A la memoria de mi buen amigo Clemente Cuesta Santandreu.
Tus amigos, ¿ahora sin ti qué haremos?
De estar en el mejor rodal del mundo,
que a eso nos habías acostumbrado
por tu mucho saber, amplio y profundo,
con escaso horizonte hemos quedado;
no sé ya cómo nos apañaremos.
Ahora, obligados al ayuno
de lo que hasta hace poco era abundante,
hemos de preocuparnos cada uno,
pues nos queda un gran trecho por delante
con muchos callejones, muchos temas,
con muchos y difíciles problemas.
Por tu amistad, viviendo protegidos,
estábamos tranquilos y gozosos
y de cualquier tristeza exonerados;
quedamos hoy murrios y abatidos,
por tu partida tristes y llorosos,
de nuestra gran fortuna abandonados.
Es nuestra obligación en adelante
el estar y el mostrarse agradecidos
que para ello hay mil motivaciones;
reconocerlo son obligaciones
que hemos de expresar, aún compungidos,
y que nunca diremos lo bastante.
Tu generosidad fue muy intensa
en lo que a ayuda y trato se refiere;
¡qué gran pesar cuando un amigo muere,
que queda una tristura vasta y densa!
Un gran dolor nos queda con tu ausencia
que nos hará molesta la existencia.
Este mensaje es de agradecimiento
por todos los regalos que nos diste,
para hacernos el bien sí que naciste
pues tenías un gran desprendimiento.
Por tu filantropía y tu desvelo
buen asiento tendrás allá en el cielo.
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Viernes, 16 de Mayo del 2025
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