Si uno tuviese que resumir la exposición “La España oculta”
de Cristina García Rodero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid lo haría con
una sola palabra: sinceridad. Y, por supuesto, con todos los sinónimos que al sustantivo
le otorga la RAE, franqueza, honradez, veracidad, confianza, lealtad,
naturalidad, espontaneidad, cordialidad, sencillez, simpleza, claridad,
crudeza, seriedad y hondura. La fotógrafa plasma con una honestidad
sobrecogedora unos personajes que parecen de otro mundo, en una época que se
nos antoja lejana, pero que realmente pasó hace apenas unas decenas de años. La
puertollanense registra unas escenas familiares para el periodista, vividas,
conocidas… también sufridas, qué narices. Contemplamos las instantáneas sin
nostalgia —solo con la morriña de no tener 20 años— pero con un reverente nudo
en la garganta, con sorpresa, a pesar de ser iconos, con admiración y, todo hay
que decirlo, con envidia.
La Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes de Madrid acoge hasta el 18 de agosto una muestra de 145 fotografías seleccionadas de “La España oculta”, el libro de Cristina García Rodero editado en 1989, con el que cambio ese arte en nuestro país. Se cumple medio siglo del camino que se inició en 1973 con una beca de la Fundación March y, además de la muestra se ha reeditado ese clásico, que ha servido de inspiración para tantos fotógrafos y artistas.
La sala de exposiciones es un refugio que nos protege del
calor que golpeaba en la cara el sábado y del ajetreo de los madriles (incluso
el Círculo está lleno, acogía Estación Podcast, el primer festival
iberoamericano de creación sonora). El numeroso público recorre los cuadros con
tranquilidad, sin prisa —la muestra, los motivos de las fotos, invitan a dejar
a un lado la premura—, parándose, comentando, señalando, muchos sonriendo,
otros con los ojos como platos, todos sorprendidos. Eso sí, en voz baja, con
respeto, con una liturgia propia de una cofradía de devotos de Cristina García
Rodero.
Rogativas, fiestas salvajes y otras no tanto, romerías,
procesiones, confesiones, curas con bonete, quintos embrutecidos, la trilla,
los empalaos, el Cascamorras, los picaos, el Colacho de Castrillo de Murcia, los
toros, ofrendas por la curación de un hijo, miradas torvas, personajes
deformes, nubes amenazantes, la pobreza que se puede sentir en una España sin
lustre, la ingenua belleza de los niños… Una sociedad rural —en blanco y negro
como las fotos— que estaba dando las últimas bocanadas y de la que García
Rodero nos cuenta su historia a través de unas imágenes emocionantes,
misteriosas, conmovedoras… mágicas.
Mientras recorremos la exposición, las fotos de Rodero se
nos antojan cuadros de El Greco, o peor aún, de Gutiérrez Solana por su
tranquila crudeza. La muestra no da tregua a las emociones ni a la capacidad de
asombro del espectador. “El alma dormida”, con toda seguridad la más icónica de
las obras de la serie, es el final del recorrido. Nos sirve de poético reconstituyente
ante la avalancha de emociones previa.
Nos contaba la fotógrafa en el pandémico enero del 21 que, para ella, “las fiestas son un pretexto para fotografiar la vida”. Y que “si no me emociono, el dedo no dispara”.
Fotografiar algo que no se va a repetir
Con respecto a la “España oculta” nos explicó lo siguiente
en aquella entrevista: “Yo era una jovencita que no tenía ni idea de como era
España. No conocía a mi país, ni yo misma me conocía. Ese fue el motivo de la ‘España
oculta’ y otros trabajos, enseñar la cultura popular de nuestro país, que era
tan poco valorada. Quizás una de mis características es que soy muy tenaz, muy
paciente. Cuando algo me entusiasma soy capaz de dedicarle el tiempo que haga
falta. Con el dinero que ganaba como profesora de Bellas Artes me pude permitir
salir todos los fines de semana, fiestas o vacaciones. Primero en tren y en
autobús y luego en coche, me recorrí España intentando —primero en la “España
oculta”— mostrar las cosas que, para mí, eran más importantes como fotógrafa y
también como española. En “España: fiestas y ritos”, intenté vivir más la
fiesta. En ‘España oculta’ plasmé mis vivencias, mis observaciones, las cosas
que pasaban. A lo mejor no era lo más importante como fiesta, pero si algo
digno de fotografiar y que no se iba a volver a repetir”.
Dejamos el Circulo de Bellas Artes con una sonrisa en los
labios, hemos participado en la celebración de la vida de Cristina García
Rodero.
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Domingo, 22 de Diciembre del 2024
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