La lucha por la justicia climática es el eje de la LXV Campaña Contra el Hambre de Manos Unidas con la esperanza de lograr cambiar el rumbo en favor de un planeta sostenible, sin pobreza ni desigualdad.

El antiguo Casino albergó este martes la presentación de la campaña que, bajo el lema ‘El efecto ser humano’, confía en “una acción urgente, valiente y responsable”, como indica el Papa Francisco, para lograr salvaguardar la salud de la Tierra y ayudar a los más vulnerables ante las consecuencias de la degradación del planeta.

“La actividad económica de los países más ricos genera desigualdad y pobreza en los países más pobres. Nuestros estilos de vida y consumo necesitan de una producción a gran escala, hacen proliferar el agronegocio, la minería descontrolada o el consumo de combustibles fósiles y dan alas a las actividades extractivas. Y, mientras, aquéllos que menos se benefician de estas actividades sufren las consecuencias negativas que tienen sobre el ser humano”, expuso Conchi Martínez, presidenta de Manos Unidas, que indicó que el 10 por ciento de la población más rica del planeta consume alrededor del 39 por ciento de toda la energía que se produce en el mundo, mientras el 10 por ciento más pobre utiliza el 2 de la energía total.

Así mismo, el 10 por ciento de la población mundial es responsable del 48 por ciento de las emisiones globales, mientras que al 50 por ciento más pobre le corresponde el 12 por ciento de esas emisiones.

Sequías pertinaces, contaminación de acuíferos, subida del nivel del mar y desaparición de caladeros de pesca tradicionales son algunas de las consecuencias que están sufriendo de forma más acentuada los más vulnerables, con un incremento de desplazamientos forzosos, que afectan ya a más de 800 millones de personas, apuntó la responsable de Manos Unidas, organización que reclama la práctica de la justicia climática apostando por la “conversión ecológica desde una perspectiva global e individual”.

En este sentido, aboga, por un lado, por una implicación de la política global en la lucha contra el cambio climático que, “para ser justa, debe centrarse en los más vulnerables”; y, por otro, un cambio de estilo de vida, de producción y consumo, “renunciando a la actual cultural tecnocrática en beneficio de una auténtica cultura ecológica”.

Los proyectos de cooperación que impulsa Manos Unidas buscan “crear resilencia en las comunidades” beneficiarias para que “puedan afrontar con garantía de éxito las dificultades que generan los efectos negativos del cambio climático”, agregó Martínez, que aludió al Papa Francisco en relación con la necesidad de poner fin a “esta insensata guerra contra la creación” y a Benedicto XVI al subrayar que “paz, justicia y conservación de la creación son tres temas absolutamente ligados”.

El encuentro, al que asistió la concejal de Servicios Sociales, Aurora Galisteo, también contó con la intervención de la misionera Pennamma Vattappulathu Joseph de la Congregación de María Mediadora, quien narró su experiencia en proyectos relacionados con la promoción de la mujer y la educación en India. Enfermera especializada como matrona y formadora de otras misioneras, ha trabajado en pueblos “muy remotos” donde no había escuelas y empezaron a dar clase a una decena de chavales bajo un árbol y ahora cuentan con un colegio con 1.580 estudiantes. Podía ayudar “porque ustedes colaboran” y en ese trabajo se sentía “abrazada por la generosidad de la humanidad”, comentó, al tiempo que resaltó la valía de dignificar a las personas aportándoles recursos y formación.

Así mismo, el acto incluyó la entrega de diplomas a empresas y entidades que se han sumado al programa ‘Somos Solidarios’, con un donativo anual de 365 euros a Manos Unidas, un euro al día. Cuentan con este sello solidario, entre otros, las Fundaciones Globalcaja y Elisa Cendrero, el Balonmano Caserío Ciudad Real, el Colegio de Enfermería, Covap y la Cooperativa Jesús del Perdón.  

La velada culminó con un magnífico recital a cargo del violinista ruso Alexandre Sivukha que interpretó, entre otras piezas, La primavera de Vivaldi, Serenata de Schubert, La vida es bella de Piovani, la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart, Cinema Paradiso de Morricone y Por una cabeza de Gardel.