Cuando se realizó la obra de los pisos, la cueva se dejó a cielo abierto y en una original solución constructiva la dotaron con un techo forjado de hormigón. Fue reforzada con cuatro columnas cilíndricas adosadas a la pared que no restan atractivo a la construcción. Cerca de la pared vemos los restos de un arco de medio punto que daba forma a una hornacina. La escalera original fue cortada y sustituida por una de metal. Justo al lado de la escalera aparece el hueco de un pozo que fue aprovechado como fresquera. 

La cueva presenta una forma casi cuadrada, mide 8,85 por 7,90 metros,  y un muro delata que fue partida. Aparecen distintos niveles de terreno. Las tinajas son de barro y de una curiosa forma panzuda, con parte de su base enterrada en el terreno.  Son de ciento cincuenta arrobas de capacidad y hay un total de seis, además de otras dos más pequeñas para el gasto. Las tinajas de este tamaño son las que utilizaron los primeros vinateros de la ciudad cuando el cultivo del viñedo empezaba a despegar.

En la cueva hay un segundo pozo y pueden verse las covanchas. Tiene una pequeña lumbrera con desgarre cuadrado y ese tono de colores terrosos que le proporcionan un mayor encanto. El desgarre de la lumbre nos permite descubrir el buen espesor de tosca que existe en esta parte de Tomelloso.