Tomelloso está celebrando distintas actividades con motivo
del Día Europeo del Enoturismo. Una de ellas ha sido una caminata de senderismo,
llamada Ruta de los Bombos, que tuvo lugar el pasado domingo 12 de noviembre.
Organizada por Saber Sabor, participaron más de cincuenta personas, entre ellas
este periodista. Una actividad con un marcado aspecto solidario, dado que el
importe de la inscripción va a ser donado íntegramente a Cáritas.
En una agradable mañana otoñal pudimos conocer de primera
mano, gracias a las interesantes explicaciones de nuestro guía y responsable de
Saber Sabor, Antonio Bellón Márquez, estas construcciones que hacen que, junto
con las cuevas, el patrimonio etnográfico de Tomelloso, sea único. Unos abrigos
levantados piedra a piedra, con el afán de los hombres y mujeres de Tomelloso
como única argamasa, que están perfectamente integrados en el infinito paisaje manchego.
No nos cansamos de señalar que los bombos son una de las señas de identidad más
indelebles de la ciudad, su pasado y la lucha por la subsistencia de sus
pobladores.
Conducidos por Antonio Bellón, nos dispusimos, pasadas las 9
y media de la mañana a acometer la ruta. Nos previno nuestro cicerone de que íbamos
a recorrer aproximadamente doce kilómetros en un trayecto absolutamente llano —de
hecho, el único desnivel al que nos enfrentamos fue el puente que salva la
autovía A-43—. Bellón, durante la presentación del recorrido, nos metió en el
cuerpo el gusanillo del conocimiento anunciando que habría paradas estratégicas
“sobre todo para comentar aspectos sobre nuestra historia y nuestro enorme
patrimonio etnográfico, en este caso los bombos de Tomelloso”.
La Venta del Jumillano
Nos detenemos en uno de los muchos cruces del Camino Real;
una intersección que atraviesan el Camino de las Carretas, que desde el cruce
se llama de Santa Catalina, y el de la Venta del Jumillano. El paraje se conoce
como La Venta, algo que cobra sentido con la explicación de Antonio Bellón. Nuestro
guía nos relata que en esa intersección de vías se encontraba la Venta del Barón
Solar Espinosa o Venta del Jumillano, de la que hubo vestigios —que nos muestra
en una foto— hasta hace unas décadas. En el punto en el que nos encontramos, según
la explicación del guía, los investigadores sitúan una de las aventuras del Don
Quijote “donde ocurrieron algunos sucesos interesantes, como la aventura de los
títeres y de Maese Pedro y su mono adivino”.
Otro episodio curioso que relató nuestro guía es que el
cuarto Barón de Solar de Espinosa contrajo matrimonio con María Concepción
Rodrigo de Villamayor Fernández de la Luz, que era la nieta de Ángela
Peñacarrillo Morales, la persona que promovió en 1777 la construcción de la
Posada de los Portales. Una hija de ese matrimonio, María Concepción Espinosa
de los Monteros, fue esposa de Antonio Cánovas del Castillo, presidente del
Consejo de Ministros durante la Restauración.
Infinitos tonos de ocre
Tras la interesante parada seguimos avanzando por el Camino
Real, asfaltado. El otoño —para muchos y a pesar de su brevedad, la mejor
estación para conocer La Mancha— nos muestra los infinitos tonos de ocre de un
paisaje único. Las viñas se yerguen majestuosas a ambos lados del camino, predominan
los emparrados, aunque quedan algunas viñas tradicionales. El marrón de la
tierra, los ocres y amarillos de las vides y el gris del cielo componen una
estampa que habría firmado, sin ninguna duda, Antonio López Torres.
Nos desviamos del camino principal hacía el sur, en
dirección a Don Martín, atravesando una viña. Los majestuosos bombos —más de
una docena de ellos— han escoltado desde la distancia nuestro trayecto formando
parte del paisaje, integrados en él. Antonio Bellón nos anuncia que, a partir
de ahora, nuestro contacto con estas construcciones únicas va a ser más
cercano.
Aprovecha la parada el cicerone para indicarnos que nuestro
viaje atravesará el Camino de los Bombos e irá buscando el Camino de Cicateros.
La etimología de la palabra “cicatero”, apunta, es la de una persona miserable,
ruin y en el lenguaje de germanía es una persona que “hurta bolsas”. Esto es,
el de Cicateros era un camino de bandoleros, “que había que evitar”.
Alquerías y origen árabe
La ruta avanza por la línea imaginaria que separa los
términos de Tomelloso y Villarrobledo, la linde de un emparrado y un pinar, hace
en este caso de raya. Otra parada y otra gozosa referencia histórica de Antonio
Bellón. Malabad, en esta ocasión. La conocida finca que está al otro lado de la
A-43, Malhabad en árabe, era una antigua alquería de la época musulmana. En la época
de la dominación islámica, relata Antonio Bellón, lo que ahora conocemos como
Tomelloso estaba encuadrado dentro del territorio de Abeyezat, la Torre de
Vejezate, “futura encomienda de la Orden de Santiago”. Los bereberes masmuda pertenecientes
a la tribu de Abu–ben–Gazat, (de donde viene Torre de Gazate), ocuparon estas
tierras, aprovechando los caminos y los recursos hídricos subterráneos,
poniendo en marcha la ganadería intensiva y estableciéndose en alquerías, como
la de Malabad. En el siglo XVI se datan
en dieciséis los asentamientos bereberes que hubo en la zona en la época
musulmana. En los siglos XII y XIII estas tierras pasan a la Orden de Santiago “tras
la mal llamado Reconquista”.
De esas alquerías, de la confluencia de caminos (la Cañada
Real Conquense y el Camino Real de Carreteros), del “pozo Tomilloso, se pasa al
asentamiento definitivo de nuestro Tomelloso, “la gran potencia vitivinícola
que es ahora”.
Camino de los Bombos y explosión vitícola
En la mitad de la ruta aumenta la densidad de los bombos, pasamos
al lado de ellos, nos paramos, entramos, curioseamos y, por supuesto, hacemos
fotos. Muchas. De todas tipologías tamaños y estado de conservación, algunos
están restaurados, otros medio derruidos, hay encalados y enlucidos, varios en
la mera piedra, alguno con una enredadera cubriendo sus murallas. Cerrados, sin
puerta, abiertos, vallados, hay tantas combinaciones como propietarios.
La necesaria parada para reponer fuerzas la hacemos en un
bombo abierto al que pasamos los visitantes. Tiene dos cúpulas, está encalado y
enlucido. Bellón aprovecha la parada para hablarnos de la explosión vitivinícola
de Tomelloso y de los bombos.
La Mancha y, sobre todo, Tomelloso, devino en una potencia
vitivinícola a partir de las plagas de la filoxera que asoló los viñedos
franceses. “Tenemos un terreno prácticamente inmune a ese insecto”. Esa circunstancia
hace que a Tomelloso acudan gentes de otras zonas para cultivar viñedos “esa es
la razón que hace que nuestra comarca sea la mayor bodega del mundo”.
De esa herencia nos queda “nuestros bombos, muchos tienen
más de doscientos años”. Relata nuestro guía que hasta prácticamente los años
60 del siglo pasados “los estuvimos construyendo”. Se dejaron de erigir “porque
ya no eran necesarios”. Y es que, dada la escasez de término municipal de
Tomelloso, cuando comenzó el auge del viñedo “las tierras no estaban tan cerca
como nos hubiese gustado”. Por lo tanto, los bombos se construían “como refugio
de nuestras familias para las labores del campo. Antes de la llegada de los
vehículos a motor no se podían permitir el lujo de ir y venir diariamente a
Tomelloso. Por eso tenemos tantos y tan grandes bombos, algo de lo que hay que
estar orgullosos”.
Para acabar, Bellón detalla que, en el término de Tomelloso,
de apenas 25.000 hectáreas, hombres y mujeres llegaron a construir casi 300
bombos. Pero se levantaron 700 más en los términos colindantes “primero llegó
la filoxera y luego nos expandimos los tomelloseros”. Y es que, cada vez que
había una subasta fruto de las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, un tomellosero
o tomellosera “compraba la tierra, plantaba una viña y construía un bombo”.
Reitera Bellón que los construyeron las gentes de Tomelloso “y todavía se
mantienen 276 en nuestro término y más de 400 en los términos colindantes”.
Pero no solo viñas hay en el paisaje, los campos de almendros
y pistachos, también los pinares, se hacen sitio entre las infinitas vides. La
ruta termina, como no puede ser de otra manera en estos tiempos, con una foto
de grupo en uno de los bombos más espectaculares de la zona.
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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