Caroline Culubret mantiene viva su pasión por el arte
trabajando todos los días. A ella, como a los grandes creadores, la inspiración
le pilla trabajando. Y esa dedicación se nota en la sorprendente exposición, “Simbología
Femenina” que se puede admirar hasta después de las fiestas navideñas en el
Museo López Torres de Tomelloso. Una muestra que no nos deja indiferentes, de hecho,
al atravesar la cortina que sirve de puerta a la exposición, uno se ve
sorprendido, estremecido al contemplar de golpe la obra de Culubret.
De las cuatro paredes de la sala temporal de la pinacoteca cuelga
la creación más reciente de la pintora, la feminidad deslumbrante de su obra,
su elevado lenguaje artístico, su desbordante fantasía y su indiscutible
calidad pictórica. “Simbología Femenina” está siendo, sin ninguna duda, uno de
los acontecimientos culturales de estas fechas festivas en Tomelloso. Hemos
visitado varias veces la muestra y siempre había muchos visitantes. La última
de nuestras visitas sirve para charlar con Culubret. Siempre es un gusto.
Hablar con la pintora nos aleja por unos instantes “del mundanal ruido”, sus
palabras y su arte sosiegan.
La artista ha acudido al López Torres desde que se inauguró “Simbología
Femenina”. Para Culubret, una exposición no es colgar los cuadros y no aparecer
“es importante estar, abrirte al público, explicar tu obra a los visitantes”.
Además, “se pretende vender, yo no vivo del aire”. Está recibiendo muy buenas
críticas por parte del público que está acudiendo a “Simbología Femenina” y eso
hace que la artista “me vaya a casa más contenta y con más ganas de trabajar y
de seguir adelante”.
—¿Por qué “Simbología Femenina”?
—Es muy fácil de entender, femenina porque aparece la figura
de la mujer y simbología porque cada obra tiene un significado. Cuando creas
una obra, una pintura, no solo importa la maestría o la técnica al ejecutarla,
también el significado de la misma.
—En su caso tiene mucha importancia el significado, de hecho,
lo explica en las cartelas de los cuadros.
—Pero no explico lo que significa la obra. Trato de dar
una pista o abrir una ventanita para que cada espectador pueda meterse en el
cuadro e interpretarlo como le venga en gana.
—¿A qué se debe la casi exclusiva presencia femenina?
—Es la que utilizo para contar mis historias; llevo
haciéndolo toda la vida, el desnudo, la figura de la mujer…
—¿Es su obra una reivindicación de la mujer?
—No. Nunca me he sentido diferente al hombre. Lucho por lo
que quiero, creo en lo que hago y para mí es suficiente.
—La exposición no es en absoluto homogénea. Se nota mucha
diferencia entre la “Serie roja” y otras obras más trabajadas…
—Ha dos tipos de obras en “Simbología Femenina”. Por un lado,
las pinturas y dibujos del natural, como la “Serie roja” con todos los cuadros
pintados con un modelo en directo con la Asociación “Los jueves al desnudo” y muchos
más, sobre todo, los de pequeño formato. Eso permite hacer un trabajo rápido.
Después está la obra de mayor formato que ya está más elaborada, que he tardado
meses en hacer. Para llevarlas a cabo te tienes que apoyar en la fotografía, no
te puedes permitir estar varios meses con un modelo.
Quiero reivindicar la pintura del natural, que se pierde,
parece que no existe. Tenemos tantas posibilidades de hacer arte, entre
comillas, que todo esto se está perdiendo. Creo que es algo que tenemos que
defender.
—Y efectivamente lo defienden en la Asociación “Los
jueves al desnudo” …
—Todo artista o pintor formado en academias o en escuelas de
arte, o en Bellas Artes ha llegado a probar la pintura del natural. Cuando
acabas tu formación parece que eso desaparece, ya no puedes volver a hacerlo.
Un artista solo no lo puede llevar a cabo porque es muy costoso. Creo que todos
los pintores desean tener la posibilidad de dibujar del natural. Es muy bonito,
es donde realmente aprendes y de donde sale la pintura. Eso es pintura, eso es
dibujo.
—Los materiales también tiene mucha importancia en su
obra, ¿es así?
—Es una mezcla de todo. No solo importa la realización de la
obra y su significado sino también su presentación. Todo tiene que ser un
conjunto armonioso. Es cierto que utilizo elementos como ventanas, marcos
viejos, puertas, armarios… Reciclo lo que puedo dando una segunda vida a cosas
viejas que se han desechado.
—¿Y en cuanto a la realización de la obra?
—Hay dibujo, pastel, óleo… diferentes técnicas, trabajadas
de maneras distintas y con soportes muy dispares. No me limito al óleo sobre
lienzo, es más, creo que así no tengo ningún cuadro, sino óleo sobre tabla, o
sobre papel, que pueden ser partituras o un libro de Biología, o sobre una tela
pakistaní. Realmente se puede trabajar
sobre cualquier superficie… sobre estuco, estos cuadros vidriados, el fondo es
estuco.
—Hay unas cuantas obras que, especialmente, deslumbran al
espectador. Realizadas con una técnica elaboradísima y con mensajes
sobrecogedores…
—Son tres cuadros, los más importantes de la exposición y
que quería que formasen parte de la muestra. La razón por la que no inauguré el
año pasado fue porque me faltaba acabar uno de ellos. Son mis hijos y los he
retratado como yo los veo, como creo que son.
—Como son realmente para usted, en todo caso.
—Veo que cada uno de ellos tiene las cosas muy claras en su vida. Carlota es bailarina, y ahí está bailando. El cuadro está inspirado en una sesión de fotos de Javier Carrión que me pareció tan bonita que le pedí una prestada para hacer este retrato. Nina Marina tenía que estar en el mar, ella es medio pez, desde muy chiquitina se ha dedicado a los deportes de agua. Siempre está en ese elemento. Y luego está Loup, que significa Lobo en francés, ha salido animalero. Está estudiando para ser auxiliar de Herpetología, la ciencia que estudia los anfibios y reptiles. Tiene en sus manos a Sonia, un sapo que está con él desde que tiene nueve años.
—¿Está contenta con la exposición?
—Por supuesto, estoy muy contenta. Tenía muchas ganas de
hacerla. El López Torres es un museo al que le profeso mucho cariño, pero al
que también le tengo mucho miedo. Es inmenso el escenario, tanto que la obra
grande se hace pequeña.
—¿Cómo mantiene Caroline Culubret la llama de la
inquietud artística encendida en un periodo de madurez creativa y personal?
—La verdad es que no pido mucho, solo quiero disfrutar con mi
pintura y creer en lo que hago. No necesito más
—Pero se le nota que se emociona con lo que hace, que
busca cosas nuevas…
—No dude que cada vez será más la emoción. Y por supuesto se
va cambiado, esta exposición no tiene que ver con otras, evolucionamos,
cambiamos, incorporamos nuevas cosas.
—Insisto, ¿cómo mantiene viva su fascinación por el arte?
—Trabajando todos los días. Hay que trabajar. Trabajar y
soñar. Sueñas y aparecen las obras, sueñas y aparecen las ideas. Picasso decía
que la inspiración te pille trabajando, tú no puedes esperar a tener ganas o
sentirte iluminado para trabajar. Da igual, te subes al estudio y te pones a
hacer algo.
—Da clases, pertenece a varios colectivos artísticos,
como “Arrakis” o “Los jueves al desnudo”, ¿de dónde saca el tiempo para crear?
—Lo prioritario para mí es el tiempo necesario para
desarrollar mi trabajo. Lo otro es secundario.
—Supongo que ya está trabajando en la próxima exposición…
—¡Hombre, pues no! (risas). Cuando se tiene montada una
exposición hay como un tiempo de pausa. Te quedas agotada, esto tiene muchísimo
trabajo. Necesitas un poco de reposo posterior. Después de la muestra del Museo
Infanta Elena no conseguía pintar, no se me ocurría nada y salió “Absenta”. Es
difícil volver a retomar la creación.
—No me resisto a preguntarle por las cortinas rojas…
—Se me ocurrió colgar las cortinas en la puerta para que la
exposición fuese algo íntimo. Muy íntimo. Y para circunscribirla a la sala. Por
eso no he colgado nada fuera.
También he incorporado elementos a los cuadros, como el kimono
de Nina, los pájaros de Carlota, la botella de absenta, o la rama del cuadro de
Loup. Busco interactuar con el público, lo mismo con los escritos. No pretendo
explicar la obra, sino abrir una ventanita para que el público deje volar su
imaginación.
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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