Cuando el periodista  propone a la pintora, Pilar Jiménez Amat,  la realización de un reportaje para analizar la obra de Francisco Carretero, se queda algo sorprendida, pero una vez que nos metemos en faena  disfruta mucho y nos ofrece sabrosas reflexiones sobre este gran artista tomellosero. La exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 12 de noviembre, llena de color  la planta de arriba de La Posada de Los Portales y Pilar, que llega con absoluta puntualidad,  nos pide cinco minutos de espera que empleará en hacer un primer recorrido por todos los pasillos de la muestra.  La Posada acaba de abrir sus puertas poco después del mediodía y ya hay algunos amantes del arte disfrutando de la exposición.

 “Esta exposición está fantástica, provoca mucha emoción. Carretero tiene un manejo del color muy personal y muy libre. Se nota que  disfrutaba mucho pintando al natural en el campo. Era un profundo amante de la naturaleza y de las gentes del campo, de hecho él era agricultor y en cierto modo les rinde homenaje”, comienza diciendo Pilar Jiménez mirando uno de los cuadros que más le ha llamado la atención. Comparando unos cuadros con otros, Pilar descubre también “la magistral manera que tenía de plasmar las distintas épocas. Algunas obras no tienen nada que ver y se diferencian claramente en los colores de paleta, unas veces más fríos y  otras veces mucho más cálidos”.

La pintora tiene claro que el artista debió ser un revolucionario en su tiempo. “En un pueblo de provincias esto debió ser absolutamente rompedor.  Pienso que su obra gustaba por ese manejo del color, pero le debió costar que se aceptara al lado de una pintura más académica que era la que se podía ver aquí.  Muy diferente hubiera sido si Carretero hubiera sido de una gran ciudad de España o de Francia que era de donde venían estas corrientes”. Puestos a hablar de influencias surge el nombre de Benjamín Palencia. “Unos dicen que se inspiró en él y y otros dicen que fue Palencia el que se inspiró en Carretero”.

Avanzamos en nuestro paseo por las galerías de la Posada y seguimos admirando los cuadros del artista. Pilar cree que se pueden diferenciar dos etapas muy claras. “Antes de los años cincuenta es una pintura  más académica con colores oscuros, terrosos. Al fin y al cabo eran los duros tiempos tras la guerra y después, al tener accesos a otras cosas, viajar a Madrid y otros lugares “se observa que su estado anímico es mejor y eso se acaba reflejando en una obra que explosiona completamente”, observa Pilar que subraya el mérito de Carretero como pintor pionero en Tomelloso ,  “marcó un camino que luego siguieron otros artistas y a pesar de su reconocida posición social tuvo la valentía de pintar de esta manera tan original y rompedora”.

Comentamos  que Carretero se preparaba él mismo las mezclas y colores  al mismo tiempo miramos el hermoso cuadro de la vendimia. “Se ve el disfrute con que ha hecho el cielo y el horizonte a base de golpes de color, y lo ha hecho in situ, aunque pienso que añadió algunas figuras después”. A Pilar hay otro aspecto del pintor que le llama poderosamente la atención “logra dar una sensación de movimiento a las figuras, algo que no todos los pintores consiguen”.

“Los autodidactas también se forman”

A juicio de Pilar, Carretero recuerda a lagunos pintores del postimpresionismo como Van Gogh, incluso  hay obras que tienen también un matiz expresionista “ quizá no conociera esta corriente, pero en  el arte hay un magma que, por la evolución de la propia sociedad y la cultura, provoca que surjan pintores parecidos en sitios dispares. Me impresionó un pintor sueco que era de la misma época que Sorolla y que tenía cosas muy parecidas al artista valenciano, a pesar de que no se conocían”.

En nuestro recorrido, Pilar Jiménez, sigue descubriendo interesantes aspectos de un pintor que en varios cuadros mete el verde o el morado como directriz de la obra; se detiene también en el cuadro de Las Vistillas, en otro cuadro de un paisaje de Ruidera “donde no resulta nada fácil pintar y en cierto modo se ve el sufrimiento que ha pasado para culminar la obra”, en el más conocido de El Varal “en el que sabe plasmar una sonrisa pícara y graciosa”,  un bodegón más convencional y cuadros más experimentales “en los que demuestra la gran intuición que Carretero tenía para el arte donde constantemente hay que estar tomando decisiones”. Pilar subraya también que en todo artista hay una evolución “y para hacer lo que hace Carretero antes tiene que haber ajustado el dibujo. Se dice que era autodidacta, pero los autodidactas también se forman y se nota que  leyó mucho, al fin y al cabo, en los libros está todo. Siempre hay que tener una base y una formación, aunque no sea reglada. No es fácil llegar a esta esencialidad que acaba consiguiendo Carretero”.

Al final observa el cuadro con la obra “El lavatorio” que se ha traído de la Iglesia de La Asunción. “En la Iglesia me gusta más que aquí, es un cuadro hecho para zonas altas y con menos iluminación. En este contexto e iluminación pierde algo, pero tiene detalles como el  de las piernas que son preciosas. Ya se ve que es un pintor hecho y derecho”.

Concluido el recorrido por la exposición, le preguntamos a Pilar por los proyectos en que está inmersa y cuenta “estar muy a gusto con el reto de los jueves al desnudo donde cada día hay que hacer un dibujo y me está viniendo muy bien para ajustar más el dibujo que luego me sirve para el paisaje. Y todo en un ambiente fenomenal, donde todos aprendemos mucho de todos”. No se aventura a fijar una fecha aproximada de una exposición individual suya, pero anuncia “que está preparando una de dibujos. De momento, trabajo arropada en colectivos como Equilatero y también participo en la exposición Aires Manchegos en Alcázar. Allí me he reconciliado con uno de mis cuadros y eso te produce un subidón de autoestima”, concluye.