Opinión

Sesenta años abriendo camino a la esperanza

Concepción Aranguren | Viernes, 7 de Junio del 2024
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60 años de servicio y entrega a los más necesitados para dar una luz de esperanza a las personas más desfavorecidas de nuestra sociedad, teniendo como fuente el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.

Cáritas Diocesana de Ciudad Real surge en la Iglesia Diocesana como el organismo oficial para promover la acción socio-caritativa y la comunicación cristiana de bienes.  Aunque hubo que esperar hasta 1964 para que Cáritas Diocesana de Ciudad Real se constituyera oficialmente, siendo obispo monseñor Juan Hervás, desde entonces, Cáritas Diocesana impulsa, coordina y apoya a las Cáritas parroquiales, dando unidad a la acción. Durante los años 60 y 70, el voluntariado de Cáritas se centró en repartir ayuda americana, mientras que en los 80 se incrementó la sensibilidad social y se comenzó a promover la persona en lugar de ofrecer solo asistencia básica.

Es a finales de los 80 y principio de los 90 cuando comienzan a organizarse programas y proyectos de acción social. Aparecen los primeros animadores liberados (trabajadores) para dinamizar la labor del voluntariado y apoyarles en la ayuda que éstos han de prestar en los procesos educativos y de acompañamientos con los empobrecidos. Se inician nuevos modelos de intervención, se pone en marcha programas de atención a personas sin hogar y con adicciones. Se configura el programa SIN TECHO con la casa de Abrahám (Daimiel) en 1992 consolidando una misma metodología de intervención social. El centro Siloé (Ciudad Real) comienza a dar respuesta a muchas personas con problemas de droga y orienta a los grupos de Cáritas a como acompañar a estas personas. Ambos programas constituyen el “signo permanente de solidaridad” con motivo de la celebración del año jubilar en el 2000.

Actualmente Cáritas Diocesana de Ciudad Real está trabajando las prioridades que se establecieron en la última Asamblea celebrada en el 2022, tales como inmigración, mujeres en contexto de prostitución, la escasez de vivienda y empleo, más presencialidad en las zonas rurales, además de lo que ya venía haciendo.

Durante todos estos años, la comunidad cristiana ha sabido estar cercana a estas personas empobrecidas a través del voluntariado. Las personas voluntarias juegan un papel importante e imprescindible en la acción de Cáritas, estas personas realizan esta acción caritativa y social de la Iglesia, gracias a ellas, a la dedicación y entrega de su tiempo y su persona, Cáritas es capaz de ofrecer la esperanza de que también para estas personas es posible una vida mejor y que es posible construir un mundo más fraterno.

Eso es Cáritas, amor gratuitamente recibido y amor gratuitamente entregado.

 

Concepción Aranguren

Directora Cáritas Diocesana de Ciudad Real

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