Tomelloso

“La España oculta”, el intemporal canto a la vida de Cristina García Rodero

Visitamos en el Circulo de Bellas Artes de Madrid la exposición de la serie más icónica de la fotógrafa puertollanense

Francisco Navarro | Martes, 28 de Mayo del 2024
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Si uno tuviese que resumir la exposición “La España oculta” de Cristina García Rodero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid lo haría con una sola palabra: sinceridad. Y, por supuesto, con todos los sinónimos que al sustantivo le otorga la RAE, franqueza, honradez, veracidad, confianza, lealtad, naturalidad, espontaneidad, cordialidad, sencillez, simpleza, claridad, crudeza, seriedad y hondura. La fotógrafa plasma con una honestidad sobrecogedora unos personajes que parecen de otro mundo, en una época que se nos antoja lejana, pero que realmente pasó hace apenas unas decenas de años. La puertollanense registra unas escenas familiares para el periodista, vividas, conocidas… también sufridas, qué narices. Contemplamos las instantáneas sin nostalgia —solo con la morriña de no tener 20 años— pero con un reverente nudo en la garganta, con sorpresa, a pesar de ser iconos, con admiración y, todo hay que decirlo, con envidia.

La Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes de Madrid acoge hasta el 18 de agosto una muestra de 145 fotografías seleccionadas de “La España oculta”, el libro de Cristina García Rodero editado en 1989, con el que cambio ese arte en nuestro país. Se cumple medio siglo del camino que se inició en 1973 con una beca de la Fundación March y, además de la muestra se ha reeditado ese clásico, que ha servido de inspiración para tantos fotógrafos y artistas.


La sala de exposiciones es un refugio que nos protege del calor que golpeaba en la cara el sábado y del ajetreo de los madriles (incluso el Círculo está lleno, acogía Estación Podcast, el primer festival iberoamericano de creación sonora). El numeroso público recorre los cuadros con tranquilidad, sin prisa —la muestra, los motivos de las fotos, invitan a dejar a un lado la premura—, parándose, comentando, señalando, muchos sonriendo, otros con los ojos como platos, todos sorprendidos. Eso sí, en voz baja, con respeto, con una liturgia propia de una cofradía de devotos de Cristina García Rodero.

Rogativas, fiestas salvajes y otras no tanto, romerías, procesiones, confesiones, curas con bonete, quintos embrutecidos, la trilla, los empalaos, el Cascamorras, los picaos, el Colacho de Castrillo de Murcia, los toros, ofrendas por la curación de un hijo, miradas torvas, personajes deformes, nubes amenazantes, la pobreza que se puede sentir en una España sin lustre, la ingenua belleza de los niños… Una sociedad rural —en blanco y negro como las fotos— que estaba dando las últimas bocanadas y de la que García Rodero nos cuenta su historia a través de unas imágenes emocionantes, misteriosas, conmovedoras… mágicas.

Mientras recorremos la exposición, las fotos de Rodero se nos antojan cuadros de El Greco, o peor aún, de Gutiérrez Solana por su tranquila crudeza. La muestra no da tregua a las emociones ni a la capacidad de asombro del espectador. “El alma dormida”, con toda seguridad la más icónica de las obras de la serie, es el final del recorrido. Nos sirve de poético reconstituyente ante la avalancha de emociones previa.

Nos contaba la fotógrafa en el pandémico enero del 21 que, para ella, “las fiestas son un pretexto para fotografiar la vida”. Y que “si no me emociono, el dedo no dispara”.


Fotografiar algo que no se va a repetir

Con respecto a la “España oculta” nos explicó lo siguiente en aquella entrevista: “Yo era una jovencita que no tenía ni idea de como era España. No conocía a mi país, ni yo misma me conocía. Ese fue el motivo de la ‘España oculta’ y otros trabajos, enseñar la cultura popular de nuestro país, que era tan poco valorada. Quizás una de mis características es que soy muy tenaz, muy paciente. Cuando algo me entusiasma soy capaz de dedicarle el tiempo que haga falta. Con el dinero que ganaba como profesora de Bellas Artes me pude permitir salir todos los fines de semana, fiestas o vacaciones. Primero en tren y en autobús y luego en coche, me recorrí España intentando —primero en la “España oculta”— mostrar las cosas que, para mí, eran más importantes como fotógrafa y también como española. En “España: fiestas y ritos”, intenté vivir más la fiesta. En ‘España oculta’ plasmé mis vivencias, mis observaciones, las cosas que pasaban. A lo mejor no era lo más importante como fiesta, pero si algo digno de fotografiar y que no se iba a volver a repetir”.

Dejamos el Circulo de Bellas Artes con una sonrisa en los labios, hemos participado en la celebración de la vida de Cristina García Rodero.

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