Economía

Fondos de inversión en el campo: oportunidad o amenaza

Considerados por algunos como los nuevos terratenientes del campo español, son una práctica cada vez más común dentro del sector agroganadero

Fran Solis / Lanza | Lunes, 12 de Agosto del 2024
{{Imagen.Descripcion}} Foto de Clara Manzano Foto de Clara Manzano

Para algunos representan una amenaza, pues temen que el campo puede pasar a estar en manos de los ‘brokers’ y de los especuladores, mientras que otros los ven como una oportunidad para que los agricultores y ganaderos puedan sacarle rentabilidad a sus tierras ahora que pueden sentirse amenazados por las dificultades del sector y el fantasma del relevo generacional.

Son los fondos de inversión en el campo, una práctica cada vez más común dentro del sector agroganadero. Considerados por algunos como los nuevos terratenientes del campo español, detrás de los inversores que suelen comprar este tipo de terrenos están los denominados ‘family office’ (grandes patrimonios familiares), así como los fondos de capital de riesgo, los fondos de pensiones, las aseguradoras o los grandes inversores.

El 'Informe 2024 sobre la Estructura del Suelo Rústico en España', realizado por Cocampo pone de manifiesto el importante crecimiento que han experimentado los fondos especializados en la tierra.

Con el fin de conocer el papel que los fondos inversión desempeñan en los terrenos agrícolas y ganaderos de Castilla-La Mancha y de la provincia de Ciudad Real, Lanza se ha puesto en contacto con varios profesionales del sector para que comenten sus impresiones y ofrezcan algo de luz sobre este asunto.

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Imagen del tradicional campo manchego / Clara Manzano



“Es un buen momento para invertir en fincas agrícolas”

El profesor de OBS Business School, Jaime Martínez Tascón, opina que actualmente es un “buen momento” para invertir en fincas agrícolas en España y Portugal, al indicar que si se mira desde el punto de vista de la producción de la tierra, resulta “muy fácil entender la simplicidad del negocio” por el hecho de contar con “unas excelentes tierras de cultivo y con grandes extensiones en territorios como Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura o Andalucía”.

Desde su punto de vista, otra razón por la que los fondos de inversión pueden estar interesados en adquirir fincas agrícolas reside en el crecimiento de la población mundial, al considerar que “si aumenta la población, la demanda de alimentos también crece, por lo cual estos inversores ven en las tierras agrícolas una inversión para aprovechar este crecimiento. A ello hay que sumarle la rentabilidad, pues nadie va a invertir en un activo que no genere rentabilidad”.

Para Martínez Tascón este tipo de inversiones también son interesantes para los inversores porque “son una protección contra la inflación, ya que los precios de los alimentos tienden a subir y a aumentar con el tiempo, por lo que también están protegidos y son activos con una volatilidad baja, entendiendo como tal el riesgo de una inversión, que es bastante bajo”.

Pese a ello, recuerda que todo esto “no es algo nuevo”, ya que “las inversiones en terrenos agrícolas a nivel mundial ya se estaban realizando, lo que pasa es que hay mercados que son muy maduros como pueden ser los Estados Unidos o Australia, que son activos en los que se ha ido invirtiendo durante muchos años, mientras que en España se ven zonas de cultivo con una buena tierra, con un buen clima y con unos costes que seguramente se pueden reducir gracias a la tecnología, estando ahí el atractivo que están viendo los inversores”.

Martínez Tascón indica que los fondos que suelen invertir en el campo suelen hacerlo sobre todo en grandes superficies para que les salga rentable. Aclara que los inversores que suelen comprar este tipo de terrenos son “los denominados ‘family office’, los fondos de capital de riesgo, fondos de pensiones, aseguradoras o de grandes inversores que igual han crecido con activos inmobiliarios más ligados al ladrillo y quieren descorrelacionar la inversión inmobiliaria optando por este tipo de activos. E incluso también los propios empresarios agrícolas, aunque en menor medida”.

Respecto al lugar de procedencia de los grandes inversores en el campo, y preguntado sobre si provienen de España o de otros lugares del mundo, indica que “el dinero no entiende de fronteras y está volando por todo el mundo. Solo hay que saber cogerlo, por decirlo así”, a lo que apunta que “los fondos de inversión, fondos de capital riesgo, los family office, etc. ya tienen una estructura a nivel internacional también para detectar oportunidades, como puede ser invertir en terrenos agrícolas en España”.

El profesor de OBS Business School añade que este fenómeno en España “ha podido coger poco a poco más dinamismo durante la última década, coincidiendo con el momento en el que se aplican una serie de tecnologías al campo que pueden hacer muchísimo más eficiente su gestión”.

¿Problema o amenaza?

Respecto a sobre si los fondos de inversión pueden suponer un problema o una amenaza para los pequeños agricultores y familias que se dedican al campo, Martínez Tascón indica que “cuando sufrimos una transformación o un cambio tendemos a verlo como una amenaza, aunque no tiene por qué ser así, pues también puede representar una oportunidad para que, de la mano de un inversor, que te puede aportar recursos económicos y tecnología, poder potenciar tu negocio”.

Por tanto, desde su punto de vista, “puede ser una oportunidad para los agricultores que ven como sus negocios no acaban de funcionar y pueden recibir una cantidad de dinero para vender su negocio y dedicarse a otra cosa si creen que la agricultura o la ganadería no es el futuro, a la vez que pueden alquilar sus tierras y ser grandes propietarios, pues los fondos de inversión no vienen a comprar sus terrenos, sino que simplemente vienen a alquilarlos, siendo además alquileres a largo plazo con una medida de 20 años, por lo cual también son una fuente de ingresos”.

Por este motivo, opina que el hecho de que haya inversores dispuestos a apostar por un negocio “facilita las cosas”. Pese a ello, también analiza la situación desde el otro punto de vista, al indicar que “puedo entender que el propietario de una gran extensión elija seguir con su vida actual y luchar por algo que se ha transmitido de generación en generación y que suele ser algo muy arraigado a la tierra, pues no le gustaría que su negocio que empezaron sus bisabuelos terminara las manos de unos americanos. Pero también se puede que entender que los tiempos cambian y que las posibilidades de que existan otros que te pueden ayudar son también buenas”.

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Los fondos de inversión en el campo generan controversia / Clara Manzano



Regino Coca: "Los llamados ‘inversores institucionales’ están teniendo un mayor protagonismo"

Regino Coca, CEO y fundador de Cocampo, señala que los llamados ‘inversores institucionales’ “están teniendo un mayor protagonismo” en lo que se refiere a los fondos de inversión en el campo.

Explica que dentro de los inversores institucionales están, por un lado, los denominados ‘family office’, que “vienen a ser los terratenientes de toda la vida, es decir, esas grandes familias con patrimonio que siguen creciendo en número de hectáreas”, mientras que por otro lado “están las empresas del sector agroindustrial que necesitan crecer por un tema de economía de escala”.

Añade que, dentro de un tercer grupo, “estarían los fondos de inversión agro, que son los que están haciendo más ruido y que si bien ahora están llegando a España, ya lo hicieron a otros países hace años como el caso de Canadá, Estados Unidos, Australia e Inglaterra, donde eran más habituales”. En este sentido, aclara que este último grupo “hace mucho ruido porque buscan una actividad con escasa vinculación a la comunidad local, es decir, que sustituyen cultivos tradicionales, donde se contrataba mano de obra local, por mecanización”.

Apunta que habría otro cuarto grupo dentro de los inversores institucionales como el de los fondos de energías renovables, que, desde su punto de vista, “está compitiendo con los agricultores en la compra de tierras y hacen que suban los precios”.

“Apenas un 6% o un poco más del porcentaje se reparte entre las administraciones y empresas”

Coca sostiene que si bien ésta es una realidad, pues “estos inversores están comprando en el campo”, aclara que las cifras, que son públicas, “también son muy claras en cuanto a que el 93% de los propietarios de fincas rústicas en España son personas físicas, por lo que apenas un 6% o un poco más de ese porcentaje se reparte entre las administraciones y las empresas”.

Por ello indica que, aunque el fenómeno existe, “porcentualmente todavía en España es muy muy bajo como para generar cierta sensación de incomodidad”. Pese a ello, entiende el hecho de que para los pequeños y medianos agricultores la situación puede resultar “incómoda”.

"El 41,3% de los propietarios de fincas rústicas en España es mayor de 65 años"

De otro lado recuerda que “el 41,3% de los propietarios de fincas rústicas en España es mayor de 65 años, lo que representa un dato dramático, pues casi la mitad de nuestra población de propietarios es tan mayor que no puede trabajar su tierra. Además, no tienen la capacidad de hacer inversiones complementarias en maquinaria en nuevas tierras para ser competitivos y poder competir con sus vecinos, que son esos fondos inversores institucionales que necesitan 200 o 300 hectáreas de secano para obtener rentabilidad”.

Por todo ello, plantea la posibilidad de que “si no lo hacemos bien y se reduce esta brecha entre el campo y la ciudad, puede llegar un momento donde, a 50 años vista o más, el campo sea propiedad de tres grandes fondos o empresas. Por tanto, y en el peor de los casos, podría darse el caso de un escenario negativo a futuro en el que se acaben quedando tres en el campo, suban los precios, el agricultor ya no exista y el consumidor se vea pagando precios altos”.

Pese a ello Coca opina que “ese es un escenario muy dramático”, por lo que no cree que finalmente se llegue a producir, pues “la situación actual, incluidas las últimas protestas y movilizaciones del campo, deberán generar el cambio para que podamos cuidar a los pequeños y medianos agricultores”.

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Una sandía en medio del campo manchego / Clara Manzano

Elisa Fernández (UPA): “No estamos de acuerdo con los fondos de inversión”

La secretaria de Organización de UPA Castilla-La Mancha, Elisa Fernández, muestra el parecer de esta organización agraria en relación a la entrada de fondos de inversión en el campo, señalando que “no estamos de acuerdo con los fondos de inversión”.

Fernández recuerda que “siempre que se hablaba de especulación se hacía referencia a la especulación inmobiliaria del ladrillo. Pese a ello, desde hace más o menos una década ya hay fondos de inversión que se están dedicando a comprar en el campo. Y lo están haciendo incluso de forma masiva. De hecho, en una comarca de la provincia de Toledo tenemos el ejemplo de que se han comprado cientos de hectáreas para poner pistacho superintensivo en regadío”.

Para la secretaria de Organización de UPA Castilla-La Mancha esta práctica es “hacer agricultura sin agricultores”, añadiendo que “para esta gente si luego llega un momento en el la tierra deja de serles rentable, se van a ir, dejando destrozada la zona o comarca en la que estaban”.

Refiriéndose al ejemplo de Castilla-La Mancha, aclara que “los agricultores o ganaderos profesionales que tenemos, mayoritariamente no son propietarios de tierra, algo que sucede prácticamente en toda la agricultura en general”. A ello añade otro hándicap como es que los propietarios “son gente mayoritariamente mayor y con una edad avanzada”.

Por este motivo, explica que al final “llegan los fondos de inversión y ponen un dinero sustancioso encima de la mesa. Y los propietarios que no son agricultores ni lo han sido nunca, deciden soltar la tierra y venderla”, mientras que “los agricultores profesionales, que hasta ese momento tienen las tierras en arrendamiento para poder sacar su explotación adelante, se han quedado sin tierras. Y nosotros, desde UPA, estamos totalmente en contra de esto, porque vemos que al final las explotaciones familiares agrarias, que son las que nosotros defendemos, son las que se pierden”.

Por ello, critica que la rentabilidad de los fondos de inversión en el campo “se ve multiplicada por doscientos en relación a la que puede tener una explotación familiar, siendo además sus costes de producción muchísimo más bajos en todos los sentidos. Por tanto, estamos hablando de que los fondos de inversión destrozan el sector agrario y ganadero, así como el medio ambiente, porque la forma de producir, la sostenibilidad y la calidad de las producciones no son las mismas”.

Respecto a la creación o no de ganancias, Elisa Fernández opina que los fondos de inversión, lejos de incrementar la riqueza y el empleo en la zona, lo que hacen es “aumentar la riqueza de su bolsillo y destruir el empleo en la zona donde compran las tierras o se instalan porque necesitan de mucha menos mano de obra, teniéndolo todo estructurado de otra manera”.

Por todo ello opina que las distintas administraciones deberían tomar cartas en el asunto ante este panorama, al considerar que “habría que regularlo de otra manera”.

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Los fondos de inversión pueden ser considerados como una amenaza o una oportunidad para el campo / Clara Manzano

Delegada de Agricultura en Ciudad Real

La delegada de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural en la provincia de Ciudad Real, Amparo Bremard, considera que “sería complejo valorar y, sobre todo, asegurar que los fondos de inversión puedan tener una incidencia directa en la supervivencia de la agricultura familiar en nuestra región, dada la idiosincrasia de esta actividad, donde influyen multitud de factores que determinan las condiciones de cultivo y, por tanto, también la rentabilidad que estos pueden ofrecer, como podrían ser que las superficies sean de secano o regadío, grandes extensiones o pequeñas parcelas, etc.”.

A este respecto, la delegada destaca que la acción agrícola, hoy por hoy, “la puede desarrollar cualquier persona o entidad”, ya que “son muy pocas las limitaciones que realmente se establecen para que no pueda tener actividad agraria toda aquella persona o empresa que así lo desee, siempre que disponga de superficie y/o ganadería”.

Es por ello que quiere recordar que en Castilla-La Mancha “no llegan a 100.000 las solicitudes PAC que se realizan, y que solo unas 20.000 corresponden a agricultores que cotizan a la Seguridad Social, es decir, que viven prácticamente y en exclusividad de la labor agraria que realiza en sus explotaciones”. Por tanto, indica que “casi un 80% de todas las explotaciones están en manos de otras personas que tienen otra actividad como principal o en manos de empresas, algunas de ellas, sin duda, fondos de inversión”.

Para Amparo Bremard, “todo esto, y puesto en el contexto de la economía de libre comercio en el que nos desarrollamos, supone que legalmente no se pueda poner impedimento a la realización de la actividad que cada uno desee realizar, y en este caso la agricultura está suponiendo un importante refugio para personas o entidades que no son agricultores a título principal con el objetivo de obtener una renta (beneficio económico) de la actividad agropecuaria”.

Desde su punto de vista, son “multitud” las circunstancias y casuísticas que influyen en la entrada de nuevos agentes a participar en esta actividad que “determinarían la viabilidad y repercusión en el entorno donde se desarrolla la actividad y, por ende, en las personas que habitan en esos entornos”, añadiendo que “no podemos olvidar que en nuestra región la mayoría abrumadora de la superficie es en primer término rural y agraria y, por tanto, todo lo que ocurra alrededor de ella puede marcar el devenir de su futuro”.

"La agricultura ha sido un aliciente para los grandes entes que manejan la economía mundial"

La delegada considera que es una “realidad” el hecho de que la agricultura ha sido un aliciente para los grandes entes que manejan la economía mundial, algo que “lo pone de manifiesto, por ejemplo, el hecho que hace ya décadas los cereales comenzaran a cotizar en bolsa. En este caso, personalmente, sí que creo que deberíamos manifestar cierta preocupación con el hecho de poner en mayor importancia la faceta del beneficio económico que el del aspecto que ancestralmente ha desarrollado la agricultura, que ha sido la de producir alimentos para toda la sociedad, considerando además aspectos tan importantes como la seguridad y soberanía alimentaria”.

Dicho esto, y teniendo en cuenta la economía de libre mercado, Amparo Bremard indica que “está claro que cualquiera puede desarrollar la actividad agraria y no existe capacidad legal para limitar la intención de desarrollar la actividad y de poder acceder a las ayudas a las que se pudiese tener derecho en el desarrollo de ésta”.

Sobre la consideración de que puede haber organizaciones agrarias que no vean como una buena praxis que fondos de inversión estén realizando inversiones en producciones agroalimentarias, la delegada de Agricultura apunta que “puede existir el contrapunto de que en algunos casos puedan ser los garantes de que puedan también seguir manteniendo la actividad y la empleabilidad en determinados pueblos y, por tanto, garantizando la continuidad agraria y la pervivencia de las gentes y pequeñas empresas que viven en el medio rural gracias a las actividad socioeconómica que generan en el entorno y que, por tanto, también juegan un papel fundamental a tener en cuenta”.

Asimismo, opina que también hay que tener en cuenta que la legislación vigente “no nos permite poner limitaciones a que un fondo de inversión pueda desarrollar actividad agrícola y que tampoco pueda cobrar subvenciones de ningún tipo”, porque “se produciría un agravio que sería fácilmente recurrible y repercutible a la acción incorrecta que en este caso la administración pudiera realizar”.

Por todo ello, la delegada de Agricultura en la provincia de Ciudad Real opina que hay que considerar la interacción que se debe ofrecer en el desarrollo de la actividad entre todos los agentes que la pueden protagonizar porque, “como todo, pueden haber consideraciones negativas, pero también otras positivas que deberíamos valorar y que, además, en cualquier caso, lo que también debemos tener claro es que debemos trabajar para garantizar la viabilidad de todas aquellas personas que quieren tener la agricultura como su modo de vida y con el que pueden mantener a sus familias”.

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Detalle de unas uvas en una vid / Clara Manzano

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