Estaba comentándome
Ciri que seguimos con la dana, igual que el último viernes que nos juntamos, es
decir hace dos semanas, es que la feria no perdona ni nosotros a ella; la pena
es que perdimos la charla acostumbrada de los viernes.
—Me ha
informado el señor de la droguería de mi barrio que este verano apenas ha
vendido productos contra las moscas y mosquitos, incluidos los espráis y los
artilugios de plástico llamados popularmente “matamoscas”, —termina de decirme
mi compañero, concluyendo la agitación al café y haciendo sonar la cuchara
producente del tintineo chillón y a la vez agradable contra el borde la taza.
—Ciri,
con la contemplación de la ambrosía que desprenden el café y las magdalenas te
has saltado de un tema a otro, tú que eres tan metódico en tu discurso. Estabas
hablando de la dana que ocupa el tiempo climático y pasas al comentario de tu
droguero sobre la bajada de ventas en productos anti moscas y mosquitos.
—No, amigo
no, no he traspuesto los asuntos, están íntimamente relacionados.
—Pues ya
me dirás qué tiene que ver el señor que regenta un comercio de droguería con la
dana de los informantes del clima, —le respondo ya un poco “mosca”.
—Con una simple
pregunta te vas a responder tú mismo: ¿Qué cantidad de moscas o mosquitos te
han molestado a largo de este verano? A ver , contesta, —me instiga con
autoridad fingida.
Este Ciri
es imprevisible; a mí qué me importan en este momento, contemplando el
espectáculo de las magdalenas tan esponjosas, atractivas y jugosas, los
insectos voladores que te agobian durante la siesta veraniega en la penumbra
del comedor, en los momentos que más relajado quieres estar. Pienso unos
instantes por educación y cortesía más que por ganas. La conclusión me asombra
a mí mismo, y así se lo hago saber.
—Compañero,
debo reconocer y dar respuesta a tu pregunta diciendo que este verano no me he
sentido acosado por tales insectos volantes, alguna que otra mosca despistada
sí ha visitado la cocina de casa, pero en contadas ocasiones.
—¿Captas
ahora la información de mi droguero en cuanto a su falta de ventas de productos
higiénicos relacionados? La relación como ves es directa. ¡Ay , cuánto tengo
que sufrir contigo y con tu escasa observación de lo que nos rodea!
Evidentemente,
mi amigo comenta esto último entre voz teñida de malicia y ojos achicados por
la picardía. Sorbe un trago de café y continúa:
—Concluyo
mi información. Como este verano hemos tenido altas temperaturas, del mismo modo
que todos los estíos manchegos, poca o ninguna precipitación de nubes, junto a
la higiene que por costumbre practicamos, la conclusión es clara y contundente:
Menos insectos nefastos, más comodidad ambiental y descanso más relajado.
Ciri me
observa poniendo cara de profesor universitario que ha concluido la explicación
científica sobre la relación interestelar y la gravitación galáctica de últimos
descubrimientos. Toma con los dedos un trozo, ya cortado, de magdalena la
introduce en la boca y a punto está de atragantarse por el golpe de risa que lo
asalta.
Unos
momentos de silencio contemplando el panorama que nos ofrece la ventana, las
gentes paseando y el griterío de unos niños persiguiendo una pelota de plástico
sirven al colega para cambiar el argumento de conversación y como es costumbre
en él arranca con otra pregunta.
—¿Disfrutaste
el miércoles veintiocho de La Gala de la Zarzuela en la plaza de Tomelloso?
—No.
Estuve en Villahermosa, mi pueblo de nacimiento, donde también se celebran
ferias en honor a San Agustín el patrono del pueblo. Habíamos acordado una
reunión de primos, todos vivimos fuera, muchos a causa de la emigración de los
años 50 y 60; nos juntamos dieciséis y pasamos una tarde extraordinaria y muy
emotiva de recuerdos y anécdotas. Cuando volvíamos a Tomelloso era casi madrugada.
Y ya solo funcionaba el recinto ferial y los “chiringuitos”, la plaza estaba
casi desierta, —respondo a la pregunta de Ciri.
—Te
perdiste entonces una soberbia puesta en escena de Zarzuela: músicos,
cantantes, director…, todos impresionantes. No sabes cuánto disfruté; incluso
me atreví a marcar unos pasos de baile con mi señora; dígase “soto voce” que me
nuevo como un pisador de uva, ya me comprendes.
—De esto
último puedo dar testimonio fidedigno, —añado al comentario de mi camarada
plasmando una sonrisa sin malicia manifiesta,
a la vez le recuerdo que dejó apresuradamente unas clases de baile para
jubilados, porque retrocedía más que avanzaba.
—Lo peor
sucedió al final —me corta Ciri y continúa—, cuando todos dimos por terminado
el espectáculo y el público iba despejando el recinto de la plaza, los artistas
no abandonaban el escenario. Yo, llevado de mi afán investigador, aguardé unos
minutos y viendo que no había movimiento en la escena, fui acercándome, pese a la reprimenda de mi
esposa requiriéndome para marchar a casa. Pregunté a varios amigos que también
observaban lo que ocurría. Conseguimos saber tras escuchar comentarios, enfados
y protestas: Se trataba de Una inspección de trabajo.
—¿Una
inspección de trabajo a esas horas de la noche, con la función terminada, con
público presente? Amigo, no me lo puedo creer.
—Pues
créetelo porque todo lo captaron estos ojos y estos oídos que un día habrá de
comérselos la tierra, y tú sabes que soy testigo fiel de lo que veo y oigo. Vi
a dos inspectoras revisando documentación e identificando a los artistas, sin
dejarlos bajar del escenario hasta comprobar que todos estaban dentro de la
legalidad. Todo a pesar de las quejas de dos concejalas del Ayuntamiento.
—Compañero
y amigo Ciri, cuál será el funcionamiento de la cabeza pensante que ordenó
llevar a cabo la inspección en ese momento. No me gustaría estar a su lado ni
ser su amigo.
—Es
imprescindible cumplir la ley para un buen funcionamiento de la sociedad, lo
sabes bien, amigo, pero hay momentos intempestivos para ciertas funciones,
—completa mi compañero—. En ese momento sentí desprecio por muchos dirigentes
de nuestro país.
Pongo mi
mano sobre el hombro del amigo y lo dirijo a la salida, sé que está muy dolido
porque no entiende ciertas actitudes, eso lo deprime.
Pasamos
por caja y no dejo que toque su cartera.
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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