Feria 2024

Después de los relojes

XXVI Premio de Poesía Eladio Cabañero de la Fiesta de las Letras Ciudad de Tomelloso

Javier Pérez Bazo | Viernes, 16 de Agosto del 2024
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(Fragmento)

COMO HELENA DE TROYA

Que hasta casa se allegue

el prodigio sencillo del deseo.

Que irrumpa igual que cuando iba al amor

por vez primera, en falda corta, trémulo,

y en feliz devaneo convertido.

Que se haga y crezca, que violente puertas

como un ladrón de alcobas y su alijo

sean mi enagua izada, la conquista,

la rendición total del corazón.

Que me vuelva inmortal, raptada y seducida.

Y que arda Troya y nos quememos dentro.

 

CARPE DIEM, DIJO HORACIO

Antes de que la edad dorada salde

 las rosas, el clavel y hasta la azucena,

 celebremos sus últimos denuedos.

Que bienvenidas sean la zozobra

del pulso, la costumbre de lo inaudito,

la fábula lasciva; bienvenido

sea el mayor de todos los pecados

que pueda recrearse con los ojos

abiertos; bienvenida la avidez

carnal, que a perpetuidad condene

por gozos del infierno al corazón.

Antes de que al invierno le salgan las arrugas

y de que ya no suenen los relojes.

 

EL JARDÍN DEL MAGNOLIO

En el Museo Romántico

Aquí son imposibles las derrotas.

En el jardín del magnolio

todo mantiene un lustre de sorpresa,

ese aire guardián de las reliquias

de citas a escondidas.

Acaricia una mesa entre la yedra

de mármol viejo sobre el que oficiaba

en noches y palabras un poeta.

Guardianes de la fuente ya sin alma,

dos bancos secretean e imaginan

confidencias salaces, juramentos.

El lugar suena a paz y se conjura

con quien en él penetra y persigue

las imborrables marcas del amor

a la deriva y se siente capaz

de abrir los ojos, de multiplicar

los labios estrenados,

de romper brújulas y darse cuenta

de que debajo del magnolio aún huele a mar.

 

RELAY D'ORLY OUEST 

Nunca estuvimos en París tan jóvenes,

pero me reconozco, mujer casi adolescente

que alzada en los tacones jugaba a ser amante.

Vedlos tocar el fuego

confiando en el destino y la llamada.

Se exponen al amor, a la intemperie

en medio de la prisa y los aviones.

Casi ausentes, se muerden, se confunden,

se contemplan incrédulos, espléndidos

e irrepetibles, como un abrazo único,

como la espera, como la verdad,

como el arrullo al corazón ajeno.

Vedlos avivar cuerpos

con justa sobredosis de existencia:

reclinando el reposo sobre el hombro

la joven avaricia, tatuajes de sueños,

otra vez la alianza y la promesa

de echarse al fuego sin dejar cenizas.

Hasta que todo acaba de repente

y buscan la puerta del embarque.

Se marchan sin saber que han escrito

un bello poema de amor viajero. 

 

ENTRE LA POESÍA Y YO 

Si te acuestas con otros y regresas

a casa con los labios todavía

doloridos tras noches de amoreos,

de qué me vale que haya días únicos en los que yo te trate como diosa,

que te deje mi lado de la cama o nos perdamos donde nos parezca para tomar el pulso a

cuanto late, para medirle el paso a cada paso por la ladera oscura de los números.

Ahora me pregunto, mientras duermes, de qué me sirve ver en el espejo achaques de la edad y tus reproches por darme media vuelta hasta mañana.

Si estás aún más bella entre otros brazos, qué vale, me pregunto,

llevarte a mis tabernas favoritas, que conozcas mejor a mis amigos y acabemos borrachos entre tus versos.

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