¿Te acuerdas? “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.” ¿Cuántas veces has citado a Cervantes? ¿Cuántas me has contado que en los Salesianos tenías “El Quijote” como libro de texto? Millones de veces me lo has dicho, tito Clodo. En todas las ocasiones que has tenido la oportunidad de hacerlo. Y han sido muchas. Y es que por eso yo no puedo explicar en clase de El Quijote sin acordarme de mi padrino. 

Y lo mismo que repetías el principio, repetías el final: 

Tuvo a todo el mundo en poco,

fue el espantajo y el coco

del mundo, en tal coyuntura,

que acreditó su ventura

morir cuerdo y vivir loco. 

Has sido esencialmente un hombre bueno, un ejemplo de generosidad, amabilidad y dedicación a los tuyos. ¿Cómo no vamos a quererte si nos has dado un cariño infinito? En un mundo en el que el odio y la violencia campan por doquier, tú has remado a contracorriente en armonía, respeto y paciencia infinitas. En ti no ha tenido cabida la ira ni  el orgullo. ¡Qué fácil ha sido quererte! ¡Qué difícil discutir contigo! Has tenido el valor de obrar con dignidad, ver y apreciar la belleza interior de todo el mundo.  Tu legado perdurará para siempre en nuestros corazones. No te vamos a olvidar nunca. No se puede olvidar cuando de verdad se ama.