Salvando —y mucho— las distancias y el pesimismo, el
periodista emulando a Larra este lunes previo a Todos los Santos ha acudido al
Cementerio Municipal de Tomelloso. “Fígaro en el cementerio” se titula un celebrado
artículo en el que el maestro de periodistas y padre del romanticismo patrio
recorre un imaginario camposanto en el que está enterrada hasta la esperanza. Nuestro
recorrido por la necrópolis, acompañando a las casi treinta personas que han
participado en la actividad “Paseos por el cementerio”, organizada por el Ayuntamiento,
ha sido todo lo contrario a la de Fígaro, ha sido gozoso e interesante. Con unos
guías de excepción hemos visitado tumbas de personas señaladas y hemos conocido
jugosas anécdotas de nuestro camposanto.
En las oficinas del cementerio nos han recibido los tres
cicerones, Ángel Morales, coleccionista, escritor y colaborador de este medio; Sergio
Ramírez, empleado del Archivo Municipal y el encargado del Cementerio Lorenzo
Castellanos. Por cierto, las dependencias administrativas eran antes la
vivienda del camposantero y su familia; Lorenzo pertenece a la quinta generación
de trabajadores del cementerio, su tatarabuelo la inició en la epidemia del
cólera a finales del siglo XIX.
Nos pone Sergio Ramírez en situación, antiguamente ser
enterraba lo más cerca posible de las iglesias, suelo sagrado, para estar cercano
a la salvación eterna. Las epidemias y la higiene hicieron que los camposantos se
sacasen de las iglesias, así en 1803 se construye el primer cementerio en La Glorieta.
Morales sigue el relato explicando que se traslada la necrópolis a su actual
emplazamiento, que se estrenó en 1861 “a 600 varas de las últimas casas del
pueblo”. La primera enterrada fue una bebé, Francisca Galiana.
El cementerio, que tiene veinte patios, todos con nombre de
santos, y veinte galerías ha sufrido cuatro ampliaciones, en 1914, 1924,1970 y
2018. Morales explica que, dada la distancia al camposanto, en el actual
colegio de Maternidad ser construyó la Capilla de la buena muerte, donde se despedían
los acompañantes al entierro. Otro dato curioso es que durante mucho tiempo hubo
cuatro clases de entierros, de Primera, hasta la Beneficencia. Dependía la enjundia
del sepelio de su categoría, el número de sacerdotes o la vistosidad de los
coches de caballos, que por cierto estuvieron vigentes hasta 1966.
Paseo por el cementerio
Arranca nuestro recorrido por la tumba de Félix Grande, con
él reposan Paca Aguirre, su mujer, Lupe Grande, su hija; Julio, hermano del
poeta y el Abuelo Palancas. Sergio Ramírez y Ángel Morales hacen una semblanza
del escritor, y de las personas que ocupan las tumbas en las que nos detenemos
en el recorrido.
La siguiente parada es la lápida del padre de Abelardo
Contento, marmolista y primer alcalde después de la guerra, a la sazón. Lorenzo
Castellanos la describe como una gran obra de arte que el Ayuntamiento quiere recuperar,
junto con el nicho del propio artesano que también visitamos.
Durante el recorrido, Ángel Morales explica el origen de
muchos dichos relacionados con la muerte y los cementerios. “Me quieres cargar
el muerto” o “salvarse por la campana”, entre otros, además de detallar que
eran, por ejemplo, las plañideras.
La siguiente parada es el nicho de García Pavón, “el mayor
escritor que Tomelloso ha dado”, debajo descansa su abuelo, Luis García Giner,
el del “Infierno”. Continuamos por galerías más recientes y la vista se para en
la tumba de Florencio Aguado Rojano, fallecido en los atentados del 11M. Cerca
está la tumba de Antonio López Torres. Rocío Torres, que participa en el paseo,
relata que al nicho del pintor lo arregla y le pone flores, antes que lo haga
la familia, una mano desconocida.
Continúa el periplo por la sepultura de otro insigne poeta,
Eladio Cabañero y conocemos la de la persona de más edad enterrada en el
camposanto, Florentina Lara, de 106 años. El último panteón que se está construyendo
en el cementerio, explican nuestros guías es el de una celebridad muy conocida.
Por cierto, el mayor panteón de la necrópolis pertenece a las Hermanitas de los
Ancianos Desamparados.
Recorremos las últimas moradas de Vicente Lomas, coronel
mutilado; Antonio Huertas, alcalde y profesor; Abelardo Contento, marmolista y
alcalde, como hemos dicho. Francisco Martínez Ramírez, el Obrero, y su esposa
yacen bajo una sobria y humilde lápida, espartana, sin florituras ni adornos, a
petición del prohombre.
Nos señalan nuestros guías el patio donde se cree que yace
Alejandro Díaz, el famoso ciego. Nos muestran el panteón de Antonio Ropero,
dueño de la casa del Gallego; también el de Rita Carranza y Ramón Ugena, majestuoso.
Al lado está el sarcófago de Ismael de Tomelloso. Pasamos por una zona de
nichos en la que rodó un episodio de la serie Plinio que permanece igual La
visita acaba en el panteón de Francisco Carretero, una de las figuras más
relevantes de la ciudad y el nicho del sacerdote Eliseo Ramírez. Se nos ha
hecho de noche sin darnos cuenta. El público dedica un merecido aplauso a
nuestros guías. Nos han mostrado el camposanto de una forma distinta a como lo
conocíamos.
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