Tomelloso, como semana a semana dejamos constancia en La
Voz, cuenta el patrimonio único de sus cuevas. Unos museos subterráneos que
atesoran la historia de una ciudad hecha a sí misma gracias al esfuerzo
sobrehumano de sus mujeres y hombres. Estas bodegas subterráneas son los
relicarios que custodian la odisea sin parangón por la viticultura, labrada con
pico y brazo, de este pueblo.
Este 18 de mayo, Día Internacional de los Museos, se han
abierto seis de esas criptas únicas para celebrar la efeméride. La Asociación de
Cuevas de Tomelloso, con el apoyo del área de Cultura de Tomelloso, ha puesto a
disposición de los visitantes, en distintos horarios la Cueva Garcilaso, la del
Abuelo Agustín. La Cueva Caridad Secreta, la Galileo, la Cueva Casero y la
Cueva Herraura.
Hemos vuelto a la Cueva Garcilaso, una de las que primero
vistamos en nuestra andadura por el patrimonio subterráneo de Tomelloso. Lo
hemos hecho con unos visitantes de excepción, los miembros de la Choral
Polyphónico Joâo Rodrigues de Deus, de Penela en Portugal, que hoy participan
en el Encuentro Coral “Ciudad de Tomelloso”. Guiados por Antonio Bellón,
recibidos por Florentino Guijarro y acompañados por componentes de la
agrupación tomellosera, los coralistas lusos se han sorprendido con las
maravillas que nuestra ciudad esconde en el subsuelo.
Bellón ha incidido en el aspecto familiar que había en la
elaboración del vino en las cuevas, no en vano se enclavaban dentro de las
viviendas de la localidad. Ha recordado que fuero cerca de cuatro mil los
hogares que transformaron el mosto en vino en estas bodegas subterráneas. Ha
explicado a los visitantes portugueses que el vino sigue siendo el sector
principal de una ciudad “que lo hace todo a lo grande”.
Las cuevas, hechas por mujeres y hombres de la mano, están excavadas
en las casas. En la actualidad, ha señalado el guía, quedan 2.203, lo que hace
que Tomelloso sea un enorme hormiguero.
La de Garcilaso es una cueva en forma de ele, con tinajas de
cemento y en un excelente estado de conservación —como ya explicamos en 2018—.
Atesora un singular balaustre, se pueden apreciar los pocillos, los visitantes
han recorrido el perfecto empotre y han contemplado las lumbreras. Además, se
conservan útiles de la antigua elaboración del néctar que ha sido la seña de
identidad de Tomelloso, el ventilador, las tapas de las tinajas, mangas, cubas
o bombonas.
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Miércoles, 30 de Octubre del 2024
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