En el corazón de la Mancha, en plena tierra de viñedos, con
un mar esmeralda repleto de leyendas quijotescas, emerge la figura del “Obrero
de Tomelloso”. Nos estamos refiriendo a un hidalgo, don Francisco Martínez
Ramírez. Un personaje emprendedor y
dinámico cuya sombra se proyecta a través del tiempo, trazando un arco desde lo
universal hasta lo local, un hombre amante de su patria: Tomelloso; de la cual
jamás quiso desprenderse, porque realmente su corazón estaba aquí. Quizá
quedarse en su patria, fue el desagravio de su fortuna ya que tuvo
oportunidades de colonizar otras tierras, tanto dentro de la península, como a
nivel internacional, en EE.UU y en Méjico.
Fue un hombre que perteneció, en la contienda bélica
española, al bando republicano y quizá pudo ser este el delito que su pueblo
cometió en aquel momento, de su olvido en el tiempo y su permanencia en la
penumbra, en tiempos de posguerra. Sin embargo sus aportaciones han sido
incalculables, desde el primer periódico fundado en Tomelloso por él, llamado
“El Obrero”, sus libros y escritos sobre economía, la moneda, el mercantilismo
hasta la materialización de la línea de ferrocarril de Cinco Casas a Tomelloso.
La historia no siempre es justa con sus protagonistas y,
desde luego, la escriben los vencedores. Por otro lado, un pueblo que olvida su
pasado no puede construir su futuro. Mi ánimo al escribir sobre este ilustre
tomellosero es contribuir al recuerdo de un “prohombre” que fue muy generoso
con este pueblo. Un hombre que tuvo un gran sueño en el que la justicia social
y el trabajo de los hombres eran su centro y entono alrededor del que giraban
ideas de progreso, inteligencia de emprendedor y un especial amor al ser humano.
Escribir sobre este hombre es recrear un pensamiento liberal
y progresista en una época oscura de dictadura y caciquismo que ensombreció los
campos y los pueblos de nuestra querida España. Nada puede justificar el
abandono intencionado de los hombres que luchan por un ideal, nadie tiene
derecho a ocultar lo que heredamos de la generosidad de los hombres. De hecho,
existen innumerables estudios sobre su persona.
El Visionario de Tomelloso
Desde esta inmensa llanura podemos imaginar al Obrero de
Tomelloso, con su mente cosmopolita moldeando el futuro con sus habilidades
sociales, filosóficas, económicas y financieras. Buscando el progreso de su
pueblo, con idas y venidas. Este hombre veía en el ferrocarril una arteria de
vida que conectaría a su pueblo con distintas provincias de España y le haría
crecer social y económicamente. Soñó con un tren que arrastraba vagones llenos
de vino y alcohol, con destino a los mercados nacionales e internacionales. Un
tren que vertebraba el progreso de un Tomelloso enclavado en una geografía
olvidada y mal comunicada con el mundo.
Soñó con una comunidad de hombres y mujeres que rentabilizaban el fruto de sus manos en un progreso merecido por ser fruto de su sudor, esparcido en las verdes praderas de vides de su término geográfico. Un hombre, en fin, que luchó por la dignidad de los anónimos hombres y mujeres que entregaron sus vidas para hacer grande el singular y admirado pueblo que hoy es Tomelloso.
Francisco Martínez Ramírez. Siendo Gobernador de Huesca 1932. (Archivo Municipal de Tomelloso)
Indudablemente, don
Francisco Martínez Ramírez encarna la
figura de Don
Quijote, el caballero lleno de nobleza y locura con su lucha por ideales
en un mundo que parece haberlos olvidado. Don Quijote veía gigantes donde otros
veían molinos, y nuestro Obrero veía progreso donde otros solo veían riesgo y
cambio innecesario.
La historia del Obrero de Tomelloso es, en términos
literarios, una elegía a la incomprensión. Su pueblo, atrapado en la comodidad
de la costumbre y el temor al cambio, no pudo ver el futuro en los ojos de su
ilustre paisano visionario. En lugar de admiración, sus propuestas fueron en
ocasiones recibidas con escepticismo y rechazo. Como Don Quijote, nuestro
Obrero, fue visto como un soñador desconectado de la realidad palpable.
Pero su historia no es una historia de fracasos, todo lo
contrario, su inteligencia y capacidad de gestión, le abrieron muchas puertas,
sobre todo en el ámbito nacional, donde mantuvo una activa militancia en las
filas políticas republicanas, de la mano de ilustres compañeros y amigos que
atendían con acierto sus interesantes teorías económicas y sociales. Sin
embargo, nunca abandonó a su pueblo en la lucha por el progreso.
Mirasol
Nunca tuve la oportunidad de ver su casa en pie, la cual fue
derribada impunemente por una alcoholera foránea con la aquiescencia de unos
ediles municipales irresponsables e insensibles, a la que bautizó él mismo con
el nombre de Mirasol dado que estaba edificada al sur, mirando justamente al
Sol.
Era una bella finca, a modo de palacete, amplio y
majestuoso, edificado en plena llanura a las afueras de la ciudad de Tomelloso.
Dicen, los que no le querían, que la construyó de espaldas al pueblo, nada más
erróneo que esta afirmación, las puertas daban al pueblo y estaban abiertas a
los tomelloseros y a los visitantes que se acercaban a él. Mirasol era la
puerta de entrada al progreso y a la modernidad, fue cuna de sueños y parnaso
de creadores. Fue el hogar y refugio que nuestro personaje levantó para sí y
para sus amigos y paisanos, elegido para fomentar la cultura, la
intelectualidad, el arte, la literatura y la política que, a modo de almenas,
se erigían en sus soleadas salas, siendo lugar de encuentro de artistas
políticos y pensadores de su época.
En este lugar se celebraban numerosas tertulias y reuniones
con gente de la talla del general Aguilera, poetas e intelectuales como Luis
Quirós, pintores como Francisco Carretero y el propio Antonio López Torres que
iba a pintar a dicha finca, políticos como Melquiades Álvarez y escritores como
Antonio Zozaya y Vicente Blasco Ibáñez, este último, amigo personal de Luis
Quirós.
Imagen de la finca de Mirasol (Archivo municipal de Tomelloso)
Sus conciudadanos también tenían sus puertas abiertas, y
allí acudían a pedir consejo para sus negocios y actividades, siendo siempre
agasajados por su amabilidad y exquisito trato. Jamás negó a nadie un consejo o
una inteligente opinión.
La finca de Mirasol fue un emblema, del cual el pueblo de
Tomelloso jamás debió de desprenderse.
Lamentablemente, con el devenir de los años de posguerra,
don Francisco tuvo que deshacerse de la finca de Mirasol, cuando perdió gran
parte de su fortuna y ya no resultaban rentables sus proyectos. Dicha finca
estaba conectada por la parte subterránea con la estación. Este es el simbólico
eje neurálgico de su visión, Mirasol y la estación unidas, la proclama de su
futuro, para Tomelloso. En mi retina tengo la imagen de una fotografía en
blanco y negro en la que aparece en medio del campo el tren, como si se tratara
de una estampa surrealista. Ahora, en este momento es casi impensable el
regreso del tren a Tomelloso, fue un sueño, una quimera que se materializó en
un momento determinado pero quizá, quien sabe si puedan regresar esos trenes de
la infancia, con vagones repletos de mágicas ilusiones y vidas por descubrir.
El tren llegó a Tomelloso en 1914
Después de un largo periplo comenzado en 1852, finalmente,
el 20 de julio de 1913, en plan de pruebas y entre gran expectación del pueblo,
llegó a Tomelloso la primera locomotora. Al año siguiente, el día 15 de
febrero, se inaugura el primer tramo Cinco Casas-Argamasilla de Alba, y el 10
de septiembre de 1914, tras más de 60 años de espera y luchas, el ferrocarril
llegaba a Tomelloso, pese a lo cual y por diferencias entre las partes
implicadas no hubo ningún tipo de inauguración oficial.
Pasados más de 70 años un día el tren desapareció de
Tomelloso, fue allá por enero de 1985, día en el que fue clausurada la línea
Cinco Casas-Tomelloso, lo que supuso el cierre de la estación. Las vías fueron
levantadas en 1995, mientras que el antiguo complejo ferroviario fue
rehabilitado por el Ayuntamiento. El último tren llegó a la estación de
Tomelloso el 5 de abril de 1987 (la estación ya estaba cerrada). Fue un día
lluvioso y ventoso, según cuentan desde la Asociación de Amigos del Ferrocarril
de Tomelloso y Argamasilla de Alba, quizá tan triste como fue la desaparición
de este sueño que se mantuvo Abierto más
de 60 años. (Datos sacados de la Historia del Ferrocarril en Tomelloso.
Wikipedia).
De momento, a día de hoy, el tren, símbolo de progreso y lucha, permanece aletargado con el sueño del Obrero de Tomelloso, junto a su humilde tumba en el cementerio de Tomelloso, que pocos tomelloseros visitan y ni siquiera saben dónde está. Tomelloso no ha podido conseguir que el tren regrese, pese a la lucha de las dos plataformas ciudadanas que lucharon y luchan por él, no sabemos si será como una especie de maldición por haber rechazado los grandes ideales del Obrero. ¿Será un castigo de los dioses para el pueblo de Tomelloso? O quizá será una “mano negra egoísta e insolidaria”, escondida tras las huestes de políticos incompetentes y envenenados por el poder, con sus intereses, la que evita su resurrección. Nunca tendremos conocimiento de ello. Pero lo que sí es cierto es que ya permanece como un sueño olvidado en el tiempo e imposible a día de hoy, que no en el futuro, alcanzar.
Llegada del tren a Tomelloso. Año 1914. Foto de Wikipedia. Dominio público
Epitafio para un soñador
Mis estimados lectores simplemente piensen. ¿Qué podría
haber sido de Tomelloso si hubiéramos seguido los ideales de este visionario? Y
desde luego, cuan alto fue el privilegio de tenerlo en esta tierra manchega
pero, qué gran frustración no haber podido poner en práctica sus ideales.
Si una imaginaria mañana otoñal y
sombría, en la que todos vayamos atropelladamente caminando por las
calles, nos encontrásemos con Don Francisco, piensen por un momento: ¿Estaría
feliz el Obrero de ver en lo que se ha convertido la sociedad tomellosera de
hoy, o quizá no hubiera permitido algunos de los errores que se han llevado a
cabo en este pueblo?
Lo que es indudable es que los niveles de vida y la propia
economía han avanzado mucho y aunque la mayor fuente de ingreso sigue siendo la
agricultura, no obstante el tejido empresarial se ha visto favorecido e
incrementado durante las dos últimas
décadas del siglo XXI. Todos estos hombres y mujeres emprendedores, que es por
lo que se distingue el alma tomellosera, son precisamente por sus empresas y
negocios por lo que se mantienen tanto a nivel nacional como internacional en
un nivel muy competente. Este espíritu emprendedor es justamente, la semilla
que el Obrero dejó en Tomelloso la cual no pudo ver dar sus frutos. Es ahora,
en este momento cuando ese tejido empresarial se está viendo florecer. Así que
espero, que desde la otra orilla, nuestro personaje histórico se pueda ver
congratulado.
En lo que concierne a la parte de su obra, a nivel
intelectual, económico y literario, sus ideas fueron supremas y a lo grande, al
igual que hacen los americanos. Escribió la biografía del general Aguilera,
cuentos para sus nietos, por cierto con una ternura y delicadeza asombrosa. Y
por supuesto, se atrevió a escribir la primera Crónica de Tomelloso, ¿saben lo
que hubiera sido escribir, al igual que lo hizo el rey Alfonso X el Sabio,
atreverse a realizar un estudio sobre los orígenes de Tomelloso? Hubiera sido
un éxito y algo inédito, pero una vez más, está comprobado que no triunfó ya
que su pensamiento muestra estar en otra dirección opuesta al pueblo, eran
pensamientos totalmente diferentes.
Quizá hubiera causado más cercanía si se hubiera fijado más
en los primeros pobladores, los bombos, las cuevas y todas esas añoranzas que
embarcaban los mares esmeraldas de los viñedos. Tan amados por los campesinos,
al igual que los lagares, las besanas y las caricias de los racimos de uvas.
En el crepúsculo de su vida, cuando estaba ya tan enfermo, sabiendo que le quedaba poca esperanza de vida, quiso regresar a Tomelloso para morir en su tierra amada, sin embargo a pesar de
que su hijo gestionó todo para que
su padre pudiera regresar y estar
en el hospital, en un principio el alcalde rechazó su venida. Aunque más tarde,
el alcalde de Tomelloso terminó por cambiar de opinión y aceptó que don
Francisco Martínez pudiera regresar a Tomelloso y se hizo cargo de su entierro
y de todos sus menesteres.
Para finalizar y
siguiendo al pie de la letra la bibliografía del libro de Francisco Martínez
Ramírez el Obrero de Tomelloso. Vida y legado de un precursor 1870-1949,
al entierro asistieron las autoridades
del pueblo con la banda de música. El resto del pueblo ignoró su muerte como
había ignorado su esfuerzo y sus horas amargas.
Y allí, en medio del árido campo de un lugar de La Mancha,
sin más historia que la que él escribió, está bajo una Piedra sencilla en la
que solo reza su nombre y el de su esposa. Aunque se podrían haber añadido el
siguiente epitafio: “Alma enamorada de la llanura, tu esfuerzo enriqueció a
muchos pero, te fuiste olvidado y pobre. Esta es la historia de los hombres
buenos que lucharon por sus pueblos”.
Una tarde de esas otoñales que tanto le gustaban a Don
Francisco, en la que la llanura se esfumaba en brillos de color purpura y
azules profundos, fue su hijo a
visitarles al campo santo, dejando unas rosas que cortó en Mirasol y por un
momento sintió el deseo de trazar sobre
la piedra amarillenta, los siguientes versos:
El Obrero de Tomelloso
Su fondo, todo llanura;
Ideales de Aventura;
Corazón firme y entero.
Fue su divisa un obrero,
Que llevó de honroso mote,
Y mantuvo con finura
Su brazo, sin armadura,
La lanza de don Quijote
(Autor del poema. Francisco Martínez de Padilla)
M.ª Remedios Juanes Silvestre
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Miércoles, 30 de Abril del 2025
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