Este sábado, tras la representación de “Vive Molière”, el
público del Marcelo Grande dejaba la sala con una sonrisa en los labios, con
alegría en el rostro. Refrendar ese hecho es la mejor crítica posible de la
función de Álvaro Tato y Yayo Cáceres que Ay Teatro estrenaba en Tomelloso, un
homenaje al genio francés de la comedia. Y fue eso, comedia en estado puro durante
hora y media —incluso después de caer el telón— de la mano de un fantástico
grupo de actores, Cáceres y Tato no dieron tregua al público y mucho menos al
escenario.
Con una buena entrada, la platea estaba prácticamente llena,
la función comenzaba a la hora en punto. Y arranca con la diosa Fortuna, subida
a un tobogán, buscando al genio del teatro, ¿será Corneille?, ¿será Racine? Pero
los sirvientes de la voluble diosa le advierten que la tragedia la puede llevar
a la locura. Así, le hablan de otro candidato, del hijo de un tapicero real, Jean-Baptiste
Poquelin, que los siglos (y gracias a la diosa) conocerán por Molière.
Datos, Mito y Chisme llevan a Fama a Paris, para que conozca
al comediógrafo “que primero se convierte en sus personajes y luego vuelve a
ser él”. Para que progrese el enamoramiento que los sirvientes pretenden, qué
mejor que conocer al autor y su obra. Ay Teatro engarza una historia “de
amores, desamores, celos, encuentros, desencuentros, duelos, danzas y canciones”,
con las obras del genio de la comedia clásica francesa como hilo conductor.
Vive Molière ofrece un repaso de las obras del francés, en
densas escenas, como decimos, sin tregua. Si te despistas, pierdes el hilo. El
Tartufo, (“tan solo ofende lo que escandaliza, lo que no se ve no es pecado”); El
avaro Harpagón (“las cajas fuertes son cebos para ladrones”); Las preciosas
ridículas y sus extravagantes esdrújulas. Don Juan, El Cornudo imaginario, El burgués
gentilhombre, La escuela de los maridos, La improvisación de Versalles, El
enfermo imaginario o El misántropo (“en estos tiempos reina la maldad”), nos
sirven para recorrer la peripecia de un genio que quiere ser famoso por él
mismo. Para volver a pasearnos por sus personajes más arquetípicos,
maravillosos y misérrimos, que ni en Molière ni en la función de Ay Teatro hay
términos medios. Y es que, como dice en algún pasaje de la obra el propio genio
“la libertad es mi norte y el teatro mi razón”.
Las escenas de Molière son la urdimbre en la que Álvaro Tato
teje sus propios versos, sin complejos. Los diálogos entre la Fama, los
sirviente o Molière, son divertidos, ágiles, certeros, brillantes, no
desmerecen a los del francés. Y la escenografía de Yayo Cáceres nos deja
boquiabiertos, cambia de obra, de registro, con la ayuda del vestuario y cuatro
elementos escénicos.
La música es muy importante en el espectáculo, es un
personaje más de la función. El teclado y la voz de María Estal potencian la
obra, como hace una pizca de sal en un dulce. Fenomenales Laura Ferrer, Kevin
de la Rosa, Juan de Vera y Mario Portillo, que no solo hacen de Fortuna y sus
criados, también dan vida a todos los personajes “molierescos” desplegando su
saber hacer en el escenario. Incluso interactuando con el público en alguna
ocasión.
Y como una buena comedia que se precie “Vive Molière” acaba
en boda, la del francés —que no sabemos si murió en el escenario o en su cama,
de verde o de amarillo— con Fortuna, aunque la tenga que compartir con Lope,
Shakespeare o Calderón. Ay Teatro recibió una gran ovación del respetable, puesto
en pie. Y los actores ofrecieron una inopinada propina que ayudó a que el público
saliese del teatro con una gran sonrisa.
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Sábado, 4 de Mayo del 2024
Domingo, 5 de Mayo del 2024
Domingo, 5 de Mayo del 2024
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