De gritarnos los unos a los otros, nos estamos quedando
sordos. De envidia, al vernos divinos en las redes, ciegos. Y mudos, de
verbalizar el odio que sentimos hacia el distinto, agazapado en la trinchera contraria.
Idiotas sin corazón, estúpidos sofisticados, ignorantes sabelotodo, payasos sin
gracia, embusteros orgullosos, narcisistas humildes, peseteros generosos.
Exuberantes, nos contorneamos abrazando las peores contradicciones. Aquellas
que son tan simples como irrelevantes. La introspección ha muerto. Los
sentidos, también. Pero la vida sigue. Con suerte, se arregla.
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Viernes, 9 de Mayo del 2025
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