Antonio Reyes, nieto de Antonio Montoya atesora un curriculum de auténtico lujo: Giraldillo en la Bienal de Sevilla, premio Manolo Caracol y Antonio Mairena en el Concurso Nacional de Córdoba, dos nominaciones a los grammy latinos y presencia en los foros flamencos más prestigiosos del mundo junto a guitarristas como Manuel Morao, Paco Cepero, Moraito Chico, Alfredo Lagos o Diego del Morao. Lo demostró en Tomelloso donde antes de meterse en faena se comprometió con el respetable a darlo todo. 

Y desde luego que cumplió su promesa el chiclanero, una de las voces flamencas con más talento de este país. Se arrancó por tientos, siguió con las alegrías de su tierra y dedicó una seguiriya a Pilar Cano. Su voz sonaba pura y demostró un conocimiento absoluto de todos los palos que tocó, como corresponde a un cantaor de vocación, que lleva este arte en sus venas desde muy pequeño. En la actuación tomó protagonismo en varias ocasiones la guitarra de Lolo, formidable en la interpretación de temas muy difíciles, sacándole todo el jugo posible a este maravilloso instrumento. Hubo muchos aplausos para el cantaor y también para el guitarrista.

Se entregaría también en las bulerías que le pidió el público y, después de algo más de una hora sobre el escenario, Antonio Reyes se despidió con unos fandangos. Broche de oro  a una  gran actuación y también a una Muestra Local de Flamenco que ha puesto de relieve la buena salud de la que goza el flamenco.  

Antes subieron a las tablas los componentes de la Academia de Baile de Rosa Mercedes que  ofrecieron lo mejor de su repertorio y que el público también supo reconocer con numerosos aplausos.