“Este Ironman coincidía con el día de mi cumpleaños, -empieza contando Benito- y como siempre he aprovechado para estar una semana de turismo en Italia con la familia. Estuvimos en Pisa, en Florencia y finalmente en Cervia donde tuvo lugar el Ironman”. Con su habitual sentido del humor, este buen deportista y eficaz empleado del Área Municipal de Deportes, relata algunas incidencias que vivió durante la prueba. “La natación fue en el mar y, de vez en cuando, tenía que ir quitando de en medio algunas medusas. Temía que le diera a alguna por picarme, pero salimos con vida. En la bici, tenías que ir solo, no se podía ir a rueda, en un recorrido de dos vueltas en el que vi muchos flamencos.  Y para terminar me esperaban 42 kilómetros a pie, que son los que te ponen derecho o tumbado". (risas).

Confiesa José Ángel Benito que cuando se bajó de la bici para encarar la maratón iba ya algo tocado, las fuerzas empezaban a flaquear, pero su garra y constancia le hicieron superar ese mal momoento. “Los geles no me habían sentado demasiado bien y en lugar de geles decidí comer galletas y bebidas isotónicas. Con esto me vine un poco arriba, pero luego volví a decaer y a partir del kilómetro 37 empecé a sentir unas molestias en las rodillas y como mi filosofía es la de disfrutar de las pruebas, decidí acabar, pero ya caminando, aunque eso supusiera tardar una hora después. Vi mucha gente tirada que no podía seguir y yo tenía claro que quería llegar a meta. Después de 13 horas y 20 minutos acabé  este Ironman. Se puede decir que estuve de sol a sol. Pero terminé muy contento”.

El triatleta tomellosero no vio muchos españoles en Cervia, pero él se queda con el momento en que vio a Ramoni y Raquel tras terminar el recorrido. “Ese momento de acabar, de que has conseguido el objetivo es, sin duda alguna, el mejor”. 

Recapitula José Ángel y nos cuenta todos los Ironman que lleva a sus espaldas. “En el 2015 hice mi debut en Zurich, donde tarde algo más de quince horas, pero mi planteamiento  era acabar. Hubo un momento en que me perdí con la bici, pero todo acabó bien. El segundo llegó en el 2017 en Niza y allí fue más complicado. Mi madre había fallecido poco antes, andaba con la moral algo frágil, tuve problemas estomacales y acabé retirándome. Y luego ya con más éxito en el 2018 hice Hamburgo, donde tardé diez horas y media. En el 2019 me fui a Copenague, donde tardé once horas. Con la pandemia se paró todo. Me llegué a plantear ir a otro en Kazajistan, pero pillaba cerca de la guerra y al final no fui”.

Tras concluir el Iron Man de Emilia-Romaña, el próximo año Benito se planteará  otro reto, siempre desde esa filosofía de compartir turismo, deporte y familia. Para este amante del deporte, afrontar pruebas de tanta dureza exige una gran fortaleza mental. "De momento, yo creo que la cabeza la tengo bien. La natación me la tomo con el objetivo de poder salir del agua, que no me ahogue, en la bicicleta sé que, como mínimo voy a estar seis horas. Víctor Cerezo siempre me aconseja para ir lo más cómodo posible y esto me permite llegar a la carrera con las piernas más frescas”.

Habla también de las transiciones, del tope de tiempo que establece la organización, tanto global como en cada especialidad y de otros curiosos detalles de la prueba organizada en tierras italianas. “Al final en el Ironman último que he hecho te encuentras una gran zona para recuperar con todo tipo de alimentos y bebidas para reponer fuerzas. Aunque como soy tan nervioso, no estuve mucho tiempo allí, cogí el avituallamiento y me fui a compartir el momento con mi gente”. Y para el final cuenta otra anécdota. “El viernes anterior organizaron un desfile a modo de olimpiada y el estandarte de España lo cogimos Ramoni y yo. En realidad, es un fin de semana con muchas actividades y se pasa realmente bien. Incluso te obsequian con una bonita medalla”.