La Asociación Manchega de Amigos de la Ópera programó un
exquisito homenaje a una de las más grandes sopranos de la historia, a la diva
por antonomasia, a la gran María Callas. Con la dirección musical de Francisco
Antonio Moya y la Orquesta Filarmónica de La Mancha, la OFMAN, las sopranos
Alicia Hervás y Ángela Cano y la mezzosoprano Mónica Redondo, ofrecieron al
público, que prácticamente llenó el Teatro Marcelo Grande, un soberbio recital.
El respetable disfrutó de un recorrido musical por la vida de la gran
neoyorquina gracias al buen hacer de las tres cantantes y la orquesta dirigida
por Moya que recibieron una gran ovación del respetable, saliendo a saludar
varias veces.
Tras el saludo del presidente de AMAO, Javier Benito, que dio
las gracias al Ayuntamiento de Tomelloso y puso en suerte el concierto,
Francisco Antonio Moya comenzó el recital con la obertura de Las Bodas de
Fígaro. Empezar con Mozart una gala lírica no admite discusión y, además, presagia
una gran noche de música (como así fue). Con una formación cuasi de cámara, con
temple y sin batuta, como nos acostumbra, Moya estuvo acertado, discreto,
elegante durante toda la velada.
Una voz en off nos fue contando la azarosa vida de Maria
Anna Cecilia Sofía Kalogeropulu, el recorrido vital desde Manhattan a la fama. Sus
maestras, entre ellas Elvira Hidalgo; el regreso a Estados Unidos después de la
guerra, su salto a la fama, sus amoríos con Onassis, sus dudas, su ocaso. Cada etapa
del recorrido vital de la diva fue la excusa (la divina excusa) para que las
cantantes interpretaran una famosa aria.
Comenzó Ángela Cano con la desgarradora “Voi lo sapete”, de
Cavalleria Rusticana —no en vano, la Callas debutó haciendo de Santuzza con 15
años—. Mónica Redondo interpreta con elegancia “Mon coeur s’ouvre à ta voix”,
de Samson et Dalila del genio Camille Saint-Saëns. Sigue Alicia Hervás con “Un
bel dì vedremo”, ya saben, el aria más famosa de Madama Butterfly de Giacomo
Puccini. A estas alturas del concierto las cantantes ya han demostrado su saber
hacer, emocionando al Marcelo Grande —alguna lágrima se le escapa a este
cronista— que ovaciona todos los números.
Desgarrada, melódica, potente, Ángela Cano continúa el
recital con “Suicidio!”, de La Gioconda de Ponchielli. Es el turno de Alicia
Hervás que canta de manera irreprochable “Vissi d’arte”, de Tosca, sentida,
tristísima… El archiconocido “Intermezzo” de Cavalleria Rusticana pone una
brillante pausa instrumental al final de la primera parte.
La difícil “O don fatal”, del Don Carlo de Verdi es el
siguiente número que Mónica Redondo canta con solvencia. Como Manon Lescaut,
María Callas no quiere morir nos cuenta la voz en off. Demoledora, Ángela Cano borda
“Sola, perduta, abbandonata”, de Puccini y nos deja un nudo en la garganta. “L'amour
est un oiseau rebelle”, la habanera de Carmen, canta Mónica Redondo con garbo,
recreándose, con chulería incluso. Sutil, como el gorgojeo de un pájaro,
interpreta Alicia Hervás “Caro nome”, de Rigoletto, la ópera de Verdi.
El colofón —no puede ser otro— lo pusieron las tres cantantes interpretando, entre bromas y veras” “Casta diva”, el aria de Norma de Bellini (esa que bordó Caballé en Orange, pero eso es otra historia). El público —que aplaudió y jaleó todos y cada uno de los números— premió a las cantantes y músicos con una larga ovación, saliendo a saludar en varias ocasiones. Dejaremos para otra ocasión las insistentes toses y los enervantes cuchicheos, no deben menoscabar una gran noche de música.
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Sábado, 7 de Diciembre del 2024
Viernes, 6 de Diciembre del 2024
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