Comienzo este artículo con un pensamiento
sobre el que pido reflexionen aquellos que me lean.
“Qué patético fue
tratar de relegar la muerte a la periferia de la vida
cuando la muerte estaba
en el centro de todo”.
Elif
Shafak, novelista turco
Habitualmente escribo mis artículos de
manera relativamente rápida, concebirlos me lleva un tiempo y después
redactarlos, cuando las ideas las tengo claras, resulta bastante rápido y
gratificante. Sin embargo este artículo que escribo hoy me ha llevado más
tiempo en su proceso de ideación. Llevo semanas con la idea de escribir sobre
la muerte y sencillamente me ha costado sentarme ante el teclado y escribir.
Tengo decenas de documentos, enlaces a páginas Web y videos en YouTube, así
como algún libro que me he comprado sobre el tema y, por fin, vengo aquí para enfrentarme
a este reto, para mí, muy serio. Seguramente
serán varios los artículos que escriba sobre el tema, porque éste da para mucho.
La muerte es un tema que no necesita
presentación, todos sabemos que nos vamos a morir, esta es una de las pocas
verdades que podemos asegurar sin miedo a equivocarnos. Sin embargo, poco se
nos ha enseñado en la vida, la escuela y la universidad, sobre este asunto. Es
cierto que todas las religiones lo tratan y en todas se ha creado un relato más
o menos inteligible y/o asumible para comprender la muerte, pero,
lamentablemente, no se ponen de acuerdo las distintas teologías para llegar a
una explicación única y más o menos plausible.
En la actualidad, vivimos con un sistema
de valores y unos códigos de conducta que poco abordan el tema. La muerte se ha
recluido a los hospitales, las morgues o los tanatorios huyendo, como poco, de
la indiferencia y el rechazo de la colectividad humana. Vivimos excesivamente
apegados al ego lo cual nos resta perspectiva existencial y nos empuja a “vivir
la vida” como si esta fuera eterna.
Fíjense lo que aparece en un documento del
Consejo Europeo distribuido a través de su comité de Salud Pública, que ya en
1981 reconocía la importancia del morir en nuestra sociedad, cito textualmente:
“Se muere mal cuando la muerte no es aceptada; se muere mal cuando los
profesionales sanitarios no están formados en el manejo de las reacciones
emocionales que emergen en la comunicación con los pacientes; se muere mal cuando se abandona la muerte al ámbito de lo irracional, al miedo, a la
soledad, en una sociedad donde no se
sabe morir”. Como acostumbra a decir
el Dr. Manuel Segarra, experto en Cuidados Paliativos y Presidente del colegio de médicos de Barcelona,
del que hablare después, cuando habla del tema: “no es broma hablar de la muerte”
Hay dos personas a las que he leído con atención y escuchado sus conferencias, en estos últimos meses, que han despertado en mi un gran interés hacia este tema, ambos son científicos, médicos de prestigio y sus palabras son bastante creíbles. Me estoy refiriendo al Dr. Manuel Sans Segarra (https://www.manuelsanssegarra.com) y al Dr. Enric Benito Oliver (https://www.alfinaldelavida.org/enric-benito-2/). Tomen nota de sus nombres y si lo desean busquen en internet sobre ellos y sobre sus conferencias, háganlo en YouTube; vale la pena, me lo agradecerán. Estos hombres forman parte de los llamados médicos expertos en Cuidados Paliativos, ambos poseen una amplia experiencia en el tema del “acompañamiento en la muerte” y sus aportaciones están siendo muy importantes en la medicina actual de nuestro país. El doctor Enric Benito es fundador de la Fundación SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos) que integra a profesionales de distintos campos, entorno a este tema, y el Dr. Sans es Fundador y Presidente de la Asociación de Médicos Sénior del Hospital Universitario de Bellvitge y miembro de Sociedades de Cirugía de Catalunya, España, Francia, Inglaterra y Japón. Para mi ambas personalidades merecen un gran respeto, independientemente de las opiniones de cada uno cuando les leemos o les escuchamos.
Imagen creada con IA Copilot Microsoft
La medicina, todos lo sabemos, está
pensada para sanar las enfermedades, para salvar vidas. Esto ha sido así hasta
ahora. En las facultades de medicina la
muerte esta “proscrita”, nada que ver con la muerte, desde las distintas
cátedras. Me pregunto. ¿Acaso no es preciso ayudar a la gente a morir? ¿Cada
uno de nosotros nos tenemos que morir
como Dios nos dé a entender? ¿Cómo es esto? Desde hace unos decenios, en los
hospitales, lejos del academicismo de las facultades de medicina, se han
empezado a cuestionar los profesionales de la sanidad, si acaso no es hora de
crear “unidades de cuidados paliativos” para facilitar a los enfermos,
desahuciados para ser sanados, el tránsito de la muerte. Alegrémonos pues, si
esto es así, porque ahora empieza a preocupar el hecho de la muerte. La
medicina tiene una nueva tarea, en la que sobran los medicamentos y las ayudas
mecánicas y se incorporan nuevos y necesarios paradigmas relacionados con la
psicología, la psiquiatría, la enfermería, los servicios sociales, etc.
La prestigiosa revista médica
internacional (quizá la mejor de todas) Lancet
(http://www.lancet.com)
organizó una comisión de investigación con el encargo de recabar el estado de
este tema dentro y fuera de la medicina, con el fin de consolidar de manera
seria y oficial el interés por el tema de la "ayuda a morir”. En su
volumen numero 339 de febrero de 2022, se recoge el resultado de la
investigación llevada a cabo por dicha comisión en un documento de 48 páginas
al que he tenido acceso para leer un resumen, que cualquiera de ustedes puede
leer como yo en el siguiente
enlace.
Hay un libro que he leído con mucho
interés del Dr. Enric Benito cuyo título, ya de entrada, es muy original, se
trata de “El niño que se enfadó con la muerte”. Si quieren conocer el
aspecto humano de este hombre léanlo, en
principio no busquen en él ciencia o religión, busquen “testimonio” y lo
encontraran, el libro lleva un subtítulo muy esclarecedor: “Claves para
entender y acompañar en el viaje definitivo”
No pretendo en este articulo explicarles,
resumiendo, lo que hasta ahora he leído, quiero que sean ustedes, mis amables
lectores, los que se asomen al tema a partir de los datos biográficos y
bibliográficos que aparecen en este artículo. ¿Por qué este planteamiento?
Sencillamente porque estoy tratando un tema que, si bien tiene ciertas
conexiones con la ciencia, pertenece más a la “espiritualidad” y, sinceramente,
no deseo “evangelizar” a nadie: Mi invitación es a asomarse al tema y liberarse
de tabúes e ideas contaminantes. En casi todo el material que he revisado no he
encontrado asuntos teológicos ni doctrinales, he encontrado testimonios y
evidencias médicas y psicológicas promovidas desde las unidades de paliativos
de distintos hospitales y el propio testimonio de enfermos.
No quiero hacer “yoismos” en mi
exposición, pero debo explicar algo muy importante para entender la tesis de mi
artículo. Si acaso solo quiero decirles que hace veinte años este tema no
hubiese despertado en mí el interés que ha despertado. Ahora, que estoy exento
de mis obligaciones laborales y trabajo para mi mismo (estoy jubilado, lo han
adivinado, ¿verdad?), trabajo en lo que me interesa sin trabas y escribo lo que
pienso sin censuras, porque no busco editor para mis libros.
¿Por qué mi interés en la muerte? Llevo
tiempo queriendo escribir sobre este estado de “buena esperanza” (es broma) que
llamamos “la jubilación”. Tengo un deseo cada vez mas acuciante de escribir y
describir lo que la jubilación me está aportando, y la muerte es uno de los
temas que he seleccionado para meditar e investigar aunque sigo con mis robots y
mi IA que también me apasionan.
¡Ahí es nada!. Conversan dos jubilados al
amor de un rayo de sol sentados en un banco y se dicen: - ¿Sabes que se ha
muerto fulano? Pues, si lo vi hace un mes por la calle-. Y fulano se ha ido, se
ha disipado. ¿Dónde ha ido fulano? La muerte es algo tan natural como irreal. ¿Cómo
es esto? La muerte es más ¡bien un tránsito hacia otro “estado de conciencia
mas elevado”. Esto no lo invento yo, lo escriben y lo dicen médicos, que no están
locos ni son iluminados espíritus, más bien son hombres y mujeres que “lidian”
cada día con la muerte, discútanlo con ellos, pero por favor atiendan lo que se
dice del tema y por supuesto valoren quién lo dice. Piénsenlo, les concedo una
tregua de tiempo para ello. No les hablo de asuntos religiosos, cada uno que
adapte el conocimiento empírico del que nos hablan estos científicos a sus
creencias, esto les ira bien, es saludable. ¿Por qué no?... La religión es una
poderosa arma que nos acerca a nuestra conciencia espiritual y nos habla de
“transcendencia”.
Dice el Dr. Benito: “No es fácil venir
(nacer) ni irse (morir), pero es sólo en el momento del traspaso”. Si le
preguntásemos al bebé que ya está colocado en el canal pélvico de su madre
dispuesto a salir, seguramente nos diría que no quiere salir, que allá en el
vientre de mamá estaba calentito, bien alimentado y protegido de los virus. Y
es cierto que rompe a llorar, porque nacer es un “pequeño tránsito, algo
incómodo”, después, todo son parabienes y el bebé vive encantado con sus
primeras caricias, las agradece las memoriza y luego, un día, hace uso de ese
recuerdo. La muerte viene a ser algo parecido, se trata de desencarnar (lo
contrario que encarnar, que es nacer), es un tránsito en el que nuestra
conciencia local o temporal desaparece y nos integramos en una conciencia supra
corporal en la que, según algunos pocos
testigos que han revertido su marcha en mitad del proceso y han vuelto a
disponer de su cuerpo, han relatado a los
propios médicos sus vivencias. Pasado este tránsito, cuento lo que he
estudiado, se entra en una situación extracorporal muy agradable, en un estado
de “felicidad” que, dicen los que volvieron, no es fácil describir.
En un próximo artículo les hablaré de
estas experiencias desde el punto de vista de la ciencia. Escribiré sobre las
llamadas ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte).
La muerte es una “enfermedad con
pronostico de curación” (entiendan la metáfora). Realmente en el momento de
morir si se produce una muerte, la del “ego”. El ego es nuestra personalidad
ligada a lo material, lo que somos en esta dimensión, el ego es quien infunde
las ganas de vivir, de agarrarse a la vida a pesar de todo. La desaparición de
nuestro ego, o lo que es lo mismo, la muerte, nos produce miedo y ese es el
miedo ancestral que se ha tenido al tránsito. Las distintas sociedades y
culturas desde los albores de la historia han construido cosmogonías que aportaban
explicaciones muy diversas a la muerte, pero en todas ellas ha estado y esta
presente un plano, estado, nivel o llámenle como quieran que trasciende el de
la conciencia local o corporal. Todas han construido un relato para explicar lo
que cada vez mas esta siendo iluminado por la ciencia apartándose de la
mitología y el oscurantismo promovido por la ignorancia.
José
Manuel Ruiz Gutiérrez
Profesor
Catedrático de Tecnología de EE.MM.
Ingeniero
de Telecomunicaciones
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Miércoles, 4 de Diciembre del 2024
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