Un Pregón pleno de ternura, belleza, tradición, sentimientos, devoción, religiosidad y Fe. Fueron noventa minutos durante los cuales el pregonero confesó públicamente la vivencia de su fe. Todo él, enfocado desde una experiencia religiosa acumulada año tras año, situando al mundo de hermandades y cofradías en un lugar idóneo dentro de la vida de la Iglesia. Su afirmación de que los cofrades son parte esencial de la Iglesia es algo que comparto plenamente, una realidad de la que deben ser conscientes, tanto los mismos cofrades como el resto de aquellos componemos el pueblo de Dios. Quienes me conocen sabrán de mi insistencia en afirmar que, en las hermandades y cofradías, la Iglesia tiene identificado en una buena parte su futuro, un tesoro integrado por cristianos con distintos niveles de religiosidad, devoción y sentimientos, pero abiertos a la profundización del Misterio de la Fe. Es ahí donde sacerdotes y laicos, encargados de las distintas áreas pastorales, deben misionar, dar a conocer a esa belleza no meramente estética de una imagen sino aquella que emana de la Eucaristía y Caridad. Todo aquello que supone el centro y esencia de la vida eclesial y evangélica.  

Miles de personas se involucran cada año de una manera ilusionada y abnegada, muchos de ellos jóvenes, tanto en la preparación de los desfiles procesionales como en su participación y la logística que los hace posibles. Una verdadera hermosura contemplar tanto bullicio y tantas horas dedicadas a su culminación y a la ornamentación del "paso" donde el "titular" de la hermandad va portado a hombros de una manera sumamente artística, emotiva y bella, no exenta de sacrificio. Ciertamente que las procesiones forman parte importante de la Semana Santa, es más, como refirió el pregonero, las procesiones son una manifestación de Fe.

Muchas gracias Miguel por habernos trasmitido en esta frase, la esencia de lo que cada hermandad y cofradía siempre está llamada a ser.