Regresaba este sábado Yllana al Teatro Municipal Marcelo
Grande. Volvía a casa por Navidad —no nos resistimos a usar la frase
publicitaria— dentro de la Programación de Artes Escénicas del área de Cultura.
La veterana compañía es un valor seguro, con los madrileños siempre se acierta
y sus representaciones en Tomelloso se cuentan por éxitos. No fue menos con “Passport”,
la función que nos ofrecieron anoche, el alocado montaje del surrealista viaje de
una compañía de teatro a uno de esos países que acaban en tan y que divirtió de
lo lindo al numeroso público que acudió al teatro.
Yllana, como saben nuestros lectores es una compañía que ha
viajado por todos los rincones del mundo, ha participado en el festival de Aviñón,
o ha llevado sus montajes a Nueva York o Singapur. En esos viajes han surgido
un sinfín de anécdotas que han trasladado a Passport, la historia de cuatro
cómicos de gira a un país imaginario llamado Komedistan.
Cuatro intérpretes geniales, Cesar Maroto, Rubén Hernández, Susana Cortés y Toto Curcio, que desplegaron en las tablas del
Marcelo Grande su extraordinaria vis cómica y el sello del teatro gestual de
Yllana. Unos actores que no dieron tregua al respetable durante la hora y media
(se nos pasó volando) que dura un espectáculo que «es un homenaje a la vida de los
artistas que cruzan fronteras con el propósito final de compartir la risa por todo
el planeta», dice el dossier de prensa de la función, y a fe que la comparten.
La función comienza en el hall de un aeropuerto arrastrando
maletas, que nos recordó a Tricicle, para seguir en la cabina del avión que
lleva a los cómicos a una isla en medio de la nada, Komedistan. El reto de
pasar la aduana en un extraño país con unos intimidantes carabineros se
convierte en un descacharrante sketch con Yllana. Y qué decir de la comida en
Donis Restaurant donde uno de los actores intenta pedir comida diccionario
mediante, con guiños a Rosalía y platos volando al público.
A cada escena las carcajadas aumentaban y ya saben la marca
de la casa, el público es el actor número doce, y la participación del
respetable es las obras del Yllana es tan segura como la de los asistentes al
Concierto de Año Nuevo en Viena. En otro sketch comprobamos la dificultad de
dormir en la habitación de un hotel donde todo se revela, desde el cepillo
eléctrico, hasta el neón de la fachada, pasando por el goteo de los grifos, una
rave en el edificio o un mosquito trompetero que lleva al pulso al atribulado huésped.
Y, por fin, el debut en el Teatro Mikoski. Y quien va a las
obras de Yllana sabe que inexorablemente un miembro del público acabará subido
al escenario. Esta vez el incauto espectador es el señor Mikoski, el dueño del
teatro que negocia el contrato con los actores al más puro estilo marxiano. Una
descacharrante berrea, pero berrea de verdad, que hace que el público se
desternille es uno de los momentos más cómicos del Passport. Tampoco se queda
atrás la preparación de Susana Cortés en el camerino antes de salir al
escenario.
La melancólica del Mikoski y del país da paso a una
trepidante escena (¿quién no ha olvidado el pasaporte en la habitación del
hotel?) en la que se despliega la esencia de Yllana… Y al final, mientras el piloto
automático de “Aterriza como puedas” volaba por la platea , el público premió
con una gran ovación a un divertido montaje que nos hizo reír a gusto. Algo que
vale su peso en oro, dados los tiempos que corren.
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Sábado, 4 de Enero del 2025
Viernes, 3 de Enero del 2025