El cerebro de
un adicto es un cerebro enfermo, o simplemente es el cerebro de una persona con
una baja fuerza de voluntad que no es capaz de resistir a los impulsos del placer.
Las drogas en sí,
no tienen nada que ver con las conductas adictivas. El alcohol por si mismo no
genera alcohólicos, así como la cocaína no produce cocainómanos, los móviles no
generan adicciones a las nuevas tecnologías o los mismos salones de juegos o la
mismas “tragaperras” no producen por sí mismos ludópatas.
La
Organización Mundial de la Salud define la adicción como una enfermedad
cerebral, y la iguala a otras enfermedades crónicas que pueden afectar a una
persona a lo largo de su proceso vital. Sin embargo y como respaldan
investigaciones recientes la base genética es una variable precipitante en la
generación de conductas adictivas, pero el factor ambiental sigue siendo
determinante en el uso, abuso y dependencia de determinadas sustancias o conductas.
La misma ONU en un reciente informe del 2023, sobre las adicciones a nivel
mundial declaró que las mismas, están alcanzando niveles récord, se ha
calculado que alrededor de 300 millones de personas en el mundo consumieron
drogas toxicas en este mismo año, y estos números no tienen en consideración
las adicciones no toxicas. Estamos hablando de cifras escalofriantes. Detrás de
los números o porcentajes a veces fríos y asépticos se esconden realidades
hechas de un autentico sufrimiento hasta dramas que salpican al adicto
directamente e indirectamente a todo su entorno.
Somos parte
integrante de una sociedad adicta, una sociedad que busca el placer efímero e
inmediato. Una sociedad que necesita llenar su tiempo, sus vacíos y su baja
tolerancia a la frustración con “un algo”. Una sociedad que carece cada vez más
de creatividad, una sociedad que no soporta el aburrimiento ni el malestar en
general. Tal vez no somos del todo conscientes, pero vivimos en una sociedad
adicta y los procesos de iniciación o de creación de cerebros adictos es cada
vez más precoz.
Las drogas
clásicas que han generado millones de adictos en todo el mundo, en todas las
culturas o clases sociales y que nos han acompañado en las ultimas décadas, me
refiero a la cocaína, la heroína, el alcohol, están dejando espacio a otros tipos de adicciones.
Por ello, es justo
y necesario diferenciar entre sustancias toxicas y no toxicas. Entre las
toxicas encontramos las sustancias ya tristemente conocidas como el alcohol, la
marihuana, la heroína, las anfetaminas etc. Mientras que, entre las conductas
de adicción no toxicas encontramos: A las nuevas tecnologías, al juego
patológico, al sexo, a la pornografía, a la comida etc. Aunque diferentes, la exposición
a las sustancias toxicas como a la no toxicas comparten la activación de los mismos
centros de respuesta cerebral.
Ahora bien, es
justo remarcar que no todos los consumidores de sustancias llegan al “estatus”
de adicto. Los adictos son aquellos consumidores que, aunque conscientes de los
efectos negativos sobre su salud y después de varias tentativas de dejarlo,
siguen en la incapacidad de desengancharse y siguen consumiendo. Pero el simple
uso y el sucesivo abuso representan los primeros pasos en el recorrido hacia la
dependencia y la sucesiva adicción.
¿Cuál es la
Base Biológica relacionada con las Conductas adictivas?
La estructura
cerebral de una persona adicta, es sin duda y como queda respaldado
científicamente, una estructura cerebral que presenta algún tipo de alteración
bioquímica que favorecen determinados tipos de comportamientos.
El modelo
biomédico clásico, en el cometido de describir los mecanismos biológicos
relacionados con las conductas adictivas, han centrado su foco atencional en
las alteraciones o desequilibrios de una serie de neurotransmisores como la
dopamina o el Acido Gamma Amino Butírico (Gaba), entre otros.
La exposición
a agentes potencialmente adictivos o tóxicos o no, genera la liberación de gran
cantidad de dopamina en los núcleos de recompensa y placer a nivel cerebral. Este
mecanismo de respuesta se encuentra la base del aprendizaje neuronal, que
origina las conductas adictivas. En esta compleja alquímica cerebral, entra en
juego también otro agente, como el (GABA),
que es el principal inhibidor del sistema nervioso central. El GABA tiene un papel clave en reabsorber la cantidad
de dopamina presente en el espacio sináptico. El GABA tiene la función de regular,
el sistema nervioso central, y mantener o restablecer una adecuada homeostasis
corporal frente al abuso de sustancias. El aumento o descarga de dopamina en el
mesencéfalo, hace parte de un sistema ancestral que ha favorecido la
perpetuación de la especie humana a lo largo de miles de años, estando
relacionado sobre todo con la alimentación y la reproducción.
Sin embargo, además
de los aspectos biológicos evidentes e importantes, hay otros factores que
aunque parezcan secundarios o menos determinantes son CLAVES en la iniciación y
mantenimiento de conductas adictivas.
Entre ellos es justo mencionar la capacidad de controlar los impulsos,
la predisposición en demorar la recompensa, el saber gestionar la frustración y
el aburrimiento no confundiendo el placer efímero, rápido, pasajero y
artificial con la felicidad.
¿Es posible
salir de una adicción?
El primer paso
si queremos superar una conducta adictiva es ser consciente de la misma,
reconocer que hay un problema, como le digo a la mayoría de las personas que
acuden a mi consulta el primer paso para vencer los demonios que llevamos
dentro, es aceptarlos.
Salir de una
adicción es un camino de recuperación de reconstrucción y sanación. Las
adicciones además de consecuencias físicas generan un deterioro emocional
profundo.
Salir de
procesos adictivos es difícil pero no imposible. Es un proceso lento y a veces
crónico. El aprendizaje neuronal, fruto de la conducta adictiva adquirida, se
queda almacenado en la memoria, y los estímulos pasivos o activos o simplemente
la exposición a determinadas situaciones puede provocar recaídas.
Entre las
principales causas de recaída me parece apropiado remarcar tres: la primera es
sin lugar a dudas la mala gestión de situaciones estresantes. La segunda es el
efecto “priming”, que consiste sencillamente en una exposición a la sustancia o
conductas que se llevan a cabo antes del periodo de la abstinencia. El tercer
motivo de recaída es el relacionado con el factor ambiental, como, por ejemplo,
frecuentar el mismo grupo primario de amistad que suele estar relacionado con
la conducta adictiva, frecuentar los mismos lugares o simplemente mantener las mismas
rutinas.
Hoy en día
disponemos de psicofármacos o medicamentos que pueden ayudar en algunas
conductas adictivas como ejemplo el alcohol o el tabaco. Pero esto, por si solo,
no suele ser suficiente, una vez superada la adicción física hay que trabajar y
reforzar la parte psicológica.
No tener miedo
a pedir ayuda, superar los estereotipos, la vergüenza, acudir a profesionales,
y buscar un apoyo emocional en el entorno más cercano, es clave. En Tomelloso
tenemos la suerte de poder contar con estupendas estructuras e instituciones
que intervienen en los procesos de recuperación y desenganche de conductas
adictivas. Grandes profesionales que desde años se implican en primera línea,
ayudando a personas y familiares de las mismas.
Superar una adicción es posible, aunque difícil, con esfuerzo, compromiso y perseverancia además que resiliencia, es un camino lento, un proceso repleto de obstáculos, de recaídas e incertidumbres, que parte con la aceptación de la realidad.
Como siempre
Tonino Tarquini nos quiere saludar con una frase que es un poco, la esencia
de lo que hemos comentado a lo largo de
esta entrevista, un pequeño aviso a los navegantes.
Atención a no Confundir Placer con Felicidad.
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Lunes, 25 de Noviembre del 2024
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