Cuevas

Lo manchego y lo andaluz mezclan bien en la cueva de Damián Cano

Carlos Moreno | Viernes, 6 de Octubre del 2023
{{Imagen.Descripcion}} Cueva de Damián Cano. Reportaje fotográfico de Ana Palacios Cueva de Damián Cano. Reportaje fotográfico de Ana Palacios

Avanzamos en nuestras visitas a las cuevas de Tomelloso. Hoy recalamos en el número 70 de la calle Don Víctor Peñasco,  en la casa de Damián Cano y Paquita que guarda una original cueva en su subsuelo. Una cueva donde mezclan bien los estilos manchego y andaluz y que fue reformada con sumo gusto para que la familia  y amigos pudieran disfrutar de ella con comodidad.

La escalera en forma de ele, con peldaños revestidos de suelo rústico y un enrejado, nos conduce a una cueva de tamaño pequeño, si bien anteriormente fue parte de otra mayor.  Mide 5,15 de alta. Todo está impecablemente arreglado y limpio: la fresquera, el suelo, las paredes, el techo, el desgarre de la lumbrera. Alberga seis tinajas de barro de 250 arrobas de capacidad cada una y cada una de ellas tiene un nombre: el de las carabelas de Colón y el apodo con el que Damían solía llamar cariñosamente a sus hijos.

El suelo tiene dos niveles, mientras que el techo está en la pura tosca, como demuestra la irregularidad de su superficie. Nuestro experto en cuevas, José María Díaz, asegura que estamos en una zona de la ciudad con mucho grosor de tosca. El desgarre de la lumbrera es de forma trapezoidal y deja pasar un agradable haz de luz en este caluroso mes de octubre. Algunos de los arcos están rematados con ladrillos, consiguiendo un  bonito efecto decorativo. Tanto el techo como las paredes están pintadas de blanco. La cueva no presenta ningún síntoma de humedad y guarda una agradable temperatura. 

Llama la atención un botellero que guarda también toneles con distintos vinos, una barra y otras dependencias para guardar distintos aperos, alguno muy curiosos como un antiguo graduador de mosto. La colección de botellas de vino es amplia y variada, acompañada también de otro producto muy tomellosero, el brandy.

Paquita nos despide de la misma manera que nos recibió, amablemente. La familia Cano García se ganó un prestigio en la economía de la ciudad con una industria de maquinarias de terrazos que llevaron a numerosos puntos del país y del extranjero. A pesar de no ser agricultores, decidieron respetar la tradición vitícola de la ciudad y conservar una cueva que, sin duda, ha merecido la pena visitar.


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