Cuevas

En la cueva impoluta de Vicente Caro y Dolores Olmedo

Carlos Moreno/Ana Palacios | Viernes, 12 de Julio del 2024
{{Imagen.Descripcion}} Vicente Caro junto a José María Díaz. Reportaje fotográfico de Ana Palacios Vicente Caro junto a José María Díaz. Reportaje fotográfico de Ana Palacios

Todavía quedan cuevas en Tomelloso que no han visitado los periodistas de La Voz, aunque hoy lo hacen la arquitecta, Ana Palacios, que volverá a realizar el reportaje fotográfico, y  el último tinajero de la ciudad, José María Díaz, apreciado por todos los viticultores de la ciudad por ese respeto y amor que profesa a las maravillosas construcciones del subsuelo de la ciudad. El punto de destino es la cueva de Vicente Caro Benito y Dolores Olmedo Lara en el número 84 de la calle Dulcinea, esquina con calle Topete. Admiraremos una cueva impoluta, construida en torno a 1900, donde el abuelo Juan José Carrasco fue el primer vinatero de la familia en una casa que compró a Paz Díaz.

Bajamos por una larga escalera que hace un giro en el descansillo para acceder al empotrado. Allí podemos ver las bocas de cinco cuevas de cemento y tres de barro. Cada tinaja tiene un tapón a unos setenta centímetros del suelo y otro a unos quince centímetros. El vino de mayor calidad se sacaba por arriba.  José María reconoce su propia mano en una tinaja de cemento y la de su padre en las otras cuatro. 

La cueva está muy limpia, conservada a las mil maravillas. Los peldaños de la escalera están revestidos con baldosas de gres . Las paredes están pintadas de blanco con pintura plástica, aunque otro tramo está pintado con cal. A medida que descendemos, y en día estival tan calurosa, se agradece el descenso de temperatura que vamos percibiendo. La anchura de la escalera delata que bajaron por ella las tinajas de barro.  Laconstrucción cuenta también con una pequeña fresquera y vemos algunos curiosos aperos como un ventilador, una lebrilla y una espuerta. 

Vicente y Dolores han sido unos anfitriones exquisitos con Ana Palacios, que además de hacer fotos, hoy también ha hecho de redactora recabando los datos más relevantes de la cueva. La visita concluirá con un sabroso aperitivo y una amena conversación entre la arquitecta y los propietarios que conocen bien a la familia de Ana. En realidad, en Tomelloso, y a pesar de ser una ciudad con 36.000 habitantes, la vida sigue siendo entrañablemente familia y cercana. 

 


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