La presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, Cristina Cuesta Gorostidi, ha ofrecido una conferencia este jueves a alumnos de los institutos García Pavón y Eladio Cabañero. El acto, que promueve el Ministerio del Interior dentro de su programa de Testimonios de Víctimas de Terrorismo en las Aulas, ha registrado un lleno absoluto en el Auditorio López Torres y los alumnos se han implicado formulando interesantes preguntas.
Cristina Cuesta, hija del alto cargo de Telefónica, Enrique Cuesta, que fue asesinado por ETA en 1982, ha ofrecido un valioso testimonio sobre cómo afecta al terrorismo a las personas que, como ella, lo sufrieron de cerca, además de lanzar interesantes reflexiones sobre una lacra que en un periodo de cincuenta años dejó más de mil cuatrocientas víctimas en España. Su mensaje trata de humanizar a unas víctimas que “durante muchos años fueron tratadas como apestadas, pero lo más importante de este proceso es que nadie ha vengado a ninguna de esas víctimas que dejaron su vida por defender valores de convivencia, libertad y democracia y eso es un orgullo como sociedad. Si se hubiera adoptado la actitud contraria se podría haber generado un conflicto civil”.
“A pesar de lo sufrido, no hemos inculcado valores de odio a nuestros hijos, pero sí de memoria, justicia, verdad y dignidad”, ha señalado Cuesta poco antes de recordar a cuatro personas que fueron asesinadas un 22 de febrero. La conferenciante ha analizado el terrible proceso que lleva a cabo el terrorismo. “Primero te amenazan, luego te asesinan y finalmente te insultan como le ocurrió a mi padre que fue un firme defensor de la libertad y la democracia”.
Ha sido estremecedor escuchar la decisión que tomaron sus padres que tuvieron la oportunidad de irse a otro lugar y alejarse del foco del terrorismo que era el País Vasco. “A mi padre le ofrecieron un destino laboral en Zaragoza, pero se quedó en San Sebastián. Fue una decisión valiente que le acabó costando la vida y años después yo me siento orgullosa de aquella decisión. Mis padres me enseñaron que ante situaciones difíciles no había que achantarse”.
Cristina Cuesta ha recordado la dureza de los años del plomo “con la amenaza y el miedo flotando siempre en el ambiente”, años en los que no había ningún protocolo de ayuda a las víctimas, se legitimaba el terror, se aislaba a personas y familias y las huelgas que se convocaban eran siempre por los detenidos y nunca por las víctimas. “Hoy día no estamos solos, pero las secuelas que deja el terrorismo son muy profundas”.
Al final, ha lamentado que muchos terroristas aún no hayan mostrado arrenpetimiento o pedido perdón y que haya formaciones que los incluyan en sus listas electorales. "Ante actitudes así, una persona como yo que perdió a su padre por terrorismo, siente una gran indignación. Por este motivo, actividades como las que hoy tengo en Tomelloso, son prioritarias en mi vida. Es una forma de cederos el testigo, que tengamos mayores elementos de juicio y que estemos mucho más cerca de las víctimas".
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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