Lejos de ser el sueño
húmedo de la población que maneja autos, el fin de las itv supuso el inicio de
la peor de nuestras pesadillas. Ya no debíamos dirigirnos, con cita previa, a
las estaciones de inspección, sufrir ansiedad mientras se chequeaban los gases
emitidos ni afinar el oído para discernir si es el intermitente derecho o las
cortas. Menos, aún, esforzarnos girando, de manera incansable, el volante hacia
uno y otro lado, justo hasta el momento en el que se agota la paciencia del
mecánico del foso.
La espera de cinco
minutos, a la puerta de la nave, de pie, con otras personas propietarias de
autos, dedicados, todos, a hablar del tiempo o de la pasta que se levantan los
del negocio, tampoco. Eso, también, nos lo ahorramos. Hoy lo han anunciado en
la rueda de prensa, tras el Consejo de Ministros y Ministras:
—Nos es grato anunciar
que millones de ciudadanos y ciudadanas, conductores y conductoras, ya no
tendrán que llevar sus autos a las itv. Los liberamos así, contribuyendo a que
tengan más tiempo para ser felices y disfrutar del tiempo de ocio. Las inspecciones,
tal y como las conocemos, pertenecen al pasado. Estas quedan sustituidas por
los PECHA, los Procesos dE Chequeo Automatizado.
«Pechá» a llorar nos
metimos, a partir de ese momento, los propietarios de los autos cuando
descubrimos que, si nuestro utilitario no portaba el chip 4567EUE (como era el
caso de los motorizados a combustión), deberíamos instalar el sistema de
actualización que permitiría la inspección técnica continua. El sistema
chequea, cada segundo, nuestro auto, monitorizando su estado integral y el de
todas las piezas, incluida la emisión de gases si el auto es, aún, de gasoil o
gasolina. La inversión necesaria para tal actualización sería fiscalmente
deducible y, si no se realizaba en un plazo de un año, se retiraría el vehículo
de la circulación, procediendo a su destrucción completa.
En «X» hubo debate,
debidamente moderado por la FRS (Fiscalía de Redes Sociales), pues cualquier
discrepancia podría ser calificada como delito de odio. De hecho, dado el
estado mental de la población, dominada por la pereza y fácilmente
influenciable, cualquier opinión en contra de lo legislado se consideraba, ya,
un crimen de odio, sancionado por la vía del juicio rápido y pena mínima de
prisión de 3 años y medio, sin posibilidad de fianza ni recurso a instancia
superior. Por ello, en «X», la crítica más afilada fue la que emitió el usuario
María Dolores Fuertes Sincrón, con DNI 01234567E, quien, a las 22:45 horas del
22 de agosto de 2045, escribió:
—Es el fin de las itv
Su cuenta se moderó a las
pocas horas del post. Al margen de esta nota de color, lo cierto es que el fin
de las itv nos trajo algún que otro disgusto más. El software del sistema no
era del todo público ni transparente que digamos. Era el paquete informático
que, desde la imposición de venta de vehículos eléctricos, imperaba en la
industria. Su código formaba parte del «kernel» de las actualizaciones forzosas
a los pocos vehículos de combustión que aún sobrevivían por lo que las bondades
del programa incluían, para todos los autos, una localización exacta en cada
instante del tiempo, el control total sobre el utilitario (acelerador, marcha,
freno, parada, dirección, etcétera), varios terabytes de grabaciones de audio y
vídeo de lo ocurrido en el interior del habitáculo y la copia de respaldo de
todo el contenido de cualquier móvil que se detectara dentro del mismo.
Básicamente, el fin de las itv implicaba que el Estado sabía más de tu vida que
tú mismo. Cuando esto se descubrió, nos hicimos, aún, más imbéciles pues
sentimos pánico a pensar, por miedo a que el Estado también conociera nuestros
anhelos, y así fue como dejamos, por tanto, de pensar. Ya no pensamos. Nunca.
Menos aún en el coche.
A los dos meses de su
total implantación, el Estado tenía las claves para que todos fuéramos felices.
Lo sabían todo y el propio vehículo, incluso aparcado en el garaje, nos enviaba
al móvil consejos psicológicos para pautar nuestra vida de mierda con las
mejores recetas. Ni siquiera los españoles pudimos hackear estos sistemas para
evitar el absoluto control al que la humanidad se hallaba sometida. Estábamos
perdidos y la única solución consistió en dejar de conducir, de portar móvil y
de relacionarnos con gente que los tuviera. Volvimos a las cuevas y a los
caballos. Y ese, sí, ese sí que fue el fin de las itv y el comienzo de algo más
grande.
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Miércoles, 4 de Diciembre del 2024
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