Las diferentes acciones y actividades realizadas en los centros educativos tuvieron una puesta en común, esta vez, dentro de la tercera movilidad del proyecto, que tiene una duración de dos cursos académicos. Entre los objetivos, destacan:

Informar a los adolescentes, a las comunidades; cambiar actitudes y prácticas para la protección del medio ambiente; adquirir habilidades, actitudes a través de actividades prácticas e interactivas, utilizando el aprendizaje experiencial; lograr proyectos colectivos que generen cambio, a través de resultados de aprendizajes propuestos (nivel individual, escolar, comunitario).

 Obtener experiencias de aprendizaje complejas, combinando educación no formal e informal, respetando los principios de la educación para el desarrollo sostenible (centrado en el estudiante, pensamiento crítico, pensamiento sistémico, asociación, participación, conectado a la vida real de los niños y las comunidades, orientado a soluciones y acción).

Reconectar a las personas con la naturaleza; lograr una relación emocional directa con el entorno en el que viven (según estudios, a medida que crecen, los niños tienen menos ganas de pasar tiempo al aire libre, prefiriendo la televisión, los medios virtuales, con consecuencias para su salud y su capacidad de relación con el entorno).

Integrar la educación para el desarrollo sostenible en el currículo escolar, a través de una oferta curricular a decisión de la escuela adaptable al contexto local, vinculando temas de protección ambiental de la economía, la sociedad, la cultura, la educación, el patrimonio, la salud, la inclusión social, de acuerdo con los principios expresados en la Unión Europea -Estrategia 2020- transición hacia una sociedad, una economía sin emisiones de gases de efecto invernadero y un uso eficiente de los recursos naturales.

Aún quedan dos movilidades por realizar (Portugal y Lituania), así como las diferentes actividades que vienen recogidas en su ambicioso proyecto.