La luz solar de los primeros días de verano fue dejándose caer con rapidez, con su tonalidad dorada y un brillo, que en los campos de regadío y en los de secano, reflejaba el color del agua cristalina. Los hombres atravesaban días sin aparecer en sus hogares, y requerían una tarea rápida, se requería un considerable esfuerzo para segar y así lograr el resultado óptimo. Después, los labradores y sus yuntas llevaban la siega a las eras. Con sus mejores equipos y siempre con sus mejores mulas, carros y galeras. Los carros con bolsas, y las galeras…con marcos que se montaban, y alcanzaban una altura de 6 reos o más de mies en las galeras, de ahí empezaba la esperanza, una gran actividad física muy dura, llena de un esfuerzo continuo durante los días que duraba todo el trabajo, tan deseado de la recolección.
De la Siega, donde los hombres, ataviados con tres dediles, solo en la mano izquierda y con gran habilidad, segaban las mieses. Ya se aproximaban las tardes desde la era. La ilusión se iba formando en los chicos con los calores del mes. Para la mayoría de los niños la era, la trilla, era algo divertido, casi una fiesta.
Los hombres extendían las mieses en la era y primero le daban a pata con las mulas para bajar la parva. Luego se enganchaba las mulas a la trilla con unos aperos llamados sogas de trillar, que eran diferentes a las guarniciones de tiro. La trilla se desplazaba a través de una vuelta y aún más vueltas hacia la alfombra, dando lugar a ponerla completamente redonda, tan deseada, a un círculo casi perfecto. Los niños estaban impacientes yendo del centro de la era al extremo, donde los mayores habían construido un chozo, para proteger a los niños del intenso sol y mantener allí él vinculó, con el botijo para refrescarse de ese sol de verano, eran unas vacaciones vividas intensamente.
De pronto, un silbido. Mas uno alerta. A ver quién será el primero en subir a la trilla. El chiflido era suficiente para que toda la calma, se cambiara por ser el primero en subir, casi sin cesar de un pequeño salto la trilla, y experimentar aquella sensación de libertad, de ilusión, viendo trotar las mulas, con esos nombres, la jerezana, la guapa…nombres de las mulas que nunca se olvidarán, ni esa ilusión, con la misma ilusión. De La libertad mágica, es un elemento esencial para la libertad, la parva se ubicaba en el centro de la era y se aproximaba al viento de Levante, en la atardecida estación. ç
Durante los días de trilla, se consumía una tortilla de patatas, chorizos, longanizas, morcillas o lomo sacados de las orzas, pipirranas, y sardinas arenques, acompañada de vino de la bota. Se trataba de una costumbre muy antigua en la era, en la que los varones dormían en la era para guardar el contenido de la cosecha. Mientras que los infantes solicitaban a los ancianos, que les permitieran dormir con ellos en medio de una gran algarabía. Era afirmativa la respuesta. La experiencia de dormir en la era bajo el manto lleno de estrellas, era incomparable. En un sueño placentero, los infantes se acomodaban sobre mantas, extendidas sobre la paja, con el fin de descubrir los astros, antes de caer en un sueño placentero que se encuentra, dentro de un tiempo sin reloj. Donde las horas se ocultaban en el silencio de la noche. Así eran los días de trilla.
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Jueves, 26 de Junio del 2025
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