El público que llenó el Marcelo Grande pasó este sábado una placentera velada de risas con “La curva de la felicidad”, la obra de Eduardo Galán y Pedro Gomez que interpretaron magistralmente Gabino Diego y otros tres grandes actores: Jesús Cisneros, Antonio Vico y Josu Ormaetxe. Este último además de una solvente actuación en las tablas, firmó también una brillante dirección.
La obra aborda con fina ironía y humor la crisis de los 50 en el hombre, un momento de su vida en el que aparecen dudas e inseguridades. Quino, personaje al que da vida un excepcional Gabino Diego, se enfrenta a su crisis con Javier, Fer y Manu, tipos de personalidad diversa que provocarán que se generen una serie de conflictos e inesperadas situaciones con un sorprendente final. La obra ofrece en clave de comedia una reflexión sobre como abordan las relaciones con las mujeres distintos tipos de hombres.
La trama de la comedia cuenta la historia de Quino, al que da vida Gabino Diego pletórico de recursos sobre las tablas. El tono que daba a sus frases, los gestos, su comicidad a la hora de moverse, la asombrosa capacidad para llorar y reir al mismo tiempo fueron encadilando al público. Este actor de pedigrí, ganador de un Goya, mantiene intacto su talento y buen hacer. El personaje ha vivido en una casa amplia del centro de la ciudad, pero su mujer ha abandonado la vivienda familiar y espera que Quino la venda para recibir la mitad de su precio. La venta de la casa le provoca una enorme angustia de carácter estresante porque, entre otras cosas, significa la pérdida definitiva de Carmen… Y él querría volver con ella por inseguridad, costumbre y dependencia psíquica.
Forzado y presionado por su mujer a vender la casa, intenta, en continua contradicción, por todos los medios que no se la compren: lo desaconseja, asegura que las instalaciones eléctricas y las tuberías son viejas… pero su frágil personalidad le lleva a firmar documentos de venta a cada uno de los tres personajes. Los actores que los representan también realizan un gran trabajo y ese contraste de personalidades con la del protagonista acabará desembocando en risas inevitables. Después de cien minutos de carcajadas, los cuatro actores fueron premiados con un gran aplauso final. Todos pudieron lucir mucho más gracias a un buen trabajo de iluminación, sonido, vestuario y escenografía.
En tiempos tan convulsos, siempre es aconsejable una buena terapia de comedia teatral. Como la de este sábado que fue magnífica. Lógico que lleve tanto tiempo en la cartelera.
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