Sin embargo, la pérdida de escaños del partido socialista gallego resulta algo más que notorio, pasando de catorce a nueve diputados, mientras el bloque nacionalista obtiene seis más. Quizá sea debido a que parte del electorado ha preferido votar a un partido de su tierra, mimetizado por el auge conseguido en Cataluña y País Vasco.

Dedicado casi en exclusiva a resolver los problemas con los partidos independentistas a quienes debe su permanencia en el poder, el partido socialista de Pedro Sánchez, Santos Cerdán, Bolaños, María Jesús Montero etc…da la sensación de haber dejado a un lado el día a día los demás asuntos de la política nacional.

Nuestro país lleva más de seis meses levantándose a diario con la misma y recurrente noticia: el deseo de amnistiar a Puigdemont, corregido y aumentado para todos aquellos que participaron en el llamado “procés”, incluidos supuestos los actos de terrorismo, mientras el resto de la ciudadanía, incluida la gallega, asiste como espectador a este partido de tenis político que tiene visos de prolongarse sine die.  

Las razones por las que Pedro Sánchez optó pactar, (mejor ceder, ante estos partidos para los que su único orden del día consiste en dejar de ser españoles), además de para mantenerse en la Moncloa, razones que solo conoce él, han creado la sensación entre el electorado de que el partido socialista ha dejado a un lado su propia ideología, afanado en impedir que el Partido Popular llegue a gobernar.

El PSOE puede tener un problema de cara al futuro: dejar de ser el principal partido de la oposición en algunas elecciones autonómicas dando ese espacio a nacionalistas y separatistas. 

Si la debacle sufrida el domingo en Galicia es el anticipo de otra a nivel nacional, eso está por ver.