A principios del siglo pasado, después de arduas gestiones,
llegó la máquina del tren a Tomelloso. Se trataba de una línea secundaria que
unía las localidades de Tomelloso y Argamasilla de Alba con Cinco Casas. Por
esta última población pasa la línea de Madrd a Andalucía.
Los trenes de principios de siglo pasado eran mucho más
ruidosos y contaminantes que los actuales. La empresa concesionaria de la línea
estimó que la plantación de ailantos en las zonas de la estación sería un
acierto. O quizás esta misma empresa tenía buenas experiencias con la
resistencia de estos árboles y malas con alguna otra especie.
El ailanto (Ailantus altissima) es un árbol dioico, o sea
que tiene pies machos y hembras diferenciados. Se plantaron gran cantidad de
estos árboles en toda la zona de la estación. Estos árboles no son lo más
querido por los jardineros, pues tienen una capa de raíces muy someras de las
cuales brotan con facilidad ramitas.
El Barrio Obrero está ubicado a unos 400 metros de la
estación. La compañía concesionaria de la explotación del tráfico ferroviario
construyó aquí, cerca pero no a lado de los trenes, dos bloques de casas para
sus empleados más cualificados. Este es el barrio obrero.
En los años 80 del
siglo pasado se cerró la línea de trenes –esperemos que no para siempre- y
quedaron sin utilidad las casas del barrio obrero. Intervino entonces La
Parroquia de la Asunción de Tomelloso para reubicar en las viviendas de los
antiguos ferroviarios a familias con pocos recursos.
De los muchos árboles
que plantó la empresa concesionaria de los trenes aún quedan en pie una decena.
El más fuerte y mejor conservado de todos ellos es el situado más hacia la
carretera de La Alavesa.
Este árbol lo han regado las familias que habitan
actualmente las viviendas de los antiguos ferroviarios, sobre todo en los años
de sequía. El ailanto no necesita regarlo ni muchos cuidados. Sin embargo, como
hemos dicho alguna que otra vez refiriéndonos sobre todo a encinas, “a nadie le
amarga un dulce”.
Este ejemplar presenta un excelente aspecto pues, aunque
nunca alcanzará el tamaño de la encina de las delicias, en los meses de junio y
Julio la belleza de sus ramilletes de flores es difícil de igualar.
Por tamaño, volumen de copa y grosor del tronco los hay mucho más destacables, sin ir más lejos, en nuestro término. Por encontrarse durante más de un siglo cerca de personas de la clase trabajadora, las cuales lo han cuidado y regado con mucha atención y casi diríamos que con cariño; este ejemplar es el primero.
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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