Opinión

Los casinos o círculos recreativos en Argamasilla de Alba

Pilar Serrano de Menchén | Domingo, 4 de Febrero del 2024
{{Imagen.Descripcion}} 1960 - Salón del piso bajo del casino un día que hubo espectáculo infantil 1960 - Salón del piso bajo del casino un día que hubo espectáculo infantil

Próximo el carnaval un amigo me comentaba los concursos y bailes organizados en el Casino, el cual, actualmente decae por la falta de socios.  Sin embargo, los casinos, cuando fueron creados, en la época de la Restauración, fueron motivo para reunirse y realizar actividades de tipo asociativo y lúdico en sus salones. La sociedad que formó dichos Círculos puede clasificarse de acomodada. Ricos propietarios, hacendados y agricultores de clase media llenaban las listas de socios de los mencionados establecimientos. Atraídos por proyectos novedosos no dudaban en pagar determinadas sumas de dinero para construir los locales y así acceder a los beneficios de los que también fueron llamados Círculos Recreativos.

Las primeras noticias que tenemos sobre la existencia del Casino en Argamasilla de Alba, es la del 30/01/1882, fecha en la que presidente de la entidad remite al Ayuntamiento el Reglamento de la Sociedad que la corporación tenía solicitado. El mencionado Casino lo llamaron La Esperanza. El salón de reuniones estaba ubicado en la planta alta del Ayuntamiento, pagando en 1900, 50 pesetas anuales al municipio por el alquiler.

Años más tarde, ya en 1901, el Casino se denominaba La Unión. Tres años después,  1904, el Ayuntamiento remite “Elección Jurada del nombre y alquiler del Casino La Unión y certificado de estar disueltos el de Cervantes, (del que no tenemos datos), y el de La Esperanza”. En marzo de 1905 Azorín, lo describe: “El Casino está en la misma plaza; traspasáis los umbrales de un vetusto caserón; ascendéis por una escalerilla empinada; torcéis después a la derecha y entráis al cabo en un salón ancho, con las paredes pintadas de azul claro y piso de madera. En este ancho salón hay cuatro o seis personas, silenciosas, inmóviles, sentadas en torno de una estufa...”.

En 1908 el presidente del Casino solicita al Concejo una Relación y Certificación del nombre de la Sociedad, así como del domicilio y fecha de constitución. Días después, el Consistorio envía un certificado de los dos casinos que había en la localidad: La Humanitaria (del que haremos reseña en otra ocasión) y la del Casino La Unión. También en 1908, el 7 de mayo, el Ayuntamiento notifica a Tomás Aparicio García,  que le ha rescindido el contrato del alquiler “que tenía con el Casino”; asimismo le exige desaloje la sala  antes del 1 de junio del mismo año. Respecto a dicho desalojo, según nos informó en su día Ángel Márquez, fue  Gabriel Aparicio García, el que abre una sala en la fonda de la Jantipa que, durante un tiempo, funcionó “como Casino”. En esos años la fonda la regentaba el mencionado Gabriel Aparicio, hijo también de la dueña de la pensión.


Igualmente el Casino estuvo situado en las paneras de la Casa de la Tercia, esquina a la calle Colegio. El dato lo aportó Delfina Ruiz Jiménez de la Cuba; pues  ella, de pequeña –nació en 1908- era llevada por sus padres a ver títeres al mencionado salón. Por otro lado, la primera cerveza que bebió fue servida en dicho Casino en un baile de máscaras.  También, Francisco Montalbán Serrano nos informó que, el Casino, durante un tiempo, estuvo ubicado en casa de los hermanos Segura Padilla, en la calle Hospital, actualmente Capitán Sánchez Alcántara. 

Problemas económicos 

Problemas económicos tuvieron los socios por la necesidad de tener en la localidad un local amplio para espectáculos que programaban, pues en el mes de febrero de 1909 llega al Ayuntamiento una solicitud del Círculo Artístico de Argamasilla: “Pidiendo autorización para alquilar el edificio llamado Panera del Pósito para una función teatral”.

Cuatro años después, 24/01/1913, el Administrador de Contribuciones e Industrias de Ciudad Real, remite la declaración presentada por Gregorio Moya: Presidente del  Círculo Artístico para su tributación por el concepto de impuestos sobre “Inquilinato de Casinos y Círculos de Recreo”. En 1917 la Junta Directiva la presidía Ricardo Lanzarote; Vicepresidente  Casimiro Sánchez; Conciliaros: César Lucendo y Pedro Lucendo. En cuanto a otros cargos: Vicente Serrano fue elegido Tesorero y bibliotecario Pedro Padilla. Las funciones de Secretario y Vice-Secretario, las ocupaban Fructuoso Coronado y  Antonio Lucendo. 

Construcción del actual Casino 

Al año siguiente, 1918, en Asamblea Ordinaria, se acuerda poner una cuota extraordinaria a los socios de 10 pesetas “para construir las dependencias de un casino”. el proyecto toma forma en la Junta General Extraordinaria,  12/01/1919, cuando por mayoría de votos, se acuerda construir una “casa para Sede Social del Casino La Unión”. En la misma Asamblea se autoriza a la Junta a que solicite al Ayuntamiento ceda a la Sociedad los metros sobrantes existentes en la vía pública “junto al Barranco de la Plaza, saliente con el Guadiana” (lugar que ocupa el Casino actualmente). También se acuerda conceder paquetes de `acciones’ a los socios por valor de 50 pesetas: correspondiendo a cada ‘acción’ una parte del edificio y bienes; para animar a los socios a participar, las citadas ‘acciones’, recibían un interés del 4 % y podían ser transferibles por sorteo una vez que la Sociedad dispusiese de un capital de 500 pesetas.

Posteriormente, ya el 10/04/1919, se nombra a José Valverde para que firme la escritura, junto con el Ayuntamiento, del edificio dedicado a Casino. Y el 22 del mismo mes, mediante elección, se nombra nueva Junta Directiva de la Sociedad. Los nombrados fueron: presidente  José Valverde Salazar; vicepresidente: Julián Lucendo Asensi. Conciliarios: Juan Ramón Gómez, Juan Eugenio Muñoz y Antonio Amat. Como bibliotecario fue elegido Lorenzo Menchén Jiménez; tesorero Ramón Peinado; secretario Gustavo Ginel y vice-secretario Antonio Lucendo. También en la citada asamblea se acordó nombrar un Consejo de Administración con los 5 mayores ‘accionistas’ y el 13 de junio de 1919 la cantidad aportada por suscripciones para conseguir ‘acciones’ rondaba las 9.200 pesetas; cantidad que “era insuficiente para terminar el edificio”. De esta forma se acuerda realizar una nueva suscripción de los citados ‘valores’.

Ese mismo año, el 12 de septiembre, la Sociedad pide un préstamo a los socios de 20.000 pesetas. Pero sólo 23 fueron los que aportaron la citada cantidad, entregando a la sociedad, la suma de 869,57 pesetas “cada individuo”. Este préstamo, según acuerdo de la asamblea, se pagaría a un interés del 5 % para 6 meses vencidos. El tiempo máximo que la sociedad concede para su devolución era de 10 años, amortizándose la deuda al 10 % anual. Otros acuerdos respecto al préstamo fue elegir la moneda empleada para pagarla. Después de algunas discusiones se autoriza a la Junta lo hiciese en moneda corriente, y si acaso  tuviese depreciación, en monedas de plata y oro. Sin embargo, estas obras fueron muy criticadas; pues según nos informó unos de los socios:  Baldomero Gómez Almansa, los gastos de mano de obra de los albañiles importaron  “más de 3000 pesetas y cada carro de piedra que llevaban los accionistas para hacer la edificación valía una acción de 4 a 5 pesetas”.

Otros puntos acordados en la Asamblea del 12 de septiembre 1919, fue la elección de los socios que iban a ser los encargados de redactar “el Reglamento de la Sociedad”, resultando elegidos: César Lucendo, José Valverde, Pedro Padilla y Pedro Antonio Martínez. También, a pesar de las críticas por el monto de los gastos, se autoriza a la Directiva a realizar diferentes obras, como fueron: poner una baranda en la azotea del edificio de cemento armado y tres balcones encima; poner puertas de entrada; instalar en el piso bajo unos antepechos; autorizar se pusiesen ventanas fraileras de librillo y que las puertas de la calle fueran metálicas.

Sin embargo, en cuanto a las obras, no sería hasta el 31/01/1920, cuando se autoriza a la directiva para que realice el entarimado de la planta baja. También se le autoriza, dado que  se había instalado la luz eléctrica, a que el salón principal fuera decorado, tomando el acuerdo de hacerlo por medio de cuadros cervantinos pintados por el profesor historicista, Francisco Navalón Belluga: un pintor que también realizaría otras obras en Argamasilla, como fue la realizada para la Cueva de Medrano. Por iguales fechas se arrienda el salón de la planta baja “para baile de máscaras”: este arrendamiento se produjo mediante pujas a sobre cerrado concediéndole el beneficio a “Cándido Arenas por ofrecer mayor cantidad”.

Otras cuestiones importantes las solventaban los directivos. Y no muy buena cara les pusieron los socios cuando el 1/01/1920 la deuda del préstamo antecedente ascendía a 5.275 pesetas. Los gastos que justifican en dicha fecha los señores que dirigían el Casino fueron: alumbrado eléctrico, calefacción, abono del teléfono y suscripciones de periódicos. Tres meses después, 30/04/1920, la Sociedad acuerda comprar un aparato cinematográfico. La compra se justifica porque puede “allegar recursos a la Sociedad”.           

Espectáculos en el Casino 

No tenemos noticias de las actividades culturales-sociales que había en el Casino antes de 1921 (pero creemos se celebraron); ya que los datos empiezan en enero de dicho año, que es cuando se arrienda “el Salón-Teatro de la Planta Baja a Francisco Carrillo”. El arrendamiento era para 5 años, y el precio del arriendo 10.000 pesetas el quinquenio. Para poder llevar a cabo festejos y bailes, en la misma fecha, los socios acuerdan realizar mejoras y obras en el salón de la planta baja, con cargo al arrendatario.  

Las mencionadas obras fueron, en opinión de los socios, “como las realizadas en un casino de Madrid”. Consistieron en hacer un escenario completo con decorado para toda clase de espectáculos; construir habitaciones debajo del mismo para artistas; poner embocadura de escenario con un “telón de anuncios y cortinas según la moda”; realizar un anfiteatro de madera sostenido por columnas de hierro: el anfiteatro tendría forma de herradura y tres filas de asientos, permitiendo la entrada al primer descanso por la escalera del Casino; poner sillas y butacas con toda comodidad; hacer instalación eléctrica; y por último decorar el salón “decentemente”.

Al finalizar las obras, y al cumplir la fecha del quinquenio, el arrendatario, según el acuerdo del contrato: “Se le descontarían las pesetas para que quede a favor del Casino”. Sin embargo, debieron surgir algunas dificultades para terminar el proyecto; pues finalmente, el arrendador del Salón-Teatro tuvo que pagar 12.000 pesetas por el quinquenio. Quizá influyera en el aumento de la cuota que no fue el único pujador que intervino en la subasta del salón, ya que, Bartolomé Dotor, también se comprometió a realizar mejoras en la sala, apostando por un precio más bajo que el del anterior postor, por lo que le exigieron a Carrillo aumentar la cifra. Con estas obras la “Sociedad del Casino La Unión” iniciaría una época de auge cultural para Argamasilla, pues en sus salones se celebrarían: conferencias, recitales, bailes, etc., continuando la época de apogeo con diversos actos.

Sin embargo, el 5 de enero de 1924 la Alcaldía envía al “Presidente del Casino La Unión” un comunicado que decía: “Que no reuniendo el salón destinado por el Casino a Cinematógrafo las condiciones exigidas en la Real Orden del Ministerio de la Gobernación de fecha 15/02/1908, haciendo la Alcaldía uso de las atribuciones que se le conceden en el Art. 19 de referida disposición, se clausura dicho salón, hasta tanto no se ponga en las debidas condiciones”. La falta de condiciones era no disponer de extintores para posibles incendios en la sala donde estaba el cinematógrafo. El 13 de marzo del mismo año la Alcaldía: “Da el visto bueno para abrir el Cinematógrafo, pues ya dispone de extintores de incendios”. El nombre de dicha sala era “Teatro Cervantes”.


En el mismo período el Administrador de Rentas Públicas remite la instancia cursada por José Montalbán García-Noblejas  por la cual: “Se le da de alta en la Contribución Industrial por 30 funciones de Cinematógrafo celebradas en el Teatro Cervantes de esta población”. Al año siguiente, el 22 de abril, de nuevo, José Montalbán solicita a la Administración de Rentas Públicas, le den alta: “Por 30 funciones de Cinematógrafo celebradas y por celebrar en el Teatro Cervantes”. Y el 21 de Mayo de ese año, como resolución a la instancia presentada el 19 del mismo mes, se autoriza a Alfonso Segura Padilla y Manuel Moya Lucendo: “Para dar toda clase de espectáculos, tanto artísticos o cinematógrafos en el teatro de verano Real Cinema X (no sabemos en qué lugar estaba ubicado), que debe cumplimiento al Reglamento de Policía y Espectáculos”.

El 11 de Junio de 1926 según el cómputo dado por el Ayuntamiento al Administrador de Rentas Públicas, las funciones celebradas desde el 1º de diciembre de 1926 en Argamasilla habían sido. “De varietés 8; bailes de máscaras 4; cinematógrafo 18 sesiones”. El 4 de Septiembre de ese año el Administrador de Rentas Públicas de la Provincia remite al Ayuntamiento las declaraciones de alta en la matrícula de Contribución Industrial de Comercio y Profesiones, presentada por Aurelio González y José Montalbán, como empresarios del “Teatro-Verbena y Cervantes de la población”. Añadimos una curiosidad sobre el pago de las entradas al mencionado cine en los años cincuenta; pues se admitía entregar un huevo al portero para ver la película.

Otras actividades culturales y sociales se organizaron en el Cinematógrafo de nuestra localidad, como eran las que el Ayuntamiento programaba; también se celebraban asambleas de diversa índole; teatros de actores locales, etc..     

Para terminar diremos que curioso es el periplo del Casino en Argamasilla de Alba; pues era uno de los lugares mejor acondicionados de la localidad (aún lo es) para invitar a los numerosos e importantes escritores, periodistas, viajeros y visitantes que vinieron atraídos por la tradición cervantina. Por ello no es de extrañar los comentarios que muchos de ellos hicieron en los artículos que publicaron. Pero dicha relación la dejaremos para otra crónica. 

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