Más que centenaria, la Bodega Virgen de las Nieves está
situada en Cinco Casas, en la parte antigua de la pedanía. Alejada del trajín
de la carretera y del nuevo pueblo de colonización, la aldea todavía deja
entrever el esplendor que tuvo no hace tanto. La Calle Virgen de las Nieves, que
coge el nombre de la bodega, larga, recta y ancha, tiene a ambos lados casas
blancas, algunas con zócalo de añil. Con un acompañante de excepción, el poeta
Dionisio Cañas, accedemos a la bodega por una gran portada que da a una plaza
que forma el ingenio vinatero con la estación de tren.
En el inmenso patio de la instalación nos espera Primitivo
Cabezas, el actual propietario de la bodega. Sin solución de continuidad
bajamos a la cueva. Gigantesca, calcula Primitivo que tiene más de 120 veinte
metros de larga por cerca de 6 metros de ancho. Está excavada a mano, nos
cuenta el dueño, en la pura roca. Cabezas nos asegura que se hizo la cueva en
el último decenio del siglo XIX.
Faltan en la cueva algunas tinajas —de barro, hechas en
Villarrobledo y de una cabida de 200 arrobas—, dado que “a mí padre le
ofrecieron la posibilidad de sacarlas, pero no terminaron”. La cueva acaba en
un muro reciente que tapia la parte de la cueva donde se depositaron las
tinajas rotas “y hay más cueva”. Se le nota a Primitivo el cariño que le profesa
a la bodega, ha conservado los empotres tras la última limpieza “para que si le gusta a algún
caprichoso tenga un patrón con el que restaurarla”.
La Bodega de las Nieves fue un referente en la zona, señala
el actual propietario que había vendimias que entraban por la piquera más de
millón y medio de kilos de uva “contábamos con una clientela fija y estamos
situados en un sitio estratégico, entre Tomelloso y Alcázar”. Por ello, muchos
agricultores de esas localidades que tenían las viñas en la zona de Cinco
Casas, le vendían a Primitivo las uvas, evitando el engorroso acarreo.
Ya es la superficie, recorremos las instalaciones de las
Nieves guiados por Primitivo Cabezas. Una gran bodega repleta de espectaculares
tinajas de cemento; las amplias naves, de un blanco inmaculado y con magníficas
techumbres de vigas y zarzos. Sorprenden las ventanas ojivales de los
almacenes, que denotan el buen gusto y el cariño de los creadores de la bodega.
Cabezas señala mientras recorremos dependencias que ha
llevado a cabo constantes labores de mantenimiento en la finca. De hecho, así
lo hizo con un molinete para sacar agua de un pozo (que nos recuerda a los de
las estaciones de las películas del oeste) y que “Filomena” doblegó. Los
periodistas no dejamos de sorprendernos a cada paso, las majestuosas
caballerizas en las que los establos están decorados con verdaderas obras de
orfebrería metalúrgica.
Nos confiesa Primitivo Cabezas su deseo de que las instalaciones
gocen de una mejor vida. Está dispuesto a venderlas a cualquier administración,
dadas las posibilidades que tiene la bodega de convertirse en un centro etnográfico
o de interpretación de la cultura vitivinícola. No descarta el propietario que
también se pueda usar Las Nieves como un gran centro cultural, con salas de
exposiciones y estudios para los artistas. Incluso contempla la posibilidad de
traspasar la bodega a un inversor, ya que el sitio es un lugar ideal para el
turismo rural.
Acabamos nuestro recorrido en la vivienda de la bodega. Nos
sirve para certificar que las construcciones de la propiedad están bien conservadas,
todas. Y todas mantienen la esencia de la época en la que fueron erigidas. Subimos
a la azotea y con la luz de la tarde invernal para contemplamos la majestuosidad
de la finca.
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Viernes, 21 de Marzo del 2025
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