Hace muchos años leí a uno de los etólogos más populares y conocidos del siglo pasado, Gerald Durrell. Sus historias de animales eran fascinantes. De su mano aprendí muchas cosas que me han servido para comprender mejor el mundo animal y, sobre todo, para valorar su benéfica presencia en la naturaleza. Fue un naturalista que se comprometió en la tarea de divulgar sus experiencias científicas con el objeto de acercarnos al mundo de la naturaleza con respeto y admiración. Si pueden lean sus obras y especialmente “Mi familia y otros animales” aprenderán mucho.
Los
que entienden del tema.
Quiero
abordar en este nuevo artículo que brindo a mis lectores, el tema del
compromiso humano para con los animales así como los valores éticos que debemos
asumir para convivir con todos los seres de la naturaleza. Digo todos, e
incluyo a los vegetales y si me apuran hasta las bacterias. Todos somos
consecuencia de un “plan inteligente” que se inició hace 3.500 millones de
años, dando lugar a un mundo maravilloso del que estamos obligados a cuidar y
respetar.
Otro
de los hombres que durante toda su vida luchó por los derechos de los animales
y contra el maltrato fue el insigne filosofo bilbaíno Jesús Mosteríng, ocupó la cátedra de Lógica y Filosofía de la
Ciencia en la Universidad de Barcelona y, desde 1996 hasta su jubilación, fue
profesor de Investigación del Instituto de Filosofía del CSIC. Fue cofundador,
en 1999, y presidente honorífico de la asociación Proyecto Gran Simio, una
de las entidades más destacadas a escala internacional en la protección y reconocimiento
de los derechos de especies estrechamente emparentadas con los seres humanos
(chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes). Estos son algunos de sus libros:
¡Vivan los animales, El triunfo de la compasión, El reino de los animales y El
derecho de los animales.
Félix Rodríguez de la fuente, el popular
autor de documentales televisivos sobre el mundo animal, nos dejó un
incalculable tesoro de material para poder adentrarnos en el maravilloso reino
animal. Su labor divulgadora fue celebrada en todo el mundo y su entusiasmo
contagioso prendió en la sociedad española la llama del ecologismo de manera
indeleble.
La lista sería interminable, pero permítanme añadir
algunos más: Jacques Cousteau, Anita Conti, Wangari Maathai (premio Nobel de la
Paz), Chico Mendes (defensor del Amazonas), Jane Goodall (Etóloga de la
Universidad de Cambridge). No me olvidaré, finalmente de Dian Fossey autora del
libro “Gorilas en la niebla” en donde retrata la vida de los gorilas en sus
largos años de estudio en el medio natural. Se dice que murió asesinada por los
cazadores furtivos ruandeses que estaban llevando a la extinción a los gorilas
africanos. Fossey fue encontrada muerta en el
dormitorio de su cabaña en las montañas de Virunga (Ruanda) el 26 de diciembre
de 1985. La última entrada en su diario decía:7 Cuando te das cuenta del valor de la vida, uno se
preocupa menos por discutir sobre el pasado, y se concentra más en la
conservación para el futuro.(WikiPedia)
La
preocupación por la vida animal es una tarea que nos viene de lejos, no en vano
en antiguas culturas ya se veneraban y
respetaban determinadas especies a las que se les confería valores mágicos y
rituales.
Gandhi dijo que “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por
la forma en que se trata a sus animales”
La psicoterapeuta mexicana Nelly Glatt F
en uno de sus artículos publicados en el periódico “El Universal” de México nos
dice: El maltrato animal es, a la vez, un
factor que predispone a la violencia social y, al mismo tiempo, una
consecuencia de la misma. Forma parte de la cascada de la violencia que nos va
alcanzando a todos como individuos y como sociedad. La violencia es “un acto intencional que puede ser único o
recurrente y cíclico, dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a
otros. Casi siempre es ejercida por las personas de mayor jerarquía, es decir,
las que tienen el poder en una relación, pero también se puede ejercer sobre
objetos, animales o contra sí mismo” (www.animanaturalis.org).
Núria Querol Viñas, experta en violencia
contra animales y personas de la
Facultad de Medicina. Hospital de la Vall d'Hebrón. Nos dice en uno de
sus artículos: “En el Manual de
Trastornos de la APA y en el DSM-IV figura el trastorno de conducta
caracterizado entre otros síntomas por crueldad hacia animales y/o humano. La
violencia hacia los animales podría tener un valor predictivo de violencia
hacia humanos. El FBI conoce la relación y la utiliza en la elaboración de
perfiles de asesinos en serie. (www.animanaturalis.org)
Los
animales son a menudo maltratados a suerte de venganza, sobre todo por parte de
hombres que maltratan a sus parejas (correlación que se da en el 71% de las
mujeres que acudieron en busca de ayuda)(Ascione, 1996). En hogares abusivos,
del 86 % de mujeres que tenían un animal de compañía, un 80% refirió que sus
animales eran también víctimas de malos tratos. (Quinlisk, 1995).
Las preguntas
Vamos a reflexionar sobre el tema del
maltrato animal intentando buscar respuesta a unas preguntas que seguramente
todos nos podemos hacer. Pero antes de nada quiero dejar claro que en mi
investigación sobre el tema procuro que esté rigurosamente contrastada con la
ciencia y, desde luego, que me importa mucho la veracidad de lo que analizo y
estudio.
Va a hacer ya 12 años
que aconteció un hecho muy importante a nivel internacional relacionado con la
temática animal y nuestro compromiso con la naturaleza, lo que nos permite
entrar en estas reflexiones sobre la conciencia animal de una manera más o menos
segura. Me refiero a la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia Animal. El día 7 de
julio de 2012, un destacado grupo internacional de neurocientíficos cognitivos,
neurofarmacólogos, neurofisiólogos, neuroanatomistas y neurocientíficos
computacionales reunidos en la Universidad de Cambridge para reevaluar los
sustratos neurobiológicos de la
conciencia, experiencia y comportamientos relacionados en animales y
humanos. Si bien la investigación comparada sobre este tema se ve naturalmente
obstaculizada por la incapacidad de los animales, y a menudo de los humanos, de
comunicar clara y fácilmente sus estados internos, se pueden hacer las
siguientes observaciones de manera inequívoca para entender la existencia de nivel
de conciencia en los animales, evidentemente más bajos que en los humanos y
desde luego en ningún caso entrando en el terreno de la “racionalidad”. Se
escribieron, entre otras conclusiones, la siguiente. Declaramos: “La ausencia de una neocorteza no parece impedir que un
organismo experimente estados afectivos. La evidencia convergente indica que
los animales no humanos tienen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y
neurofisiológicos de los estados conscientes junto con la capacidad de exhibir
comportamientos intencionales. En consecuencia, el peso de la evidencia indica
que los humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos que generan la conciencia. Los
animales no humanos, incluidos todos los
mamíferos y aves, y muchas otras criaturas, incluidos los pulpos† , también
poseen estos sustratos neurológicos”.
Muchos
centros de investigación se están dedicando a desvelar y comprobar desde el
punto de vista experimental y a la luz de la neurología animal aquellos
postulados que permiten hablar de niveles básicos de conciencia en los
animales. Parece muy evidente que los animales son capaces no solo de percibir
el dolor, sino también determinadas emociones básicas relacionadas con el
comportamiento de los humanos hacia ellos y viceversa.
Nos
podríamos hacer muchas preguntas. Por ejemplo: ¿Los animales sufren cuando se les hace daño o se les
abandona? ¿Los animales tienen sentimientos? ¿Los animales tienen conciencia? ¿Los animales
domésticos son mas vulnerables que los salvajes desde el punto de vista
emocional? ¿Cuáles son los animales que lloran y por qué?
¿Lloran
los animales? Bueno parece que sí. Los etólogos y neurobiólogos se han
propuesto estudiar este sentimiento primario en algunos animales de nivel
superior desde el punto de vista cerebral y hay ya conclusiones.
Según
los expertos, una de las causas más frecuentes por la que los
animales lloran es la pérdida de
su contacto protector, por ejemplo, cuando una cría es separada de su madre,
llora y aúlla y su comportamiento cambia. Las nutrias son el ejemplo perfecto
de esta situación. Se ha demostrado que algunos de los animales más
sensibles son los mamíferos, como las focas, los elefantes o los delfines, que
lloran y se quejan cuando sienten tristeza generada por situaciones como la
separación de sus madres o cuando algún miembro de su manada muere. De igual
manera, especies como el ciervo o el oso, lloran cuando se sienten
perseguidos y amenazados por un cazador.
Según
un estudio publicado en la revista científica Current Biology, los perros
producen lágrimas cuando se reúnen con sus dueños luego de un tiempo de estar
separados, sin embargo, los científicos que participaron en el estudio
evitaron concluir que el aumento en el nivel de las lágrimas de los
perros, significan que esto lloren de
emoción al igual que los humanos.
¿Qué
pasa con la conciencia? Aquí entramos en un terreno muy delicado. La conciencia
como la mente o el pensamiento son abstracciones que nos permiten identificar
procesos mentales complejos. Se sabe aún muy poco sobre el tema, pero desde el
punto de vista conductual sí se pueden hacer observaciones empíricas sobre las
que inferir determinadas explicaciones neurofisiológicas. Me acojo a una
definición básica, pero clarificadora, del término conciencia animal: Es la potestad de poseer una identidad propia, de diferenciarse del
entorno, de analizarlo y de experimentar con él para aprender.
En mi opinión, hay que intentar una
aproximación al problema con las dudas que el propio conocimiento científico
plantea, pero también es cierto que desde el punto de vista puramente etológico
hay pruebas que invitan a la reflexión. La conducta del animal evidentemente es
de carácter instintivo, pero no olvidemos que el animal aprende, el animal
recuerda, el animal identifica lo que le va bien y lo que le va mal, el animal
construye elementos de pensamiento básico, que le ayudan a tomar decisiones porque
evidentemente las toma en relación a su alimentación, seguridad, amenazas de
predadores, elección de pareja, etc.
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Miércoles, 4 de Diciembre del 2024
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