De la primera medalla que conseguía el judoka Garrigós al meritorio bronce que se llevaba la bravísima selección de balonmano, otro bronce para Miguel Sánchez Migallón, el nieto de Naranjo,  fueron cayendo las de Diego Botín y Florian Tritel en una vela que siempre suma,  además de oro, y el máximo metal también lo consiguieron María Pérez y Álvaro Martín en el relevo mixto de marcha, la selección masculina de fútbol, Jordan Díaz en triple y salto y la selección femenina de waterpolo. Las cuatro platas fueron para María Pérez, con un histórico doblete de medallas en la misma Olimpiada, Carlos Alcáraz en tenis, el equipo femenino de baloncesto 3 x 3 y Ayoub Ghadfa en boxeo.

Y llegaron también los bronces de Álvaro Martín en 20 kilómetros marcha, el de Pau Echaniz en piragüismo eslalon; la de Enmanuel Reyes en boxeo; la del dobles en tenis con Cristina Bucsa y Sara Sorribes, la del equipo de natación artística, la de Joan Toni Moreno y Diego Domínguez en C2 500 Piragüismo, la del K4 en piragüismo con un estratosférico Saúl Craviotto que ya tiene seis medallas olímpicas.

Cerca de la medalla estuvieron la selección masculina de hockey, la selección femenina de fútbol, Llopis en los 110 metros vallas, varios judokas, también se rozaron metales en el taekwondo, modalidad que había dado medallas a España en las tres anteriores citas olímpicas, se quedaron a las puertas de luchar por medallas los equipos de baloncesto femenino y de waterpolo masculino después de una  espectacular fase de grupos en las que ganaron todos sus partidos y nos dolió en el alma esa grave lesión de Carolina Marín que era medalla segura en bádminton o esa que parecía asegurar  Laura Heredia en pentatlón de no ser por ese fallo del caballo o alguna más que pudo caer en boxeo de no ser por dudosas decisiones de los árbitros. Los veintidós metales no estuvieron tan lejos.  En fin, que las medallas olímpicas están siempre muy caras, e incluso partiendo de la vitola de favorito, luego hay que ganarlas, porque en la competición puede surgir cualquier contratiempo o un inesperado rival que le da la vuelta a todo.

Hay quienes abogan por un cambio de modelo en la gestión del deporte en España y no es malo que afloren estos debates, pero sin restar valor a lo conseguido por nuestros deportistas que no ha sido poco.