Federico Martín Bahamontes nació para escalar; lo hacía de una manera tan sobrada y con tanta sobriedad y facilidad, que bien podía decirse de este toledano de pura cepa que la montaña fue algo así como su hábitat deportivo natural, un lugar donde disfrutó  de su portentoso físico para coronar en tantas ocasiones y en solitario las grandes cimas. Fue el primer ciclista español en ganar el Tour, gesta importante para los anales del ciclismo español, pero lo suyo era subir y bajar los puertos de montaña.

Ganador del Premio de la Montaña en nueve ocasiones, seis en el Tour, dos en la Vuelta y una en el Giro, ha sido el único ciclista que ha conseguido este título en las tres grandes vueltas. Detrás queda el colombiano Lucho Herrera con cinco títulos, dos en la ronda francesa,  una en la española y otras dos en la italiana.

Inevitable al escribir sobre esto, hacer referencia también a Julio Jiménez, ganador de seis títulos, tres en el Tour y en la Vuelta.  José Manuel Fuente, Andrés Oliva y José Luis Laguía, así mismo ostentaron cinco entorchados lo que demuestra que nuestro país siempre fue cuna de grandes escaladores.

No podían faltar tampoco dos llamadas. La primera a Vicente Trueba, el mítico ciclista cántabro, “La Pulga de Torrelavega”, que dadas sus gestas coronando en multitud de ocasiones en primer lugar las cimas en el Tour, la organización creó en 1.933 y base a sus hazañas el Premio de la Montaña. La segunda llamada sobre Jesús Loroño, ganador de un Premio de la Montaña en el Tour 1.953 con quién Bahamontes sostuvo una gran rivalidad pese a formar parte del mismo equipo.

“El Águila de Toledo” nos ha dejado. Hoy El Tourmalet, el Puy de Dome, Aubisque y tantas otras grandes cimas que el toledano universal sobrevoló, estarán llorando su definitiva ausencia.