Era
el caso que aquel año habían las nubes negado su rocío a la tierra, y
por todos los lugares de aquella comarca se hacían procesiones,
rogativas y disciplinas, pidiendo a Dios abriese las manos de su
misericordia y les lloviese…”
Don Quijote de la Mancha. Parte primera. Capitulo LII
El
día 22 de marzo se celebra el DÍA MUNDIAL DEL AGUA. Esta celebración fue
acordada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1992,
invitando a los pueblos de la Tierra a realizar actividades
relacionadas con la conservación y el desarrollo de los recursos
hídricos. Este año se celebra con el lema “Cada gota cuenta, preserva la
vida”.
El
agua cubre el 71 % del planeta, pero solo algo más del 2,5 % es agua
dulce, y solo el 0,025 % del total es potable. El agua es indispensable
para la supervivencia de todas las formas conocidas de VIDA y el
desarrollo de todos los ecosistemas.
Por
ello, el Objetivo 6 de la Agenda 20/30 aprobado por Naciones Unidas se
centra en garantizar el acceso al agua potable, el saneamiento y la
higiene que representan la necesidad humana más básica para el cuidado
de la salud y el bienestar. Son principios estos con los que parece
obvio que todos y todas deberíamos estar de acuerdo, aunque extrañamente
existen quienes, sin fundamento alguno, lo ponen en cuestión en ese
“totum revolutum” absurdo de oponerse a todo.
En
nuestra literatura, y en nuestra historia, se habla con asiduidad, de
sequedad, sed, polvo y silencio, lo que conocemos como la “pertinaz
sequía”. Más de la mitad de España, la que se extiende al sur del
Sistema Central, pertenece a lo que siempre conocimos como España seca,
con ríos con escaso caudal en el estiaje -como el Río Tajo-; de caudal
escaso e irregular, como el Guadiana, o ríos cortos y de agua
relativamente escasa de los ríos Júcar, Turia o Segura que trascurren,
en par-te, por nuestra Comunidad.
Nuestra
tierra, a lo largo de muchos siglos, ha visto pasar el agua y apenas ha
podido disfrutarla, porque sus caudales, de forma tradicional, han
aprovechado a la agricultura de las regiones levantinas.
Paradójicamente, grandes zonas de Castilla-La Mancha, se han visto
afectadas por esa “pertinaz sequía”, agudizada en las últimas décadas
por lo que todo el mundo conoce como “cambio climático”.
Pese
a ello, de la cabecera del río Tajo, desde hace más de cuarenta años,
vienen detrayéndose grandes cantidades de agua a través del Canal del
Trasvase, y cuya ausencia en los pantanos de cabecera y en el curso
medio del río tiene unos efectos perniciosos para la sostenibilidad, el
desarrollo económico y medioambiental de amplias zonas de Castilla-La
Mancha. Millones de metros cúbicos de agua se han des-tinado al
desarrollo de una agricultura voraz, a veces poco medida, en una parte
de las provincias del sureste español. Mientras el río, en su curso
medio, recibe las aguas fuertemente contaminadas del río Jarama,
procedentes de la Comunidad de Madrid.
Solo
a través de las protestas, de los recursos judiciales interpuestos por
el Gobierno de nuestra región, algunos ayuntamientos y colectivos en
defensa del Río Tajo, ha sido posible que el Tribunal Supremo obligue a
establecer un mínimo de caudal ecológico, antes inexistente, pero aún
insuficiente.
Es
obvio y necesario que, teniendo en cuenta la fuerte influencia del
cambio climático con las sequías subsiguientes, el desarrollo de las
tecnologías de desalación y de depuración y reaprovechamiento de las
aguas residuales, concebir un nuevo modelo hidrológico diferenciado de
los aprovechamientos tradicionales del agua, con un reparto más justo y
equitativo de los recursos, que permita, a través de un nuevo Plan
Hidrológico Nacional, un modelo de desarrollo sostenible, mucho más
solidario y equitativo, que entre otras cosas permita un uso más
racional del agua.
Sin
duda, un avance en este sentido fue la suscripción del Pacto Regional
del agua en Castilla-La Mancha, firmado en diciembre de 2020, por
organizaciones políticas, económicas y sociales de nuestra comunidad. Un
pacto cuya fortaleza debe basarse en la unidad de todos en la defensa
de nuestro derecho al agua. No caben ex-cusas ni subterfugios para
defender este derecho.
Afortunadamente,
cuando abrimos el grifo de nuestras casas vemos como natural que emane
agua potable, -a veces procedente de decenas e incluso cientos de
kilómetros- limpia y de calidad, no estamos hablando de un milagro sino
de una realidad. El agua es esencial e indispensable para su uso en el
hogar, la higiene, el desarrollo urbano e industrial, la agricultura y
el desarrollo ganadero.
Las
infraestructuras de distribución y depuración, las tecnologías
innovadoras y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles son
medidas clave en la gestión del agua que necesitan de recursos
suficientes. Nuestro futuro depende de su uso correcto, de su depuración
integral, y de la toma de conciencia de que es un bien tan escaso como
indispensable.
En
la sociedad en que vivimos estamos obligados a preocuparnos, y entender,
el inmenso valor de una gota de agua, para que cuando esta salga por
los grifos de nuestros hogares no tengamos que pensar que es un milagro.
Fernando Mora
Portavoz de Agua del Grupo Socialista en las Cortes de CLM
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Sábado, 27 de Abril del 2024
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