.
Me hablas de Marisa Sabia
y encuentros soñados en campos abiertos
con luz verdadera y alma llana.
Me hablas, Eladio, de bendecir
el pan en la mesa
en sagrada comunión.
Hoy, te miro en la distancia,
te veo tras ventanales
de antiguos aposentos
-cuando más golpeaba la añoranza-
divagar en sueños despierto,
sentirte forastero en aquella urbe;
recorrer Madrid vestido de inviernos.
Ya sabes, Eladio, que el dolor escribe.
Dibuja esa orfandad perenne
que te hizo ciudadano extraño
en ese tren que no regresó.
Y aquí seguimos, en tu pueblo
de luz callada y calles anchas,
recorriendo los días y la vida
en su demanda.
Hoy sé que el amor puro
que mencionabas, es ensueño
entre palabras,
una luz cambiante que ilumina
amores tardíos en la distancia,
como un último escalofrío en las mañanas.
Hoy he confirmado que siempre
habita la esperanza.
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Sábado, 28 de Diciembre del 2024
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