Los amantes de la fotografía y de la cultura podrán disfrutar del 1 al 17 de diciembre de la Exposición de Fotografía “Gente de Tomelloso” del siempre recordado y entrañable José Ortiz Setién. No habrá excusas en las vísperas navideñas para acercarse a La Posada de Los Portales y disfrutar de una muestra que supone todo un homenaje a las gentes de Tomelloso como indica el propio título de la exposición.  A dos días de su inauguración, Manolo Setién anda enfrascado en los últimos preparativos de la muestra y será quien responda a las preguntas de esta entrevista. Toda la familia ha depositado una gran ilusión, ha cuidado hasta el último detalle y confía en que la exposición tenga una buena acogida. 

Su hijo nos descubrirá  en esta entrevista curiosos aspectos de la vida de su padre, un  cántabro  que recaló en Tomelloso después de una intensa vida laboral. Trabajó en dos imprentas de Tomelloso, después se emplearía en Madrid y en Alemania y volvió a Tomelloso para trabajar en la tintorería junto a su hermano Santiago.  Hombre inquieto, amante de la cultura, gran aficionado al ciclismo, viajero, trabajador y muy familiero.  José Ortiz Setién, de todos conocidos como Pepín, encontró en la fotografía una vía para expresarse y captar lo que otros muchos no veían.

-¿Cómo se gestó el proyecto de esta exposición?

- El próximo 12 de diciembre se cumplirán  veinticinco años de la muerte de mi padre y vimos adecuado recordar su figura con una exposición. En el 2008, cuando se habían cumplido diez años, solicitamos hacer una, pero no había espacio  y la tuvimos que posponer al 2009. Aquella exposición albergó treinta fotografías, en formato grande, y tuvo una connotación más artística. Esta será más autobiográfica, enseña más su faceta humana y, sobre todo,  muchos grupos y gentes de Tomelloso.  Mi hermano Carlos ha sido el encargado de digitalizar todas las diapositivas.

-Será una exposición en la que mucha gente podrá reconocerse o a personas muy cercanas ¿no es así?

-Hay muchas fotos de grupos, como el de los participantes en el primer Duatlón que partió y terminó del campo de fútbol, fotos de grupos de colegios a los que mi padre iba cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, equipos de ciclismo, deporte al que mi padre era muy aficionado y que era la pasión de muchos tomelloseros, también fotos de vecinos hablando en cualquier calle de Tomelloso…en total habrá unas ciento cincuenta fotografías.

-¿De qué manera se inició su padre en el mundo de la fotografía?

-Mi padre estuvo tres años en Alemania trabajando en la factoría que fabricaban las famosas cámaras Leica y ese sería su primer contacto con el mundo de la fotografía. Al volver se hizo de una, empezó a pedir su material y poco a poco fue ampliando su equipo. Su primer carrete es del año 1969. En realidad tiene fotos desde este año hasta que murió. Fueron treinta años haciendo fotos, un periodo en el que mantuvo estrechos  contactos con otros aficionados a este mundillo como José Rodrigo Lulas, Serafín Herizo, Tomás Casero, Andrés Naranjo…

-¿Qué destacaría de la obra de su padre en su conjunto?

-Se fijaba mucho en la condición humana y le llamaban mucho la atención los contrastes, el del rico con el pobre, el de personas con distinta ideología política… Te pongo un ejemplo. En el quiosco de la plaza,  el vendedor tenía las revistas de destape  en un lugar más discreto. Mi padre tiene una foto muy buena donde se ve esa esquina del quiosco donde estaban esas revistas y cuatro mujeres entrando a la Iglesia. Le gustaba también las tradiciones de los gañanes arando, las mulas y todo esto.

-Sin haber nacido aquí, su padre le profesaba un gran cariño a Tomelloso…

-La familia de mi padre era de la Vega de Pas en Santander. Sus padres eran de San Roque de Ríomiera, donde también nos llevó a nosotros una vez. Pero acabó echando raíces en Tomelloso, y aquí hizo muchos amigos. Mi padre participó con Alejandro Villena en un documental que le hizo a López Torres. Alejandro filmaba y mi padre le iba haciendo la entrevista. Hay una foto de ese trabajo con la silueta de López Torres que es preciosa.

-Era también un viajero incansable ¿no es así?

-Sí,  fue por muchos sitios de España y Europa. En uno de sus trayectos con la bici llevó dos cartas saluda, una del Ayuntamiento de la época de Javier Lozano, firmada por Antonio Ropero, y otra del presidente de la Hermandad Virgen de las Viñas al abad de la Basílica de Covadonga. Cruzaron en bici buena parte de la península  con Cayo Losa y mi tío Santiago. Todos sus viajes los cuenta en unos libritos que hacía de su puño y letra y ahí reflejaba las vicisitudes y anécdotas que le pasaban en cada viaje. Otro de los más memorables es el que hizo con Paco Magras y Pedro Carrasco en dirección a Moscú cuando España no tenía relaciones diplomáticas con los países del este. Solo pudieron llegar hasta Praga, desde allí los volvieron y a mi padre le quitaron el carrete de las fotos. Y curiosamente, siempre que viajaba por Europa le gustaba pasarse por Alemania para saludar a los muchos amigos que dejó allí.

-Llama la atención el buen revelado de sus fotografías…

-Las fotografías las revelaba en casa y las diapositivas las mandaba fuera.  Se encerraba en el cuarto de baño, encendía su luz roja y nosotros que andábamos por allí, llamábamos a ver si podíamos entrar.  Se hacía tarde y nos íbamos a la cama porque al día siguiente había que ir al colegio, pero por la mañana  pasábamos al baño y estaba forrado de fotografías. Era algo que nos llamaba mucho la atención.

-¿Cómo cree que hubiera afrontado su padre el cambio al formato digital?

-Seguro que bien. Mi padre era muy analógico, pero se adaptaba bien a los cambios. Le hubiera sacado partido, sobre todo, porque lo digital te permite hacer muchas fotografías y elegir luego las mejores. Sin embargo, en lo analógico solo tenía treinta y seis oportunidades. En el tiempo que él vivió  eran pocas las personas que hacían fotografías. 

-¿Cuáles son las fotografías  que más le gustan?

-En el salón de casa tengo varias fotografías. Hay una del Ayuntamiento, tirada desde la segunda planta de La Posada, en la que pueden verse las personas mayores con las típicas blusas negras y las boinas. Hay otra, que le premiaron en un  concurso de La Solana, donde se ve un gañán haciendo un alto en el trabajo, bebiendo agua de un botijo y con la cabeza de la mula al lado. La tituló “Persona, animal y cosa”. Y también otra muy curiosa la hizo cuando le avisaron que se habían dejado los aspersores del antiguo jardinillo de la plaza encendidos y mi padre sacó unas fotos de los chupitos de hielo que había formado el agua. Iba a fotografíar bodas curiosas como cuando se casó Felipe, el hermano de Ángel Polito. También recuerdo la que nos hizo la primera que nos llevó al fútbol, al Bernabeu, a ver un Real Madrid – Athletic de Bilbao.

-¿Compartía su padre su afición a las fotos con la familia?

-Claro que sí. La compartía con la familia y también con los amigos. Recuerdo que organizaba en casa sesiones de fotos de diapositivas. Empezaba por la tarde y seguía hasta bien avanzada la noche porque podía enseñar unas trescientas fotografías. Los mayores se lo pasaban bien y los que éramos niños nos acabábamos durmiendo porque  eran sesiones maratonianas. Otras veces organizaba las fotos y hacía que nos disfrazaramos de alcalde, de monja, de policía, de cura…de cualquier cosa. Y te marcaba un poco la escena y el gesto que tenías que hacer. Después, la gente se tronchaba de risa viendo estas fotos.  A su primo Moises le hizo que se subiera al pedestal donde iban a colocar la figura de El Obrero. Moisés su subió al pedestal con el periódico y en la misma postura que el personaje.