Releyendo, por enésima vez, el poema “Que lástima” de León Felipe, se me ocurrió preguntar a “Esa niña que va a la escuela de tan mala gana.” el motivo y me dijo esto:
¿PARA QUÉ?
¿Para qué he de ir a la escuela
con la maestra que se enfada
porque no pongo atención?
¡Si no quiero aprender nada!
Voy
por dar gusto a mi madre;
mas,
voy de tan mala gana…
¿Para qué aprender los ríos
y las montañas
de España,
o a escribir hambre
con hache
o a memorizar la tabla
de multiplicar
del siete?
¡Si no quiero aprender nada!
Voy
por dar gusto a mi madre,
mas,
voy de tan mala gana…
Por eso, salgo de casa
y cada mañana,
siempre,
cuando llego a la farmacia,
a través de la ventana,
miro
si está el boticario
sentado a su mesa blanca leyendo
en el mismo libro
sobre su silla de paja.
Pego mi cara al cristal
que me refresca y callada,
largamente, le contemplo.
Al verme,
me dice ¡guapa!
Me hace señas de saludo
y se ríe
a carcajadas.
Yo, sacándole la lengua, le llamo ¡tonto!,
enfadada,
y continúo
calle arriba a mi escuela,
con desgana.
¿Para qué he de ir a la escuela
con la maestra
que se enfada
porque no pongo atención?
¡Si no quiero aprender nada!
¡Si nada me va a servir
ante el final que me aguarda!
¡Si estoy enferma del pecho
como mi amiga
Esmeralda
y como ella,
he de morir…!
¡Si estoy cada día más mala!
¡Si el médico,
sin remedio, dijo que me desahuciaba…!
¡Si cualquiera
de estas tardes,
a través de la ventana,
me ha de ver
el boticario
en una caja muy blanca,
con un cristal transparente
sobre mi rostro,
en la tapa, --como me ve
cada día a los cristales pegada,
con la barbilla sumida
y la nariz achatada--
que me llevan a enterrar
mientras doblan
las campanas!
¡Si lo escribirá en su libro,
en su poema
“¡Qué lástima!”
¿Para qué he de ir a la escuela
yendo de tan mala gana?
Madrid, 31 de junio de 2024
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Viernes, 6 de Junio del 2025
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