Ejercer la actividad política es una opción, una vocación, pero nunca una obligación. Si alguien decide dedicarse a ella, la única obligación, ahora sí, tendrá que ver con mantenerse fiel a las directrices del partido al que pertenece y en caso de presentarse a unas elecciones y ganarlas, mantener las promesas electorales.
Cuando un gobernante fija su mandato cabalgando a lomos de concesiones a partidos que defienden postulados opuestos, no sólo a los del partido que representa (al menos hasta ese momento) sino que atañen a la sustancialidad de la Constitución y lo que resulta mucho más grave, sin intención de obtener contraprestación alguna siquiera a largo plazo, legítimo y lógico es preguntarse por qué lo hace.
El "calvario" político al que algunos aluden sobre el quehacer de Pedro Sánchez creo que resulta ser solamente virtual, pues la imágen que trasmite es justamente toda la contraria, reafirmando la conveniencia de cada concesión. Nadie lo ha obligado a tener que pasarlo, ha sido él quien ha optado por iniciar una andadura legislativa, sabedor de que iría acompañado por unos socios que le iban a indicar en todo momento, tanto la dirección como los límites y la meta del camino. Lo sabía y optó por ello.
Las razones, quizá la única razón de este comportamiento, de estas continuas concesiones, sin obtener nada a cambio, creo que en el fondo sólo la sabe él, siquiera sus más allegados colaboradores como Santos Cerdán o Félix Bolaños, que menos aún, los diputados que en la última votación no supieron en qué consistía el acuerdo con Junts. Quizá, eso sí, sepa algo más de ella el presidente del Tribunal Constitucional Cándido Conde Pumpido… ahí lo dejo
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Miércoles, 16 de Julio del 2025
Martes, 15 de Julio del 2025