Preludio de contexto
(Comienzo)
Y sobre la llanura,
un cruce de caminos
trazado en el paraje que las gentes
dejaron de llamar Los Tomillosos.
En esa encrucijada,
un hombre vierte en un pilón de piedra
el agua fresca que saca de un pozo,
se humedece la frente
y les da de beber a sus dos mulas.
Desde los soportales,
con cierto regocijo,
la posadera ve acercarse al hombre,
que al punto la requiere
para una sed de agosto incontenible.
Acaban de alinearse los planetas.
Para llegar a ser,
el agua una vez más será comienzo.
(La viña)
“Unidos al agua
pura
y a los planetas
unidos…” Miguel Hernández
Cavó un hoyo profundo
con la medida exacta que dictaron las leyes
del agua y los planetas.
Eligió un buen sarmiento.
Se quedó con aquel
que inspiró fuerza al tacto de su mano.
Lo enterró procurando
que la tierra le diera su cobijo.
Lo hizo desde el fondo
como si a un hijo suyo cobijara.
Luego
repitió este precepto
de manera continua,
mil ciento once veces por fanega,
sin reparar en lágrimas.
Y esperó
que una lluvia propicia hiciera el resto.
Razón de semejanza
(La mula)
A mis tíos: Lucio,
Justo y Nicolás
Se llamaba Platera
y tenía el pelaje basto y tordo.
Ni por cuestión remota podría haberse dicho
que pareciera toda de algodón.
Las marcas en la piel que dejó el aparejo
y los huesos blandiendo los ijares
despejaban la duda.
Su condición de bestia olvidadiza
no le daba ni para preguntarse
qué demonios estaba haciendo allí,
vuelta y vuelta, tirando del arado.
Sorda a su instinto equino de espantada,
obedecía dócil al arreo continuo del gañan,
que hábil la inducía a ser partícipe
en tan penosa suerte
hasta que, ansiosa y libre en el reposo,
acercaba el hocico a la cebada
enlazando
una mirada cómplice con su leal compañero
que, con la misma ansia,
daba un mordisco al pan.
La cómplice mirada que tan solo
pueden entrelazar los semejantes.
Tratado de acogida
(El bombo)
El bombo
es un ejemplo claro de humildad.
Se levanta cursivo
con la piedra caliza que ha sacado el arado.
No usa otro recurso
que la materia infértil que desecha la tierra.
En cambio, con tan poco,
es mucho lo que da.
En ese espacio tosco de exigua redondez
donde los restos de la poda arden,
un altruista corazón se ensancha
dando concavidad al desamparo.
Pone todos los medios a su alcance
para que nunca escueza una inclemencia.
Jamás permitiría que a ningún ser humano
se le pegara al cuerpo una intemperie.
Pero no es alma cándida,
también se decepciona cuando alguno
corre a echar el cerrojo
violando su Tratado de acogida.
Es el humo el que entonces se enfurruña
emitiendo revoques que nos dejan
la estancia hecha un infierno.
Todo vuelve a fluir en el instante
que, sin mirar a quién, abres la puerta.
Señales de inocencia
(Fiesta de la vendimia)
A mi madre
"El premio en
este juego es un tanque de verdad
y lo gana el
primero que consiga mil puntos"
Güido a su
hijo Giosuè en La vida es bella
de Roberto
Benigni
Tenía once años
y toda la ilusión que cabe dentro
de un niño de once años camino de una fiesta.
Subíamos al remolque del tractor
que antes de amanecer nos llevaba a las viñas.
Hacía frío.
Mi madre me abrigaba con su abrazo.
Llegados
cortábamos racimos
de sol a sol. La viña era infinita.
Yo era un niño
que cortaba racimos sin perder la ilusión
de que en cualquier momento
comenzaría una fiesta.
Haikus del jaraíz
1. Piquera
Desde la altura,
se precipita el fruto
hasta la boca.
2. Destrozadora
Entre los dientes,
gime en un reventón
para licuarse.
3. Prensa
Roto y cautivo,
presiona hasta que da
la última gota.
4. Sumidero
Lo traga y guía
a metamorfosearse
en su crisálida.
(El vino)
A mi abuela
Josefa
Tu creador Dionisio,
con el plante egocéntrico de un dios,
embriagado de ti te preguntaba:
“¿Por qué dieron tu cuerpo
como pago en especie al jornalero?
¿Qué congoja te llevó a suplantar
a ese pan expoliado que andaba en desbandada?
¿Qué hipnótico matiz entre tus posos
hizo que se borraran las interrogaciones?”
(Borrar, algunas veces, no nos lleva al olvido).
Por eso brindaremos contigo, vino nuestro,
con el vino que nunca se brindaba.
Y brindamos por ti, porque necesitábamos
que llegaras así, tan peleón,
armado de valores nutritivos;
que a sorbos pusieras la piel roja
a tanto rostro pálido;
que empaparas el pan que, rociado de azúcar,
hizo feliz a un niño con la sonrisa intacta.
Principio de igualdad
[Terreras (Jota rabiosa)]
De las cuevas del lugar
saca la tierra María,
cuida luego de sus niños,
cose y lava la camisa,
ya de noche, a su marido.
No se toma ni un respiro.
Siempre entregada María.
Terrerita del alma, canta esta jota.
Rabiosamente grita que estás rabiosa.
Con rabia contenida, canta, y tal vez
rabioseando puedas llegar a ser.
Allá va la despedida:
si la sociedad supiera
del verdadero valor,
tuyo y de tantas Marías,
acabaría el dolor,
el mundo sería mejor
y otro gallo cantaría.
(La cueva)
Cuando bajé no pude creer lo que veía.
Las tinajas se habían convertido en crisálidas
y arrojaban ejércitos de mariposas grises
que, igual que llamaradas,
salían despedidas por las altas lumbreras.
Llegó la policía
y, directos, entraron al meollo.
Como buenos sabuesos, buscaron los indicios,
tomaron notas, pruebas, restos…, mascullaron
no sé qué de un caduco reinado de Witiza,
al tiempo que un par de mariposas
pretendían, cansinas, tocarles las narices.
No se identificaron,
pero gastaban porte con tintes novelescos,
idéntico a esos tipos de cuerpo escultural y bronceado
que lucen en la plaza delante del casino.
Con caldo de gallina
liaron un cigarro a contraluz
y envueltos en el humo se perdieron.
Me despertó el zumbido
del móvil que dejo en la mesilla
junto al interminable tochazo del tal Ende.
Y un titular abría en la pantalla
el digital local:
“La policía entra a una cueva y se topa
con un espeluznante estado de abandono”.
Función de ilusionismo
(C2H6O)
Con un más que marcado acento alambiqueño,
pregonaba la voz de la inconsciencia:
“Adelanto que mi reputación
cuenta con un currículo completamente aséptico,
doce siglos de historia
y toda una carrera dedicada a buscar
la fórmula que prende la chispa de la vida.
Si ha sufrido de amores,
se le enquistó una pena o un fracaso
y no sabe ya cómo salir del agujero,
podrá
olvidarse de todo
con esta alucinante Función de ilusionismo.
Controle bien el fuego que quema el interior,
seleccione un punto de tristeza
y aplíquele a su vez un grado alcohólico
ajustado a su peso y sus pesares.
No se alarme
si llegara a alcanzar un coma etílico,
no es tan grave ni tan irreversible
como saltar de un puente
o colgarse de un árbol.
¡Empieza la función!”.
(Chimeneas)
Miradlas. Ahí están
estiradas y firmes,
luciendo geometría de los pies hasta el vértigo.
A estas reinas de barro,
me pregunto
quién les daría lección de altanería.
Parece que nos miran por encima del hombro.
Sin embargo, a pesar
de ese look majestuoso,
se dieron sin remilgos a las tareas más sucias.
Tienen el alma negra
como el resuello ardiente que otro tiempo exhalaron.
Hoy descansan y añoran
su reinado, ya extinto,
y que alguna cigüeña regrese a coronarlas.
(Pueblo)
Yo no sé de otra patria
más grande que esta calle
abierta a tus orillas,
que esta casa con su patio y su árbol
donde la madre daba paella los domingos,
que estos aires
con olor a vinazas que corrían
junto a estos tres amigos camino de las eras.
Estos aires tan tuyos, Tomelloso,
que respiré y respiro
y se han quedado dentro.
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Lunes, 2 de Septiembre del 2024
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Jueves, 21 de Noviembre del 2024
Jueves, 21 de Noviembre del 2024
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