Opinión

¿Gobernados por algoritmos?

Una reflexión sobre Tecnología y Desarrollo de nuestra civilización

José Manuel Ruiz Gutiérrez | Sábado, 23 de Marzo del 2024
{{Imagen.Descripcion}} Titanic sumergido, rodeado de almas Titanic sumergido, rodeado de almas

Siglo XXI: El siglo de la espiritualidad. Así califican este siglo, del que ya hemos pasado casi un cuarto, algunos pensadores, filósofos, tecnólogos,  con los que podemos compartir o no sus reflexiones. 

La tierra una nave que debiéramos saber conducir

El gran cosmólogo y divulgador Carl Sagan escribía en el siglo pasado, haciendo referencia a nuestro “esférico mundo”: “La Tierra viene a ser una nave espacial gigantesca que conduce el ser humano habiendo perdido el manual de instrucciones”. Sus palabras eran proféticas, ahora lo podemos constatar, habida cuenta de la situación en la que nos encontramos. Sin embargo, tal como acabo de decir, estamos en el siglo de la espiritualidad. ¿Cómo poder creer esta afirmación a la vista del escenario en el que vivimos”.

Es verdad que el centro de nuestro mundo esta presidido  por una adoración irracional a la tecnología. Definitivamente podemos decir que la tecnología, para bien o para mal, nos ha situado por un lado a merced de los “algoritmos computacionales” y por otro lado las evidencias demuestran que nos acercamos a una “gravísima crisis planetaria”

¿Qué aprendimos de la pasada pandemia? ¿Cómo reaccionó el poder establecido ante esta amanezca de extinción de nuestra civilización? ¿Algo nos ha hecho cambiar? Creo que se nos olvidó muy pronto la pandemia. ¿Es posible construir un futuro sólido a pesar de esta “amnesia sobre la pandemia”? Depende. En todo caso hay evidencias científicas de la brecha que la pandemia ha dejado en la población mundial, separando a ricos y pobres. De un modo u otro se ha evidenciado nuestra fragilidad y me parece que es hora de reflexionar, de elegir caminos en las encrucijadas, de asumir o desechar determinadas ideologías, con el objetivo de garantizar nuestra supervivencia y crecimiento sostenible como civilización.

El ser humano actual se ha instalado en un lugar muy cercano al abismo, haciendo alarde de experto en el “oficio malabarista” para retar a la propia naturaleza. La naturaleza se defiende, y los grandes ciclos vitales que gobiernan su funcionamiento, están siendo dañados de un modo muy preocupante. El humano-malabarista, juega a ser Dios, y se atreve a retar al propio universo. ¿Esto es normal? ¿Era predecible?¿Como detenerlo? Sin lugar a dudas no es normal, era predecible y solo la tecnología podrá resolver estos problemas. Si, es paradójico que la  propia tecnología  nos haya llevado a esta situación catastrófica y que ahora yo pretenda hacerles creer que será la única herramienta factible y segura que nos pueda ayudar a salvar nuestra civilización y por ende nuestro propio hábitat: la Tierra.

Asumo el riesgo que corro al escribir estas palabras, de ser mal interpretadas, pero realmente las “enfermedades” se curan con la medicina, no con la hechicería, los rezos y los milagros. En este caso defender el carácter terapéutico y sanador de la tecnología es bien difícil, pero ineludible, y desde luego tendrá un “peaje muy elevado”. Si la estructura económica y social en la que esta basada nuestra actual civilización se desmonta de mala manera, correrá la sangre y el dolor a lo largo y ancho de nuestra geografía mundial.

Sobre la digitalización y sus usos en la nueva “humanidad aumentada”

El pensador francés Eric Sadin ha acuñado un término muy interesante que quiero traer a este artículo. Sadin nos habla de la “humanidad aumentada” haciendo un símil con el mismo término acuñado en el ámbito de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación: “Realidad aumentada”. El autor plantea con este nuevo paradigma, relacionado con el uso de las tecnologías digitales, la integración del mundo digital y el mundo físico o la propia sociedad en todas sus dimensiones. Unir el mundo digital con el modelo de funcionamiento de las sociedades, según el autor, permitiría una administración digital del mundo, una sincronización de los distintos sistemas dinámicos con los que se mueve nuestra civilización, de tal manera que, supuestamente, podríamos trabajar con un modelo “mundo” altamente ajustado a la realidad y teóricamente al servicio de nuestros objetivos como sociedad humana, en el que las decisiones se tomarían no al albur de políticos corruptos o empresarios ambiciosos de poder y dinero, sino más bien regulado por una “ética digital” que recogería el conjunto de normas y protocolos para actuar en el propio modelo. En definitiva, el mundo se organizaría en torno a un “manual de instrucciones” (algo así como ese manual al que Carl Sagan apelaba, perdido en el siglo XX),  basado en la estadística, la computación y la propia IA.

El pensador, al abordar la fusión de la información real y “añadida”, demuestra una admirable capacidad para presentar fenómenos complejos como los procesos de subjetivación en sociedades “hiperinformatizadas”, la duplicación digital del mundo y la asunción de decisiones por parte de la inteligencia artificial (IA), sin caer en posturas “tecnofóbicas” extremas ni en un humanismo penitente. Les recomiendo su lectura.

Humanidad Aumentada. ¿Qué cosa es esto que nos dice Sadin? Confieso mi encantamiento ante este nuevo paradigma que permite polarizar un pensamiento posmoderno relacionado con  el futuro de un hombre cibernético, supeditado a una gigantesca red de información, ejerciendo el papel de “administrador” de esta. En este siglo XXI, tenemos la gran suerte, los que estamos vivos, de asistir al nacimiento, según palabras de Sadin, de “una gubernamentalidad algorítmica que pilota numerosas situaciones colectivas e individuales una voluntad impersonal que tiende a la adecuación en un escenario de toda unidad orgánica o material. Una fuerza adisciplinaria, una administración “soft” de la vida orientada a captar lo posible en lo actual. Una mutación fundamental del sujeto racional occidental que deja su lugar a un ser formado por su más pura exterioridad y sus relaciones” (son palabras suyas)    

 ¿Qué quiere decirnos el pensador francés usando el término “soft”? Soft, me atrevo a traducirlo como “algoritmo”, parte inmaterial del proceso, “mente ejecutiva”. En el campo de la computación y concretamente, ahora esta de moda, en el campo de la IA un algoritmo es una estructura computacional capaz de “aprender” y “tomar decisiones” en función de lo aprendido, permitiendo en algunos casos “controlar” determinados tipos de procesos, desde los puramente económicos, sociales, existenciales, religiosos, etc. mediante el tratamiento de la información. 

Esto nos espanta a todos, sin embargo, los productos de esta gran “factoría de humanidad aumentada” son útiles, nos fascinan, nos empoderan, empujándonos a la fabricación de nuestro propio “clon”, el que habita o habitará muy pronto en la memoria de las supercomputadoras. Crear una mente de silicio es un sueño que nos viene del siglo pasado. La nueva física cuántica, las matemáticas aplicadas y las ciencias de la computación, con la ayuda de la tecnología, están haciendo posible que las velocidades de computo de nuestros ordenadores permitan el establecimiento de motores algorítmicos capaces de realizar inferencias en gigantescas bases documentales para dar respuesta al interrogatorio que desde una terminal de ordenador haga el usuario (ChatGPT). Pero dejemos claro que, hasta ahora, lo que tenemos al alcance no es una algoritmo inteligente, es un algoritmo de mero procesamiento de información con altas capacidades de respuesta y unas interfaces hombre-máquina muy poderosas que permiten la adquisición de datos y su curación (curación de datos viene a ser selección de los datos en función de su importancia dentro del algoritmo que debe procesarlos)  en tasas temporales muy pequeñas. Esto no es inteligencia. Pongamos como ejemplo el procesamiento de imágenes de rostros humanos de raza china o caucásica. El sistema de reconocimiento es capaz de, ante una imagen en tiempo real del hall de un aeropuerto, colocar sobre cada persona datos que la identifican ( esta escena es un caso paradigmático del concepto “humanidad aumentada” acuñado por nuestro ya nombrado filósofo y pensador francés). El algoritmo procesa datos y los aporta en un contexto físico, este el caso de ejemplo que acabo de poner en el aeropuerto. Otros ejemplos podrían ser: En el departamento de policía de una gran ciudad, sobre un gran plano de esta, se podrán colocar en tiempo real los movimientos de un ciudadano al que se está investigando. Nuestro automóvil al desplazarse en la ciudad tendrá datos en tiempo de real del estado de la circulación y del lugar en el que hay una plaza para aparcar libre. Si vamos a comprar una casa podremos consultar que tipo de personas viven en el barrio donde está ubicada la vivienda.

Inteligencia Artificial y espiritualidad

Nos detenemos en nuestro camino y dejamos de pensar en términos de computación inteligente. Volvamos a preguntarnos sobre esa calificación, fijándonos en lo  que aportan algunos pensadores al decir que estamos en el “siglo de la espiritualidad”. Imaginen solo dos vectores (hay muchos más), que se erigen en el campo de desarrollo de la humanidad: la IA y la espiritualidad. Son entidades vectoriales ambas cosas, es decir tienen un valor numérico, un sentido y una dirección, tal como lo tienen los vectores en matemáticas. Son dos fuerzas muy poderosas, la una desarrollada por el ser humano  a lo largo de  la evolución de la ciencia y la tecnología, la segunda quizá sea una cualidad evolutiva de nuestro cerebro envuelta en una concepción animista. La epigenética es el lenguaje que la naturaleza ha venido usando en los seres vivos para que se produzca su evolución y por tanto a contribuido notablemente al desarrollo de las capacidad del pensamiento, es decir somos desde el punto de vista mental fruto de una evolución directamente relacionada con nuestra estructura neuronal de tal manera que la evolución del ser humano bajo los efectos ha ido remodelando nuestro cerebro. Esto es la epigenética. Esta podría ser una definición del concepto de pensamiento consciente que permite junto con la experiencia, la construcción del edificio existencial que alberga nuestra entidad humana, como seres dotados de la capacidad de razonar.

He colocado una imagen, que he encontrado en Internet”, al principio de este artículo con la finalidad de ponerles en situación de lo que estoy hablando. Se ve en la imagen el Titanic en el fondo del océano rodeado por las “almas” (¿?) de sus viajeros esperando ser rescatados (¿?). Me gusta la metáfora y, con imaginación, la aplico al tema que nos ocupa. Quizá esta imagen retrata a la humanidad actual, hundida en el océano de su propio progreso, abandonada junto a sus inservibles armas para sobrevivir (alrededor del Titanic de la “tecnología”), en espera de ser rescatados y devueltos a la superficie sanos y salvos. ¿Nos puede servir? ¿si..? pues adelante.

Un análisis pormenorizado de nuestro modelo de civilización, nos lleva a una evidencia poco debatible: El progreso de la ciencia y la tecnología se ha desfasado; al alza respecto a la tecnología y a la baja en la escasa espiritualidad que nos separa de la irracionalidad de los animales. La consecuencia es, el miedo a que nuestra propia tecnología nos destruya, a que los algoritmos sean capaces de tomar el control de la nave Tierra y nos convirtamos en esclavos de nuestra propia creación.

 ¿Cuál sería la foto a colocar en nuestro álbum fotográfico de las civilizaciones? ¿Cómo nos recordará la historia en el futuro -si llegamos a construir un futuro-? ¿Pondríais la imagen que puse en la cabecera de este artículo, del Titanic unido y rodeado por almas? O ¿quizá pondríais la imagen anterior realizada la escotilla de una nave espacial en la que se ve en primer plano un astronauta con la Tierra de fondo? Seguramente, mis amables lectores, pensareis de maneras distintas, los unos apoyareis una vida más equilibrada, más espiritual, más emocional, más ecológica, más sostenible … otros hablareis de los numerosos beneficios que nos ha traído, el desarrollo de la ciencia y la tecnología en ámbitos tan variados como la medicina, la enseñanza, la gobernabilidad, el bienestar material, la capacidad de comunicación, etc. Pero todos creo que estaremos de acuerdo en que el “reto esta servido”. Yo apostaría por la reversión del actual modelo hacia un modelo mas espiritual pero apoyado en las herramientas que nos permiten el manejo inteligente de la información. 

¿Desde esta encrucijada, qué camino tomar? ¡Cuidado con la información!

La humanidad en su devenir a lo largo de siglos y milenios ha tenido que enfrentarse a parecidos dilemas a los que aquí cuento; han habido todo tipo de cambios sociales, económicos, religiosos y políticos que se cobraron altos precios en vidas y sufrimiento. Cambios que necesitaron de  grandes guerras y desencuentros entre civilizaciones, para poderse llevar a cabo, brechas de pobreza que desencadenan grandes movimientos de población, transformación del medio ambiente que ha devenido en desastres naturales y en una preocupante crisis climática. Pero siempre hubo un camino para escapar, una revolución para anotar en el “cuaderno de bitácora” de nuestro orden social. 

Me pregunto: ¿Hay un camino a seguir hoy para poder evitar el abismo? Por supuesto, lo hay. Eso sí, no esperen que yo lo indique, porque no lo conozco. A lo sumo, puedo darles y darme  a mí mismo un consejo: No opinen de lo que previamente no han estudiado y comprobado. Podrían entrar en un bucle de autosuficiencia muy peligroso. Como muestra ahí tienen a los llamados negacionistas, a los antivacunas, a los que negaron las centrales nucleares para quemar carbón, cuyos gases ahora nos asfixian, gentes que enarbolan banderas de derrotismo y desesperación. La información es un arma muy poderosa y lógicamente la desinformación lo es mucho más en el sentido negativo, claro está. Los ciudadanos se preguntan ¿es cierto lo del cambio climático? ¿Es cierto que estamos dando fin con los recursos naturales? ¿es cierto que el hombre llegará a Marte?...

He leído y sigo leyendo artículos sobre la tan traída y llevada IA de distintas fuentes y bajo distintas ópticas. El filósofo del que les he comentado la teoría de la “humanidad aumentada” es bastante clarificador y creo que honesto en sus ideas, aborda con cierto talento el tema de la tecnología y la espiritualidad del ser humano, pero es un autor más en la extensa bibliografía. Quería decirles, en fin, que cuando leo sobre este tema encuentro opiniones divergentes y a veces encendidos debates, pero deduzco que aun estamos a tiempo de corregir nuestra trayectoria en la bitácora de la que hablaba antes. La IA, de momento, no se ha separado del útero materno en el que se esta desarrollando. A medida que indago en los distintos autores, deduzco que, los más razonables y creíbles, no son alarmistas ni profetizan el caos; todo lo contrario, advierten de la necesidad de reflexionar por parte de gobiernos y creadores de aplicaciones de IA , para convenir unas “reglas del juego” que me atrevería a calificar como la “ética del desarrollo”. Realmente ese es el camino que se seguido o quizá intentado seguir en algunos avances de ciencia relacionados con la física,  las ciencias de la computación, la genética, la robótica, etc.

Sean felices.

José Manuel Ruiz Gutiérrez

Ingeniero de Telecomunicaciones

Catedrático de Tecnología


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