Decían los informadores del tiempo climático que esta semana reinaría una DANA en toda la Península Ibérica; los informados ya sabemos más o menos qué significa la palabra, que en verdad es una nueva locución en la que sólo aparecen las iniciales de otras, de tal modo todos sabemos que significa: depresión en los niveles altos de la atmosfera, traducimos in mente y comprendemos que se trata de un cambio de clima por unos días.
Estamos muy dichosos disfrutando de sus efectos, más fresquito durante el día y noches más relajadas.
Estoy pensando en esto y en que Ciri habitante de uno de tantos pisos calurosos debe estar feliz, siempre se queja del calor sofocante del verano; consciente como es de vivir en La Mancha, siempre me dice que no puede remediar quejarse de tanto calor, es hombre más bien de invierno.
Veo que entra en la cafetería y su cara no refleja lo que yo pensaba. Trae el ceño fruncido y aparenta preocupación. A ver si puedo sonsacar el motivo de su desasosiego.
La visión del camarero, hábil por demás, con la bandeja portando los cafés y sus amigas magdalenas, consigue una sonrisa en mi amigo, causa a la vez que acaricie el bigote, símbolo de disfrute placentero.
—Te veo decaído, Ciri ¿te ocurre algo desagradable?
—No, nada. Prosigo con mis ejercicios físicos, como te comenté, animado por los Juegos Olímpicos y me siento físicamente cada día mejor.
—Pues te veo con cierta cara de vinagre, amigo, a mí no me engañas. Te ocurre algo y me doy cuenta a pesar de que prefieras ocultarlo.
—Eres “mu cansino” y quieres estar enterado de todo lo humano y lo divino.
Efectivamente Ciri ha dejado escapar algo del malestar que lo corroe; con lo educadísimo que es, esa respuesta no entra en sus cánones, por lo cual insisto y su contestación me deja a cuadros, me dice:
—En el transcurso de tu vida ¿te has encontrado en alguna ocasión inmerso en una reunión de erizos?
Qué tendrá que ver la situación que percibo en mi compañero con la pregunta que me suelta. Temo que sea alguna de sus salidas a las que estoy acostumbrado, me “descoloca” y no sé qué responder. Preveo que va a terminar con una carcajada de las suyas…, pero no, espera mi respuesta con una seriedad propia de los fotos de Nietzsche.
Algo no va bien…
—No, no he estado nunca en una reunión de erizos ni de mar ni de tierra. ¿Tú sí? —le respondo cargado de recelos y con tono burlón.
—Entonces no vas a comprender en la vida lo que podría decirte.
—Vamos a ver…, amigo. Baja un poco las revoluciones y prometo entenderte —añado para tocar la fibra tranquilizadora del compañero cafetero— puedes contarme lo que quieras, en serio.
—Antes de ayer celebramos…, no, celebramos no, sufrimos la asamblea anual de los vecinos del bloque, contamos con veinte viviendas lo que en un sano juicio habría veinte participantes, pues tampoco. Te aclaro más, en una casa vive una familia china, pues asiste el padre (al que apelan Chin-Gao) que no sabe español, acompañado de su hija de 10 años que sí entiende pero hay palabras que desconoce, por lo que hay que buscarle sinónimos más comprensibles, ahí tienes al secretario buscando en internet otras palabras parecidas, cuando lo consigue se le ha olvidado al padre lo que ya había traducido la niña.
—Pues menuda papeleta.
—También está Juanito, señor de setenta años sordo como una tapia, no va con sonotones porque, como estamos en una sala reducida, dice que se entera bien y no gasta pilas. Cuando interviene habla con tonos demasiado elevados, lo que interpretan los colombianos como enfado injustificado, si le piden que endulce un poco la irritación, responde que él habla como le sale de…
—Bueno…, menudo gallinero deberá montar —respondo a Ciri que ha dejado a medias la magdalena y sin probar aún el café.
—Espera que no he terminado. Contamos con don Raimundo Exigere, fiscal jubilado, necesita causas explicitas e implícitas para dar su voto a cualquier iniciativa de mejora en el edificio. Además, utiliza un lenguaje legislativo que a la mayoría se nos escapa. Y todo se le debe comunicar por escrito con certificaciones, firmas de presidente y secretario, así como el cuño y fecha en que se hizo la propuesta.
Ciri me está dejando de piedra, con razón venía tan deprimido esta tarde, deseo que esta, nuestra reunión, le sirva para relajar nervios.
—Y para completar el equipo está la Gertrudis deportista y nutricionista donde las haya, habitualmente asiste embutida en un traje como de neopreno, ajustado totalmente a cualquiera de las partes de su cuerpo. Ella no participa en discusión alguna, salta su vista de interviniente a interviniente. En el momento de la votación pertinente estará en contra de lo que la mayoría de vecinos haya optado, sea lo que sea. La apodamos “La extrema oposición”, lo que no sé es si será de derechas o de izquierdas.
—No sabes cómo lamento tu situación, querido Ciri, menos mal que es una vez al año, —respondo a mi compungido amigo.
—Pues todavía no te he contado lo más espinoso, de ahí lo de los erizos, que me nombraron el año pasado para intermediar entre todos y poder conseguir un consenso, aunque sea mínimo.
—Buena elección, compañero, seguro que, con tu cachaza, buen razonamiento, facilidad para hacer confluir ideas y tu carácter amistoso no dudo de que el affaire ha sido un éxito, —lo aplaudo verbalmente.
—Éxito, dices. Después de hora y media intentando convencer a unos y a otros di un manotazo en la mesa y con un grito mandé a todos a tomar por…
Necesito soltar una carcajada mayúscula,
¡Ciri perdiendo los nervios hasta ese extremo! ¡Pero si eso es casi imposible!
De ningún modo puedo contener las risas, hasta se me saltan las lágrimas imaginándome el cuadro que forma la asamblea y mi amigo con la cara roja puesto de pie gritando.
Ciri me mira, contrae la cara, arquea las cejas se le estira la frente se agarra a la mesa y se une a mis carcajadas. Los vecinos de mesas colindantes nos miran interrogantes y ansiosos de conocer el chiste tan gracioso que nos hace reír de tal modo.
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Lunes, 10 de Marzo del 2025
Martes, 11 de Marzo del 2025