Ambrosio Armero y su mujer Maribel perdieron a su hija el pasado mes de agosto. Palo brutal acrecentado por ser su única hija, con solo 50 años de edad y madre de dos niños pequeños, con  un proyecto de  vida por delante y muchas cosas por hacer. Cuando este ciudadano ejemplar subió el pasado domingo al escenario para dirigirse a las más de tres mil personas que llenaban la Plaza de España fueron pocos los que pudieron evitar la emoción al ser testigos del sentido cívico de una persona que ha sufrido tan terrible varapalo. Lástima que un deficiente sonido no resaltara con más fuerza el sentimiento y planteamientos de un hombre que nos ha asombrado a todos por su compromiso con una  ciudad.  “Estoy aquí porque ni a mi peor enemigo le deseo que pase por lo que yo he pasado”, dijo.

No había pasado  ni siquiera una semana de la muerte de Maribel , cuando este periodista recogió sus impresiones en uno de los trabajos más complicados que haya afrontado en su dilatada carrera profesional. Pero aún con el dolor reciente apretando en las sienes, Ambrosio tenía muy clara su misión: partiendo de la duda de si Maribel podría haber salvado la vida si  el Hospital de Tomelloso hubiera contado con una UCI, era obligado llamar la atención de los responsables públicos sobre lo ocurrido, además de reconocer el inmenso trabajo que realizan los profesionales del Hospital. Y así lo hizo Ambrosio Armero que también expondría sus argumentos ante el pleno de la Corporación y que el pasado domingo también tuvo valentía, fuerza y arrojo para exponer un planteamiento de mucho sentido común ante varios miles de personas. “¿Por qué a Tomelloso no y a otros sí? Llevamos diecisiete años reclamando este servicio y nadie nos hace caso”, lamentó. 

En tiempos donde priman individualismos e intereses particulares, donde la lucha por lo público y lo de todos suele quedar, casi siempre, relegada, resulta encomiable y admirable lo que ha hecho Ambrosio Armero. Y de su gesto y mensaje tendrían que tomar buena nota las autoridades competentes. Por encima de distancias, cifras de población, optimizaciones, recursos disponibles, disponibilidades presupuestarias   y otros fríos parámetros que, en la mayoría de los casos, Tomelloso cumple sobradamente,  está la sensibilidad y la intención de revestir las decisiones políticas con algo más de sentido común y humanidad. Las que ha demostrado un  ciudadano ejemplar llamado Ambrosio Armero Zori.