Tomelloso

Ambrosio Armero ofrece un sobrecogedor testimonio tras la pérdida de su hija

Carlos Moreno | Miércoles, 6 de Septiembre del 2023
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El pasado 28 de agosto moría, a los 50 años, Maribel Armero Jiménez. Su fallecimiento causó gran consternación por ser una persona joven,  conocida y querida por mucha gente en Tomelloso. Casada y madre de dos hijos, era empleada del Ayuntamiento y su entorno más cercano conocía sus grandes virtudes profesionales y humanas.  Su padre, Ambrosio Armero, se puso en contacto con  La Voz de Tomelloso para contar como fueron esos últimos momentos en el hospital  y, partiendo de ese relato, lleva a cabo varias reflexiones  que realiza con respeto y ánimo constructivo,  sin querer herir susceptibilidades.  Un testimonio sobrecogedor que realiza con pena, y también con entereza, a pesar de la reciente pérdida de su única hija. 

Cuenta que Maribel cuidaba en una habitación del Hospital de Tomelloso a su tía Maruja con la que mantenía un vínculo afectivo muy especial. “Mi hermana Maruja presenta un cuadro clínico muy complicado y nos hemos tenido que organizar para atenderla. No era fácil porque mi hija tenía que atender su trabajo y su familia, pero quería mucho a su tía y nos íbamos coordinando  para estar con ella”.  

Ambrosio nunca olvidará la mañana del 28 de agosto, cuando llegó en compañía de su mujer al Hospital. “Mi hija había pasado la noche con su tía en la habitación 218 de la segunda planta. Vimos muchas personas en la habitación donde estaban mi hermana y mi hija. Preguntamos y nos dijeron que Maribel había sufrido un desvanecimiento. Las empleadas de la limpieza se la encontraron a los pies de la cama y avisaron rápidamente al personal de enfermería y a los médicos. Llegaron a estar en la habitación cerca de treinta personas, enfermeros, médicos, auxiliares…Tuvieron que cambiar a mi hermana de habitación para que ellos pudieran atender con más espacios y en mejores condiciones a mi hija Maribel”. 

A pesar del trágico desenlace, Armero se muestra agradecido y reconoce el trabajo realizado por los profesionales.”Estuvieron dos horas y media haciendo lo posible y lo imposible. Siempre besaré el suelo que pisan ellos porque se entregaron al máximo, se dejaron la piel. Se generó una situación que no era normal, un tanto surrealista, de hecho un médico me confesó con impotencia que eran los peores momentos  que había vivido en su vida profesional.  Entraban y salían corriendo, con las botellas de oxígeno y otros instrumentos. A nosotros nadie nos daba información, solo que estaban en ello y que estuviéramos tranquilos”.

El padre de Maribel sigue recordando con dolor lo sucedido, sobre todo cuando la información empezó a llegar. “Un médico nos dijo que Maribel no había sufrido un infarto, sino que tenía una insuficiencia cardiaca. Su corazón no funcionaba bien, era como si no quisiera andar. Estaba en marcha cinco minutos y se paraba, lo volvían a reactivar y de nuevo se detenía. El doctor nos dijo que le habían puesto una cantidad de oxígeno excesiva y podía existir el riesgo de que la afectara al cerebro”. En esos difíciles momentos se planteó el traslado de Maribel al Hospital de Alcázar de San Juan, “pero nos dijeron que cabía el riesgo de que, por un movimiento brusco del vehículo, se le parara el corazón y entonces ya no habría solución. El médico ya nos había dicho que el estado de Maribel era muy grave y la bajaron a otra planta. Poco después se la llevaron en ambulancia a Alcázar”, sigue contando.

La vida de Maribel pendía de un hilo y con ella se fueron su madre Maribel  y su esposo Vicente, mientras Ambrosio se quedó con su hermana Maruja en Tomelloso. Gracias al móvil que le dejó un amigo de Ruidera pudo contactar con su mujer y enterarse de cómo iban las cosas. La información acabó siendo la peor posible, Maribel había fallecido. Eran las dos del mediodía y enfermeras y auxiliares del hospital tuvieron que dar tila a Ambrosio para ayudarle a soportar  un golpe tan duro. 

“Siempre me acompañará esa duda”

Tras el relato, Ambrosio que habla pausadamente, tomándose  mucho tiempo entre frase y frase y emocionándose en varias ocasiones, asegura que “siempre me acompañará la duda de si mi hija podría haberse salvado  si nuestro hospital hubiera contado con UCI. Solo Dios sabe lo que podría haber pasado. A lo mejor había fallecido de igual manera o…no. Esa recochura la tendré siempre”. Ambrosio Armero lamenta que “en los últimos años se haya adelantado tan poco en la Sanidad de Tomelloso, con apenas inversiones.  Pides cita para un enfermo de cáncer y te la dan para el año que viene, se eternizan las obras de  un Centro de Salud y para muchas cosas te derivan a Alcázar como pude comprobar cuando sufrí un ictus años atrás. Es una pena que un hospital que arquitectónicamente es una joya, y que cuenta con unos magníficos profesionales, no tenga UCI. Tengo amistades de fuera a los que poderosamente les llama la atención esto. No se lo pueden creer”.

Armero fórmula una última pregunta “¿Por qué históricamente a Tomelloso le cuesta tanto conseguir las inversiones en Sanidad que con tanta facilidad llegan a otras poblaciones? Me gustaría que alguien me lo explicara, de verdad, y lo digo con el ánimo de que nadie pase por la triste situación que yo acabo de pasar”.


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