La pieza aporta especial valor a este proyecto conmemorativo, ya que representa al Museo Arqueológico en 1962 desde la azotea de una vivienda de la calle Serrano. A esto se añade otro dato significativo: es una de las primeras panorámicas urbanas de Madrid que ejecuta Antonio López, que se inicia en este tipo de instantáneas a principios de 1960 y seguirá cultivando esta temática, con evidentes variaciones, hasta la actualidad.

Se trata de una tabla singular dentro de la trayectoria del artista, ya que, manteniendo su estilo hiperrealista, conserva elementos que se enmarcan más bien en lo que se conoce como  realismo mágico  y se asocian a su producción anterior a 1964. Es el caso, por ejemplo, de la pareja de enamorados que, suspendida sobre un árbol, se besa. De este modo hace convivir lo privado e íntimo con lo público y urbano, intercambiando sus códigos: un hecho que acontece en el interior de una vivienda se inmortaliza en el ámbito exterior, pasando a formar parte de la vida cotidiana de la ciudad, lo cual dota a la escena de cierto aire poético al tiempo que resulta sorprendente y hasta inquietante.