Opinión

Hambre que espera pan…

Fermín Gassol | Domingo, 10 de Septiembre del 2023
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Hoy en este domingo calurosamente veraniego la cosa va de manducar, del buen comer. Con tanto estrés económico y político apetece hablar de algo tan prosaico y necesario para sobrevivir y convivir como es la ingesta. Nada une tanto como compartir una mesa, no de trabajo, sino de comida. ¡Cuántas ausencias y lejanías afectivas se han solucionado  compartiendo unos ratos alrededor de una caldereta o una sartén de migas. Relaciones humanas y demás aparte, la ventaja que tiene esto del tragar es que el organismo lo agradece de inmediato porque lo único que no agradece un estómago es la falta de actividad.

 Lamento que a estas horas de la mañana cuando lean este escrito hayan engañado ya al estómago con un café rápido y a lo sumo una tostada aunque para su consuelo les diré que siempre hay un mañana. Pero si son madrugadores y aún están a tiempo no lo duden, dejen el café para el final, tómense un poco más de tiempo y apriétense un par de huevos fritos con jamón y vino tinto a eso de las diez de la mañana. El estómago agradecido ordenará al resto del organismo zafarrancho de combate para toda la jornada.

 La costumbre de almorzar se está perdiendo sobre todo en las ciudades. En determinados oficios sobre todo en las zonas rurales el almuerzo continúa teniendo cierto arraigo aunque lo que va dejando de tener arraigo lamentablemente son los oficios. Donde esta costumbre de almorzar continúa siendo una  especie de liturgia diaria es en Valencia. Normal es ver a un grupo de amigos, colegas, comerciantes que se lindan sentados tranquilamente a esa hora tan emblemática de las diez dando cuenta de suculentos manjares. A partir de ese momento la mañana tiene sin duda, otro calor.

Pero como hambre que espera hartura no es hambre tampoco es mala costumbre esperar al final de la jornada laboral para darle merecida recompensa al estómago por la paciente espera matutina. Para estos retrasados almuerzos con toda una tarde por delante la carga de la caballería tendrá que ser mayor y yo les aconsejo, bien una de fabada,  judiones con chorizo, un cocido o un potaje a elegir, eso sí, con vino tinto de esta tierra. 

Como el hambre se habrá hecho fuerte para esa hora no tendrán más remedio que rematarla con un buen filete del animal que ustedes quieran y a ser posible que no tenga pico; si lo tiene que sirva para dar sustancia al arroz caldoso. Y si quieren terminar la comida levitando, un buen queso manchego curado maridado con un crianza de aquí cerca. Créanme, los estómagos seguro que se los agradecerán pero las decisiones que tengan que tomar después, del tamaño que puedan ser, también lo harán. Que les aproveche amigos míos y ¡buen domingo!



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